Muchos creen en la fuerza del amor y en la idea de que este repara, cura y llega a unir cuerpos tan disímiles y heterogéneos hasta convertirlos en un binomio indisoluble. De la terapia que se traduce en amor y entrelaza la nobleza de los caballos y los deseos de superar obstáculos físicos, nace la historia de Alejandro Piedrahita dentro del mundo de la equinoterapia, medicina alternativa.
En Manizales hace 5 años nació prematuro Alejandro, lo que le causaría una lesión cerebral leve llamada diparesia espástica que afecta su motricidad. Junto con Sara Agudelo, su madre, iniciaron la fisioterapia. Estando allí y al ver avances lentos, una enfermera le sugirió a Sara la opción de la equinoterapia, una práctica descubierta en el año 640 a.c. por Hipócrates, uno de los padres de la medicina. Fue el primero en notar los resultados del ritmo del movimiento de los caballos y la transmisión de estos al cuerpo del jinete. La equinoterapia es útil para todas las edades, se puede iniciar desde los 6 meses de edad, donde varía la terapia según la situación particular del paciente.
La equinoterapia en Colombia no es reconocida dentro del campo de la medicina terapéutica como una herramienta formal para el mejoramiento de personas en condición de discapacidad física y cognitiva, tanto así que el régimen de salud no lo cobija en lo absoluto. Pero Sara y su familia no se echaron para atrás, así que decidieron experimentar esta terapia en su hijo y desde hace 4 años Rafael Salazar, instructor de equitación y experto en equinoterapia en el Club de Chalanería María Mulata, Alejandro conoció una alternativa para una mejor calidad de vida, donde culminan los avances, resultados del amor y la paciencia.
Rafael llegó al mundo de la equinoterapia después de formarse en una fundación con ayuda de psicólogos y expertos en esta práctica, donde aprendió en lo que consiste la terapia, cómo se lleva a cabo según la enfermedad del paciente y conoció los beneficios que proporciona.
Beneficios
El caballo es el protagonista del binomio que incluye al paciente y ofrece a cualquier persona en condición de discapacidad física o cognitiva, una mejor condición de salud y vida. Primero, proporcionándole transmisión de calor que según el tipo de enfermedad que se padezca puede hacer que los músculos se relajen al ser muy rígidos, o en otros casos que los músculos se activen al ser muy blandos.
Explica Rafael:
El movimiento de los caballos es en 3D, en donde el cuerpo del paciente se mueve a la vez con el caballo, se transmiten vibraciones mutuamente que generan una conexión entre ambos.
Segundo, los caballos al tener el sentido del oído y el olfato más desarrollados, pueden percibir el ánimo de la persona y reconocer quién es, lo que parece ser un sexto sentido en estos increíbles seres que genera un puente entre ellos y las familias, necesario para la recuperación de niños, jóvenes y adultos que hacen parte de la terapia. El hermano mayor de Rafael sufre una lesión cerebral leve que también combate gracias a la relación afectiva y terapéutica que ha cosechado con los caballos. “Al ver personitas que conoces en un estado particular y luego ves como logran un binomio perfecto con los caballos y como se superan, es maravilloso”, expresa Rafael, sin ocultar su sonrisa.
Actualmente en el Eje cafetero existen 3 lugares donde se ofrece la equinoterapia, un centro ubicado en Pereira y en Manizales, una fundación en el barrio La Florida y la escuela donde trabaja Rafael, allí niños como Alejandro han logrado mejorar significativamente su capacidad motriz, lo que les permite soñar en un futuro con mejores posibilidades.
Alejandro, historia de superación y amor
Desde su pequeño mundo es consciente de la ayuda que los caballos le han proporcionado en estos años para su increíble avance motriz que es evidente, pero además, ha cosechado una relación inimaginable con estos seres sanadores como María, Soñadora, Cenicienta y Miel, las yeguas que acompañan su proceso terapéutico y el de sus compañeritos.
De las habilidades impresionantes de los caballos, nace una confianza que permite a Alejandro llegar a dormirse en el lomo de su yegua, según cuenta su madre. La valentía de este niño de montar en los caballos sin temor alguno es la prueba más veraz de que la equinoterapia no sólo le ha permitido caminar, sino amar seres que creemos sólo útiles para la carga y la equitación, cuando también pueden sanar desde el amor y su nobleza.
Alejandro asiste un día a la semana a fisioterapia y otro día a la equinoterapia, pues no es recomendable asistir mayor tiempo, debido al cansancio que generan los estiramientos y ejercicios en el cuerpo de Alejandro. Sara reafirma el porqué después de 4 años sigue confiando en ellos y señala:
Alejandro llegó al año de edad sin caminar, cuando llegamos donde Rafael, después de 3 sesiones, Alejo empezó a caminar y eso significó una alegría total, ahí empezamos a notar la fuerza de los caballos.
Rafael es un promotor de la equinoterapia, por ello hace parte desde hace varios años de la realización de los Paralímpicos en Equinoterapia realizado en varios lugares de Manizales, donde se premia e incentiva la inclusión y superación de estos niños. “Valorar a las personas por sus capacidades, no por sus discapacidades”, expresa Rafael.
Alejandro y los caballos, son un binomio inseparable que se fundamenta en el respeto y fortalecimiento de las capacidades. Rafael y Sara, son los intermediarios de un proceso de amor que se ha ido cosechando. “Alejandro llegó a este mundo para demostrarme que uno es capaz de cualquier cosa”, dice Sara, una madre orgullosa de lo que su hijo ha llegado a ser. Una historia que nace del deseo de superación de una familia y que desde la inteligencia y nobleza de los caballos se fortalece en amor y alegría.
