[vc_row][vc_column][vc_column_text]Opinión por Juan David Martínez.
Imágenes tomadas de Google.
El presente texto está dedicado a una parte de mi dieta cultural: ¡las series!, alimento del que me abastezco y nutro devotamente desde hace más de 2 años. Y la verdad es que si el presidente de turno sigue con sus reformas e impuestos chimbos, a este paso solo vamos a masticar fotogramas y tragar pixeles. Eso sí #QueMeFalteTodoMenosElNetflix.
Hoy funjo como nutriólogo e indirectamente les recomiendo estos «programas de tv». Hago énfasis en el hecho de que no se trata de «lo mejor del año», es más un asunto de «lo que más disfruté y me hizo sentir». He aquí las series que sin llevarme al escapismo (porque no dejaron de plantearme tesis de la sociedad misma: héroes, villanos, justicia, perdón, amor, muerte, vida y conocimiento), me permitieron sobrellevar de mejor manera mis crisis angustiosas y existenciales… siendo sincero, a nivel personal, sentí este 2018 como un camión de 19 ejes que me pasó por encima.
- ¿A qué horas pude ver todo este material?
R: #ElDesempleo #ProcrastinoProcrastinando #MalditoHaragán #VidaDeEgresado
- ¿Cuántos de todos estos programas me vi acompañado?
R: Pues … ._. … ahorita no joven, que me duele :’’’v
Las series que vi y entraron en el proceso de selección:
- American Vandal (Temporada 1 y 2)
- Bates Motel (Temporada 1 a 5)
- Big Mouth (temporada 2)
- BoJack Horseman (Temporada 1 a 5)
- Daredevil (Temporada 3)
- Devilman: Crybaby
- Erased
- FullMetal Alchemist Brotherhood*
- Jessica Jones (Temporada 2)
- La casa de papel (Parte 1 y 2)
- Merlí (Temporadas 1 a 3)
- Rick & Morty (Temporadas 1 y 2)
- Scum’s wish/Kuzu no Honkai
- Sherlock (Temporadas 1 a 4)
- Sueño lúcido
- Tarde baby
- The chilling adventures of Sabrina
- The end of the fucking world
- The punisher
*O sea que me la repetí.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_empty_space height=»16px»][vc_single_image image=»14257″ img_size=»full»][vc_empty_space height=»16px»][vc_column_text]
Merlí: La secundaria que nunca disfruté
(3 temporadas, 40 episodios, 50 – 55 minutos c/u).
No voy a mentir: esta serie es Francisco el matemático en Barcelona. Sigue el mismo esquema narrativo de trabajos similares, es decir, drama que gira en torno a adolescentes (drogas, romance, sexo) y conflictos en el aula de clases (sublevación ante los dogmas, peleas
a puño limpio, divulgación de fotos íntimas). Su diferencia ante el montón radica en:
A. Las tramas de cada capítulo se filtran a través de la filosofía clásica (Presocráticos,
sofistas, Hiparquía) y moderna (Zizek, Judith Butler, Camus), lo que no vendría a ser más que
contemplar la vida bajo lupas de distintos aumentos.
B. Prácticamente todos los personajes tienen un arco psicológico bien trabajado, esto permite que los alumnos de la clase de Merlí se separen del fondo, dejen de ser simples rostros sin nombre y adquieran tridimensionalidad; tal virtud, como es obvio, los lleva a abandonar el estatus estereotípico que originalmente se les endilgó al inicio de la historia.
Es entonces cuando A + B lleva por resultado a momentos entrañables y humanos, y a desmontar clichés del género (profesoras trans o que “el popular” se aleje de la heteronormatividad, por citar algunos ejemplos). Vale, puede que a veces la serie peque por ser dulzona y que algunas desavenencias entre personas obtengan una resolución demasiado inverosímil para la vida real (a veces perdonar y olvidar no es tan gratuito); sin embargo, este impasse no daña la experiencia directamente. La verdad es que esta convivencia cordial, y casi fraternal, me hace pensar en el trato que nunca tuve para con mis compañeros de colegio (solo masculino). Mi bachillerato habría sido menos traumático si la gente a mi al rededor me hubiera animado a crecer y hubiera respetado mi personalidad, en lugar de propagar esa conducta ‘depredativa’ y virulenta donde el más fuerte siempre quería imponerse. Éramos perros
que buscaban orinarse unos a otros.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_empty_space height=»16px»][vc_single_image image=»14252″ img_size=»full»][vc_empty_space height=»16px»][vc_column_text]
Bates Motel: perfecto retrato de un psicópata
(5 temporadas, 50 episodios, 40 minutos c/u).
Bates Motel es, en esencia, una precuela/remake del célebre clásico del cine de suspenso Psicosis
(Alfred Hitchcock – 1960); eso sí, acondicionado en una época actual y aderezado con otro conjunto de relatos atroces que suceden en torno al Motel que Norman y su madre administran. El objetivo de la serie, es llevarnos y recontarnos bajo perspectivas muy particulares “la escena de la ducha y los gritos”, esa historia siniestra que hace más de 50 años se materializó en la pantalla grande y dejó sin habla a audiencia y público.
Inicié esta serie con mucha desconfianza, lo último que quería ver era una telenovela repleta de subtramas rebuscadas y personajes antipáticos, que lo único que hacían era recargar innecesariamente un argumento que ya conocía y que estaba magistral y brevemente desarrollado. Para mi sorpresa encontré unas subtramas que tétricamente descomponían la cordura y moral de los personajes, que eran impredecibles, sanguinolentas e intrigantes. Sí, que la temporada 2 y 3 distraen un poco de la línea de meta, pero aún así es inquietante y morbosamente atractivo ver la psicopatía de Norman.
La relación edípica y tóxico-dependiente que forja con su madre son eslabones que nos
hacen entender de a poco su trastorno. Que no se me malentienda, no hablo de identificación directa o empatía, tampoco de justificación de sus actos, me refiero a que ahora resulta más claro entender la racionalidad de los actos irracionales del protagonista, qué fue aquello que lo impulsó (susurrándole al oído) a cometer sus crímenes.
Estudies psicología o no, deberías animarte a hacer de Norman tu paciente.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]En este punto debería aparecer BoJack Horseman porque su exploración de la infelicidad humana no deja de sorprenderme, mas ya hablé de ella en otro artículo.[/vc_column_text][vc_empty_space height=»16px»][vc_single_image image=»14255″ img_size=»full»][vc_empty_space height=»16px»][vc_column_text]
Daredevil: “No lograrás destrozar lo que soy”
(3 temporadas, 39 episodios, 60 minutos c/u).
Quisiera centrarme en la última temporada, básicamente porque es la que más fresca
tengo en la cabeza. Matt Murdock ha perdido su vida (literalmente) y su propósito (simbólicamente), y en lo que reconstruye su psique atormentada, su espíritu flagelado y su cuerpo destrozado, abraza el lado más bestial y violento del justiciero, dejando al diablo salir. El dilema del vigilante enmascarado que roza y rompe los límites del juez, jurado y verdugo se
materializa.
¿Por qué esto resulta llamativo? Porque son pruebas de fe, responsabilidad y ética a un hombre que se encuentra entre ruinas (que desea morir). Ver al héroe cuestionándose cada acción, sucumbiendo ante la duda y viendo inutilizados los dones que alguna vez le hicieron súper, nos pone a reflexionar si ese estatus de bienhechor (que en cierto sentido le obliga a cuidar de los otros) es una cuestión de bondad del Valhalla o maldición del Tártaro.
Este panorama se ha visto hasta el cansancio en historias de defensores enmascarados. Es más, la primera temporada de Daredevil ya realizaba todo este trayecto, solo que desde una perspectiva más ligada al nacimiento, maduración y establecimiento del justiciero (de ahí que al final Matt se revista con el uniforme escarlata característico de Daredevil). En esta tercera temporada, como picante extra y diferenciación, tenemos un proceso de re-nacimiento, de resurgimiento entre las flamas calcinantes.
Que Netflix decidiera cancelar la serie a pesar de sus niveles de audiencia y calidad fue una puñalada fuerte para los fans; no obstante, viéndolo en perspectiva el argumento cerró cíclicamente y por todo lo alto (el Hombre sin miedo agotó casi todos sus arcos narrativos a futuro). Es preferible que la historia y el personaje terminen en un punto de grandeza absoluta, a esperar a que la sobreexplotación pudra con gusanos su esencia. Que la plataforma haya cancelado el programa no es una derrota (y tampoco un sinsentido, porque básicamente lo que ha hecho Disney es reclamar lo que es suyo para reagruparlo presumiblemente más adelante en su servicio de streaming); es un sello que reafirma a Daredevil, justo como el propio personaje lo hizo en sus últimos episodios, como un justiciero y una serie triunfante, como un producto que ganó a pesar de las circunstancias y que se consolida como uno de los mejores programas de tv de la última década.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]