Texto por: Mariana Valencia Giraldo
Fotografías por: Lex Artis
Dos exploradores en medio de una comunidad indígena que habita el profundo verde, a blanco y negro, de nuestra Amazonía colombiana, es el punto de partida. Esta imagen que se evocó de la nada y a la que se le hizo un sinfín de preguntas para detonar la idea que gestó El Abrazo de la Serpiente, fue el primer pincelazo del largometraje que Ciro Guerra presentó este año en el Festival de Cannes.
¿De dónde vienen las imágenes? ¿Para dónde van? Son dudas con las que Ciro Guerra convive cada vez que inicia una nueva exploración cinematográfica. Lo cierto es que se siembran y brotan como la raíz de una nueva investigación. “Aparecen soñando despierto, o inspirado en otras cosas, no sé”, se percata el cineasta mientras rememora aquellas distantes imágenes que son cuna de la idea de ficción.
La idea es esta: la selva que nos dibuja en blanco y negro es la visión amazónica de percepción limitada, pues es un territorio que desconocemos. A partir de allí, el blanco y negro le permitió a Ciro crear una distancia respecto al mundo que sí identificamos y sabemos; y, de esta manera, verlo como un mundo fuera del realismo y la verosimilitud, y que está en la órbita de una nueva óptica de inmersión.
Ahora, llevar al espectador al Amazonas, ese lugar inhóspito, es el paso a seguir. Este viaje que se planeó por cinco años, hizo, al final, que el espectador decidiera asumir la travesía y disfrutar de la aventura. “Todo ha salido bien y la película ha sido muy bien recibida en Colombia, a pesar de que era una apuesta arriesgada”, recuerda Ciro, que a su vez describe la selva virgen de un Vaupés que disfruta de una conservación ecológica por la reducida explotación comercial en la zona.
Esta experiencia de comunión especial entre selva, Colombia, indígenas, y extranjeros, permeó la armonía entre culturas, y la relación horizontal de actores y productores a la hora de encender las luces, las cámaras, y de darle vida a una ficción construida con base en la realidad. “La película es un intento de tender un puente entre una cultura ancestral como esa y lo que nosotros conocemos… es un puente que hay que tender, porque del desconocimiento surge que no importe destruir”, manifestó Guerra.
Una convivencia en rodaje de igual a igual. Estos aborígenes que, en ocasiones, son tildados como primitivos, tienen un conocimiento único que, a su vez, le permitió a Ciro Guerra y a su equipo de producción, comprender que los indígenas le ofrecen al mundo aprendizajes que le sirven al país para encontrar nuevos caminos de apreciar la vida. “Fue un proceso que permitió contar juntos una historia, ser un colectivo de creadores en escena, eso me parece de las cosas bellas que tiene el cine…”, expresó el Director.
Cine con marca colombiana
Cine nacional, joven y que empieza a tener apertura a nivel mundial. Así lo describe el director de la aclamada película El Abrazo de la Serpiente. El director caribeño que ya ha tenido más de un éxito en pantalla grande (La Sombra del Caminante en 2004 y Los Viajes del Viento en 2009), pone su esperanza firme en el movimiento cinematográfico que se avecina en el país.
Y, como buena herramienta de creación que explora, a su vez, diferentes artes y ciencias que el hombre ha creado, el cine tiene la responsabilidad de encontrar los caminos por medio de la historia. “Es una herramienta de memoria muy grande… con base en eso tiene una oportunidad de explorar los temas que son importantes, que forjan a la sociedad”, pero agregó el productor que esa es la premisa que ese “tercer cine”, como llama Ciro a su movimiento en el séptimo arte, tiene hoy en día; un cine que se acerque a los pueblos, las gentes, y que permanezca en crecimiento.
El cine colombiano está en ascenso, medios internacionales lo dicen; así se abre puertas nuestro país en el mundo. Posibilidades de creación y exploración avanzan a pasos gigantes, y está en nosotros creer que en Colombia se accionan proyectos que saben darse un lugar en países de tradición cinematográfica.
*Foto portada: Andrés Córdoba.