Teatro por la Paz de Tumaco recreó en 45 minutos la barbarie que sufre su pueblo por el conflicto armado y por el abandono estatal. Junto a la resiliencia y alegría de su gente, rinde homenaje a las víctimas en instancias del Festival Internacional de Teatro de Manizales.
“… En el fondo el olvido es un gran simulacro
nadie sabe ni puede, aunque quiera, olvidar
un gran simulacro repleto de fantasmas
esos romeros que peregrinaran por el olvido
como si fuese El Camino de Santiago”.
-Ese Gran Simulacro, de Mario Benedetti (El Olvido está lleno de Memoria) .
Los golpes en el tambor simbolizan balas que apagan una a una las voces, sonrisas y luces de los tumaqueños que segundos antes bailaban. Pero a su vez el ruido del conflicto se opaca por los cantos y tambores del pueblo de Tumaco. Un contraste de resistencia da inicio a El Olvido Está Lleno de Memoria, obra de Teatro por la Paz Tumaco presentada en el Festival Internacional de Teatro de Manizales.
Con el rito del chigualo, ritual de acompañamiento durante la velación de un niño fallecido, adultos, adolescentes y niños despiden con juegos y alegría a aquellos inocentes que fueron víctimas del conflicto armado, y las escenas de violaciones de derechos humanos visibilizan la situación de esta región.
Además, se hizo un homenaje a las víctimas de la masacre del pasado 5 de octubre de 2017 en la que murieron seis personas en manos de la fuerza pública. Esto se dio durante las protestas de campesinos cultivadores de coca contra la erradicación forzosa que adelantaba la Policía Antinarcóticos. Lastimosamente, Aldemar Gil Guacheta, Diego Escobar Dorado, Nelsón Chacuendo Calambas, Janier Usperto Cortés, Jaimen Guanga Pai y Alfonso Taicus, se suman a los nombres de víctimas que sangran en la escenografía de esta obra.
El homenaje es una construcción colectiva que “estuvo basada en primer lugar en hacer memoria histórica de nuestra región, y rescatar nuestra identidad propia y cultura afro porque se han ido perdiendo ciertas costumbres y tradiciones”, cuenta Karen Quintero, una de las actrices del grupo.
La Diócesis de Tumaco evidenció la necesidad de visibilizar el tema del conflicto cuando una hermana fue víctima directa, esto con el fin de contar a través del arte lo que ocurría en el pueblo. Conformaron el grupo de mujeres Tumatai e hicieron una obra llamada Madre Coraje, dedicada a las madres que perdieron sus hijos y esposos por la guerra. Después, decidieron vincular a las generaciones jóvenes en este proceso artístico. Fue así como se fusionaron los grupos Tumatai, Cienpiés, Araña, y se creó Teatro por la Paz de Tumaco.
Yolanda Paz, una mujer negra de mirada penetrante y voz sabia, describe que en diez años han hecho quince obras en las que “no estamos hablando solamente del dolor, hay otras obras en las que hablamos del perdón, la reconciliación, de sanar esa herida porque la vida continúa y nuestras generaciones no se pueden quedar sumidas en el sufrimiento y el rencor”. También han realizado obras sobre la importancia de cuidar el medio ambiente, a través del arte no sólo denuncian, sino que les transmiten a los jóvenes que son la esperanza para construir un mundo mejor.
Este colectivo busca mostrarle al país que en Tumaco hay una iniciativa que está trabajando por la paz y la reconciliación en su territorio. Aunque esté en medio de un conflicto latente hay una fuerte apuesta política por la acción. Esta obra fue nombrada por el Centro Nacional de Memoria Histórica como símbolo de reparación simbólica a todas las víctimas del paramilitarismo, especialmente del bloque Libertadores del Sur, que accionaban en esta zona del país, y presentada en la exposición ¡Basta Ya! en el 2013.
Para ellos es muy importante darse a conocer desde lo que expresan, porque le hacen un llamado al mundo, al país. Tumaco también es la mirada de otras regiones, no quieren que se estigmatice por la violencia, sino que se den a conocer esas cosas valiosas de la región, como su población, su cultura y resistencia. En el marco del Festival Internacional de Teatro de Manizales, su obra el Olvido está lleno de Memoria fue una de las más pertinentes relacionadas con la temática de paz, pues este grupo llegó para abrazar con su fuerza a Manizales.
La memoria y la reconciliación
Hermencia Tenorio, actriz de la obra, relata: “Nosotros queremos sensibilizar con nuestro trabajo a todas las personas que no sienten el dolor de sus semejantes. El Ministerio de Cultura escogió esta obra para presentársela a los victimarios, en medio de la angustia fuimos capaces de presentarla y ellos lloraban”. Agrega que con su arte ayudan a las personas que sufren, lloran, y no tienen voz, proclama que «son las voces de quienes no tienen voz». Tienen la labor de dar a conocer lo que está pasando para sensibilizar a los victimarios y acompañar a las víctimas.
La importancia de la memoria para Teatro por la Paz es que perdonan pero no olvidan, porque en la medida que no olvidan recuerdan a sus seres queridos y a todas las víctimas como personas que trabajaron, vivieron y que necesitaban vivir. “En nuestra obra les cantamos porque son unos inocentes que deseaban seguir viviendo y les quitaron la vida, por eso los recordamos con amor, como personas buenas”, narra Hermencia.
Para visibilizar lo que ocurre en su territorio, el grupo realiza investigaciones con tal de expresar correctamente lo que sucedió. “De igual manera buscamos sensibilizar a los jueces del Tribunal de Justicia para que al dar la sentencia a los victimarios piensen en las víctimas”, determina Elvira Quiroz, uno de los rostros de Teatro por la Paz.
Para ellos, según la integrante del grupo Sonia Zapata, es importante realizar una oración colectiva antes de cada presentación, además de ejercicios de calentamiento, vocalización y recreación. Y, al final del espectáculo, buscan una retroalimentación del público con el fin de crecer como artistas. En su presentación en el Teatro El Escondite, los asistentes conmovidos por las escenas presentadas agradecieron la muestra artística, se enunciaron solidarios y revelaron que existe una indiferencia por parte de los colombianos.
Edison Aristizábal, asistente, comentó que había sido un espectador del conflicto e indicó que la obra “es un llamado para el país, un grito para aportar”. Asimismo, el argentino Damián Flores agradeció al grupo por su presentación, recordó la dictadura militar del país suramericano y los desaparecidos e injusticias que se siguen viendo en su nación.
Para Marina Parra, asistente a la obra, muchas personas son espectadoras pasivas y hay otras que no quieren la paz por intereses personales y políticos. También cree que el arte en épocas de posconflicto tiene un papel determinante para “sanar los corazones, el dolor e indiferencia de tantos de nosotros, y que lo que suceda no quede en el olvido, pero sí que los corazones se llenen de perdón y amor”.