La industria del cine se ha logrado colar en el computador, el televisor y la tradicional pantalla grande. Sin embargo, acceder al material fílmico variado parece un chiste de mal gusto: está la cartelera que desborda sangre, balas, o historias rosadas de amor. También se mueven cine foros online, salas independientes de cine, cineclubes y un gran porcentaje pirata de cinearte. Pero – siempre hay un pero – ver cine no hace parte de la cotidianidad de todo aquel que quiera poner play. “Colombia de película, nuestro cine para todos” es una iniciativa del Ministerio de Cultura que pretende llevar las producciones nacionales a lugares donde no son muy visibles o conocidas, además generar procesos de formación sobre el cine colombiano. Este proyecto llegó a la montaña en la séptima versión del Festival Internacional de Cine de Manizales FICMA, orientada a la inclusión de públicos con discapacidad visual-auditiva.
Texto por: Diana Paola Castro Ilustraciónpor: Jhon James Marin
De dos a cuatro de la tarde en el marco de la feria, el Teatro los Fundadores se destina a proyectar películas con lenguaje de señas, subtítulos y audiodescripción. En total son cinco películas colombianas desde las cuales, entender este país puede ser un poco más sencillo. Las películas muestran el litoral de Guapi, el corre corre de los san andresito en Bogotá, la vida en Zona Roja y el calor de los ensayos teatrales en Barrancabermeja. Son materiales que, perfectamente nos dan noción de país, abonando a la tarea de contextualizar a población históricamente apartada por discursos de segregación y salud.
A las cuatro el aforo principal descansa y se despierta la sala Cumanday, espacio en el que se realizan talleres de cine accesible con alcance mixto: a población con discapacidad visual-auditiva y sin ninguna discapacidad. Diana Valentina Coca, tallerista del FICMA, comenta:
“Las temáticas giran en torno a formatos de grabación, géneros cinematográficos, roles técnicos y de producción, el ¿cómo se hace una película? puestos en contexto colombiano”.
Esta información es tan ladrilluda como suena, pero tiene su encanto a la hora de entender una película. El reto entonces era crear un espacio para enseñar todo acerca del lenguaje audiovisual, sumado a nuevos usos de lenguajes desde el cuerpo y el sonido.
La fundación Red Espiral conformó un equipo para pensar los talleres, compuesto por intérpretes de lenguaje de señas y estudiantes de Gestión Cultural que hacen parte del semillero de Agenciamiento Cultural para el Desarrollo Comunitario. Durante varios meses se exploraron posibilidades de encuentro a través del juego. Si a veces es complicado darse a entender hablando, uno creería que de ahí para arriba el camino es trocha, pero no, técnicas de animación sociocultural sumadas al instinto lúdico del grupo conformaron cinco sesiones para actuar, memorizar gestos, sonreír y aprender de cine.
Retos para la población objetivo de los talleres: ¡asistir en primer lugar! La población discapacitada pasa por situaciones de invisibilización constante, la ciudad no cuenta con suficientes espacios públicos por los cuales se pueda movilizar a partir de una guía en el piso o braille en los semáforos. Más allá del cemento, la interacción con esta población maneja imaginarios mostrándola más difícil de lo que es. El desconocimiento puede llegar a niveles tan bizarros que los escenarios de victimización y aislamiento se vuelven un problema sintético – del colegio, la familia, la calle – en los que se afectan habilidades sociales y comunicativas.
Los talleres contaron con asistencia de personas con cierta empatía por la población discapacitada, además de un grupo base de jóvenes pertenecientes a FUNPAZ, una institución que trabaja la salud mental de sus beneficiarios, buscando restablecer los derechos de 166 niños, niñas y adolescentes en Manizales. Las iniciativas de inclusión pueden caer fácilmente en discursos de lástima y paternalismo. En ese sentido, un avance sustancial para la inclusión gira en el aprendizaje colectivo entre talleristas y asistentes, del cual puedan surgir nuevos espacios para repensar la inclusión, tema con mucha tela para cortar. Otro punto clave son los aprendizajes generados en el marco del FICMA para el cotidiano de estos jóvenes, el acercamiento al cine, sustentar la elección de un género cinematográfico por sobre otro, o descubrir interés en la realización de cine.