Texto por: Stefanny Gutiérrez Duque.
Fotografías por: Andrés C. Valencia.
«Los refugiados son personas que huyen del conflicto y la persecución. Su condición y su protección están definidas por el derecho internacional, y no deben ser expulsadas o retornadas a situaciones en las que sus vidas y sus libertades corran riesgo».
Así define La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) a quienes, en este caso desde Venezuela hacia Colombia, han emprendido un largo camino en busca de mejores oportunidades.
Colombia es el país que mayor número de migrantes venezolanos ha recibido. Según Migración Colombia, se estima que hay alrededor 1 millón 700 mil entre documentados e indocumentados, de los cuales 7.437 se encuentran en Caldas y 4.762 en Manizales.
Gracias a su ubicación geográfica cerca a la vía panamericana, la calidez y solidaridad de las personas y la productividad laboral que ayuda a vinculación en sectores comerciales y agrícolas, el departamento de Caldas es uno de los mayores receptores de refugiados venezolanos.
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Para muchos, un mejor futuro representa caminar durante meses para llegar a una ciudad colombiana y buscar refugio: enfrentarse con las inclemencias de la carretera, el frío al cruzar por el Páramo de Berlín y el Nevado del Ruíz, en donde muchos han fallecido a causa de las bajas temperaturas, el cansancio y el hambre. Para todos ellos significa dejar a atrás una vida construida en su país.
Aires de Esperanza
Es precaria la situación en la que migrantes venezolanos llegan a Colombia, pues no tienen oportunidad de acceder a derechos básicos: «La ACNUR considera que la mayoría de la población venezolana son refugiados. Se busca que estas personas puedan ejercer derechos como el derecho al acceso al territorio, a documentarse, l la salud y la educación, entre otros», afirma Kléber León, coordinador adjunto de la suboficina de la ACNUR que cubre los departamentos de Antioquia y Chocó con incidencia en el Eje Cafetero.
Como intento por contribuir a esta causa, desde hace tres años y con el apoyo organizaciones que conocieron su labor durante el último año, La Fundación Aires de Esperanza (FAE) ha promovido el acceso a la educación, salud, alimentación, acompañamiento psicosocial para la niñez, primera infancia, gestantes y madres cabezas de hogar refugiadas y migrante en distintos municipios del departamento de Caldas.
Desde su regreso a Colombia hace tres años y luego de haber sido miembro de médicos sin fronteras en Venezuela, Laura Castaño se percató de la creciente problemática en el modo de vida de los migrantes venezolanos. Así, lo que comenzó como una labor voluntaria en la que repartía junto a su familia comidas en el centro de la ciudad de Manizales, se convirtió en una fundación que vela por la atención y asistencia a niños, niñas, jóvenes y adultos en condición de vulnerabilidad.
Esta fundación ha unido fuerzas con la ACNUR y otras organizaciones nacionales e internacionales, logrando articular una red de apoyo, retrolimentación e interacambio de saberes para conocer cuáles son los desafíos, las dificultades, rutas de atención y orientación hacia otras instituciones que buscan garantías de derechos. Esto desemboca en una mayor capacidad de cooperación con esta causa.
¿Qué se está haciendo?
En el año 2019, la FAE fue reconocida como organización de la sociedad civil ante la coalición por Venezuela de la OEA. Esto representó un crecimiento en la capacidad de ayuda para la población vulnerable en el país.
«El Eje Cafetero no estaba ubicado geográficamente y para los márgenes de ayuda»
Este proceso logró poner al Eje Cafetero en el mapa de cooperación internacional y de grandes organizaciones, logrando una mayor respuesta institucional. «Uno de nuestros desafíos siempre fue visibilizar y mostrar que aquí también había una problemática». Este logro se traduce en más apoyo nacional e internacional para los programas ofrecidos por fundaciones como la FAE y en la posibilidad de ayudar a más migrantes refugiados.
Así se han adelantado jornadas donde se brindan servicios de medicina general, pediatría y kits de aseo, espacios de esparcimiento para la niñez y su entorno familiar, atención humanitaria a caminantes, entre otros servicios que alivian la situación de migrantes.
«Mucha de la población desconoce su derecho a solicitar el estatus de refugiado».
Por otro lado, según el coordinador de la suboficina de la ACNUR, aún hay mucho desconocimiento sobre los procesos a través de los cuales los venezolanos pueden solicitar el estatus de refugiados. Esta documentación es clave a la hora de brindar soportes para acceder a un trabajo y seguridad social. Es por esto que desde la personería de Pereira se brinda colaboración para orientar en temas de regularización migratoria.
Somos panas
La xenofobia, este rechazo a los extranjeros es uno de los principales obstáculos para la convivencia a los que se ven enfrentados los venezolanos. Y es que son innumerables los mitos generados a partir de su nacionalidad. Es por esto que estas organizaciones trabajan en pos de la sensibilización y no discriminación y adelantan campañas como “Somos panas” de la ACNUR, la cual busca dar a conocer a la comunidad local cuáles son los beneficios que trae la interacción, el intercambio y el apoyo a población migrante.
El derecho a migrar es universal, es por esto que es importante concienciar sobre la no discriminación, la sana convivencia y la solidaridad, pues un país que sabe abrirle las puertas a migrantes, no solamente es más humano sino que tendrá más posibilidades de crecimiento y productividad.
«Ellos quieren trabajar. Saben que un mercado que se les entregue no les va a durar toda la vida, o las ayudas que les podamos brindar no va a fortalecer su economía al cien porciento. Por eso trabajamos en promover el autosostenimiento»
Ante este panorama la pregunta es ¿cómo podemos ayudar?
La FAE cuenta con un programa de voluntarios, quienes pueden participar en las jornadas que organiza la fundación para la entrega de recursos claves para la superviviencia de quienes más los necesitan. Así mismo, reciben donaciones de mercados con productos no perecederos, ropa y productos de primera necesidad, kits de aseo, además de donaciones en efectivo.
Adicionalmente, desde la participación como ciudadanos y medios de comunicación y difusión es importante velar por el libre acceso a la información y promover la participación en actividades que faciliten el acceso de los migrantes a los derechos fundamentales. Desde la ACNUR se le hace un llamado a los jóvenes a participar siendo portavoces de estas campañas.