Tío Rico, Mac Pato, el señor Burns y las películas de robos han logrado implantar una fantasía recurrente: una habitación repleta de dinero para doblar origami, hacer fogatas con fajos de dinero y lo que se nos antoje con esos papeles que tantos líos causan en su ausencia. Este es el escenario que presenta Banqueros, un monólogo a cargo del comediante chileno español Andrés del Bosque.
Texto por: Diana Castro
Fotos por: Luis Suarez
No siendo suficiente impacto ver tanta plata, el monólogo se apoya en usos políticamente incorrectos de los billetes, Andrés representa un saltimbanqui anarco que poco entiende que el papel ha de pasar por transacciones, por lo que prefiere usarlos para armar altares, esculpir penes, barrerlos, pisarlos o usarlos como personajes de apoyo.
La crudeza y el humor negro están presentes en sus diálogos, creando una puesta en escena que raya en lo bizarro. Sin embargo, la presentación de los temas tiene un hilo conductor bastante lógico al denunciar el fanatismo y la doble moral con las que trabajan las economías mundiales.
¿Quién debe a quién? He ahí la cuestión. Bajo la obra de William Shakespeare El Mercader de Venecia, el saltimbanqui genera reflexiones sobre situaciones históricas, donde los juicios de valor protegen a quienes pueden pagarlos, tales como la conquista de América, la crisis económica en España y las situaciones de hambre a nivel mundial.
La economía está presente en cada uno de los aspectos de las vidas comunes, a pesar de ello, son pocos los espacios donde se pueden esclarecer dudas concretas a cerca de sistemas económicos, La obra teatral está lejos de darnos una clase para el manejo de acciones, más aun, da buenas pistas para ubicarnos en algún paraíso fiscal avalado por la ley.