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Del alma de Manizales para el escenario Grita

Texto por: Valeria Cipriano y Andrés F. Motato

Fotos por: Valeria Cipriano

Mientras los chicos de Zálima (un juego de palabras que significa Manizales) dejan patas arriba la habitación de la mamá de Juan David Botero para acomodar sus instrumentos y amplificadores, el nevado del Ruiz se despide de los manizaleños, arropándose con la luz de la puesta del sol. Los minutos pasan lento y, con las guitarras ya afinadas, Marcelo Zurita repasa los acordes de la primera canción de su setlist, tarareando en voz baja la letra.

“Era tarde en la noche

Tenía que calmar este dolor

Un amigo me llama

esta noche hay farra

salir le hará bien, me dijo

No hay nada que unas frías no arreglen”, fragmento de Oda a la Farra.

Entre los do, re, mi, fa y sol, revisan minuciosamente una y otra vez las melodías y los nuevos arreglos agregados, para asegurarse de que estén a la altura de la gran tarima del Grita Rock 2024. Como si fueran personajes sacados de una caricatura de Nickelodeon, los homónimos Juan Fernando—Arias y Bonilla—se turnan para golpear uno de sus amplificadores, cada que este hace un corto circuito en medio del ensayo.

Los cuatro jóvenes músicos no solo se inspiran en sus vivencias en Manizales, sino también en ocurrencias individuales para componer sus canciones. Así como en Oda a la Farra, narran las típicas noches de excesos, mal de amores y borracheras juntos a sus ‘parceros’.

Zálima nos lleva de la mano por un recorrido a lo largo y ancho de esta ciudad montañosa, retratándola de una manera casi que irónica y muy real. “Creo que la presencia de Manizales en nuestras canciones es algo un poco irónico porque es una ciudad que nos ha ayudado en muchas cosas, y a la vez queremos ayudar a mejorar la escena local. Lo que las canciones describen son panoramas de lugares icónicos, pero donde uno queda bien decepcionado. Por ejemplo, Café sobre el teatro es una referencia muy buena a un lugar que hay en el centro donde… – Fer shhh -. Todo eso pinta esas decepciones escénicas”, cuenta con un tono sarcástico  Fernando Bonilla, bajista de la banda.

“Caminar por la ciudad se convirtió en un retrato nuestro, pero ahora tú no estás

Estás fijada en mi memoria, estás plasmada en cada historia, pero sin final feliz

El mantel de florecitas, el menú escrito en tiza son recuerdos de aquel café

En el centro nos amamos, por la tarde lo olvidamos con un café”, fragmento de Café sobre el Teatro.

Si bien Manizales es una ciudad que acuna a artistas en todos sus aspectos, la escena local peca por carecer de espacios suficientemente buenos y variados. Esta carencia limita el potencial de estos proyectos para ser reconocidos y valorados con la seriedad que merecen.

Todos sueltan la carcajada cuando Juan David (el baterista) cuenta que, recientemente una de sus tías paternas cuestionaba su decisión de estudiar música:

 –Juan, ¿y tú qué estudias?

 –Música, y también tengo una banda.

 –Ah, ¿y en qué momento vas a estudiar algo serio?

 –No, tía, es que yo me voy a morir de hambre.

Aun así, su mamá y abuela han estado allí para ayudarles, incluso les han prestado ciertos espacios de su hogar para los ensayos (por cierto, con cero quejas respecto a la bulla que pueden llegar a hacer). Marcelo, vocalista y frontman de Zálima, cuenta que si bien él no llegó desde Ecuador a esta ciudad para tener una banda, ha crecido en un ambiente de músicos, incluyendo a su papá que tuvo una banda en los noventa.

Entre risas y miradas rápidas entre sí, los chicos comparten sus sueños y proyecciones a futuro. Se imaginan abriendo conciertos para bandas de renombre en la escena independiente latinoamericana, como Nicolás y Los Fumadores, Armenia, Margarita Siempre Viva, Lolabúm, y La Toquilla (donde, curiosamente, la vocalista es tía de Marcelo). Pero, no yéndonos tan lejos, también tienen muy presentes a bandas del Eje Cafetero como Apollo No Te Vayas, Human Scale, Sonic Barton y Nauj Project. 

Las letras de las canciones de Zálima hablan de situaciones particularmente cotidianas, con un lenguaje coloquial, siendo acompañadas con guitarras distorsionadas, bajos más pronunciados y solos de batería. Al momento de escucharlos, se perciben las influencias de bandas representativas del indie rock bogotano, como Nicolás y Los Fumadores y Distimia Agorafóbica.

Durante los breves descansos entre canciones, tocan pequeños fragmentos de clásicos inolvidables del rock y el grunge como Nothing Else Matters, de Metallica; Wish you were here, de Pink Floyd; Smells like teen spirit, de Nirvana, y muchas más, demostrando que el impacto de estas bandas de los ochenta y noventa siguen estando muy presentes en estos jóvenes músicos, quienes integran una de las primeras bandas que se presentaran en la tarima oficial del Festival Grita.

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