¿Se puede considerar el periodismo de entretenimiento como verdadero periodismo? Dilema en el que los periodistas nos enfrentamos hoy día, debido a los medios e inmediatez.
Ilustración por: Mariana Ocampo – MOCH
Tengo un dilema como periodista que soy. Es un dilema tal vez sencillo de resolver, pero muy hondo en contenido y contexto: ¿se le puede llamar ‘periodismo’, al periodismo de entretenimiento? Para ello hay que remontarnos a la definición de periodismo. Un artículo de la Revista Semana en febrero de 2016, explica que la ética del periodismo se determina por una razón muy simple:
“Su capacidad de llegar a un público más o menos amplio e influir en su proceder por medio de la información”.
Según lo que he aprendido del periodismo, funciona como un sistema que brinda información al ciudadano, específicamente sobre los temas de interés público, y con esto me refiero a información de hechos o datos que afecten en buena o mala medida a la sociedad, o bien a cierto grupo de personas. Stella Martini en su libro Periodismo, Noticia y Noticiabilidad, apunta:
“La información permite a los individuos conocerse y conocer su entorno, organizar su vida en el ámbito privado y participar en la vida pública”.
Esta concepción del periodismo es un oficio que tengo en un pedestal, ya que me lo imagino como una herramienta importantísima para la sociedad, claramente, si se usa bien. Y usarse bien para mí significa brindarles un producto ya sea escrito, radial o audiovisual a las personas, que sea rico en contenidos, en información y en interés público. Recalco la palabra público porque con ello me refiero a temas relevantes como lo es la política, la ciencia y el medio ambiente, o bien aspectos que sean de cultura general pero que les sirva a las personas, como lo cívico, por ejemplo.
“Esta concepción cada vez más mercantilista (de los medios de comunicación) está llevando a los periódicos a someterse a un proceso de vulgarización que salpica sus páginas de noticias ligeras y de tratamientos informativos inadecuados”.
Explica un fragmento del texto Periodismo de entretenimiento: la trivialización de la prensa de referencia, escrito por Aurora Labio Bernal de la Universidad de Sevilla, España.
Si hablamos de técnicas del periodismo, nos encontramos con entrevistas, fuentes testimoniales y documentales; en fin, recolectar información. Se puede ver que efectivamente el periodismo de entretenimiento sí usa estas técnicas, y en cuanto a la forma en que se maneja la información, se presenta y recolecta, se le podría llamar periodismo.
Pero, ¿el periodismo no es acaso esa verdad, esa información que me es útil? ¿Puede ser periodismo ese que me entretiene, me saca una risa, pero no me informa sobre lo que me afecta como ciudadano? ¿Entonces el periodismo es periodismo mientras se use la técnica periodística… o el periodismo es en sí la labor con la sociedad, y la repercusión en el público?
El periodista y teórico de la comunicación argentino Aníbal Horacio Ford en 1999 afirmó que los medios de comunicación en el siglo XXI iban a ser “un coctel de información y entretenimiento, temas pesados e intrascendentes, banales, escandalosos o macabros, de tragedias sociales comunicadas en tipo swing o de clip o narradas como películas de acción”.
En un artículo de aparagon.org, Periodismo versus Entretenimiento del periodista Víctor Manuel Pérez, se cuestiona:
“¿El entretenimiento puede informar? Es factible; pero, tampoco tiene motivo para hacerlo. Sin embargo, el periodista tiene la obligación de informar y de informar correctamente porque el derecho a la información no le pertenece al periodista; es un derecho del ciudadano”.
Yo hablo como una joven que ha visto youtubers, que alguna vez ha leído quiénes fueron las mejores vestidas de la alfombra roja, que ha visto qué brasier se coloca Kendal Jenner para verse con más pechos, pero, ¿esto es periodismo? Para mí solamente es información viral. El periodismo no debería ser ese fenómeno del entretenimiento… más bien debería analizarlo, hacer un estudio sobre esta época y sobre cómo el manejo de la información (la sobre-información) ha cambiado radicalmente en el siglo XXI.