Cierto día los músicos de Khimera, una banda de Metal Sinfónico/Gótico de Manizales, se dispusieron a encontrarse en la entrada del cementerio San Esteban con la única y sana intención de realizar una sesión de fotos como lugar adecuado para la intención visual, aprovechando la notoria arquitectura y resaltando su belleza, que entre otras cosas es considerado como uno de los mejores camposantos del país por su diseño estilo romano. Las personas que transitaban alrededor de ellos los miraban con rostros de rechazo, pues cómo no extrañarse ante jóvenes vestidos de negro y maquillaje oscuro reunidos en un espacio sagrado para los difuntos. Tiempo después llegó la policía al lugar para sacarlos de allí con la excusa de que estaban pisando las tumbas, cosa que hacen los visitantes a diario. Los jóvenes no pudieron oponerse al estigma de la sociedad conservadora manizaleña.
Otro episodio que recuerdan con cierta burla, es aquella en la que se encontraban afinando sus instrumentos para presentarse en el parque Ernesto Gutiérrez de Manizales. “Un señor que estaba en las nubes gritaba ´Toquen vampiros´, y nosotros quedamos viéndolo con cara de extrañeza. Desde eso no falta el que nos dice lo mismo”, recordó en medio de risas Paula Andrea Flórez, vocalista principal.
El Metal Gótico tiene sus orígenes en los años 70 en el Reino Unido y comenzó tomando como inspiración el Heavy Metal, cuyas características estéticas consisten en accesorios negros con detalles en metal, normalmente de punta, lo cual inspiraba rebeldía. Sin embargo el Metal Gótico evolucionó a una inspiración cultural influenciada en la literatura, el cine de terror, y más adelante basado en historias medievales. El género se distanció del movimiento Hippie y Punk (que surgieron en la época como contracultura para protestar frente al sistema y llamando al activismo social). Por su parte el metal gótico centró su interés en la filosofía, la creatividad, el arte y la historia, una tendencia más intelectual.
Estética oscura VS creación literaria
Resulta paradójica la intolerancia que ha girado en torno a esta cultura urbana que por su estética ha presentado cualquier tipo de rechazo, relacionándolo erróneamente con el satanismo, mientras que sus letras incentivan el intelecto y recrean literariamente momentos de la vida. Incluso en los conciertos de Khimera, según los comentarios de la banda, se ha podido observar al público expectante y tranquilo por el show y las voces líricas a la vez que mueven su cabeza. Es decir que, en palabras de Santiago González, segundo guitarrista:
“El género no incentiva la violencia, ni siquiera en sus escenarios”.
La banda manizaleña tiene una conformación en la cual se resaltan los altos tonos femeninos de sus vocalistas principales: Paula Flórez Arenas y Salomé Palacio, quienes tienen un registro vocal soprano y contralto respectivamente; a continuación se encuentra Santiago González y Daniel Rodríguez en las guitarras, Deyvid Giraldo en el bajo, Santiago Cabrera en el teclado y por último pero no menos importante, Milton Alexander García en la batería.
Khimera lleva el legado de su género desde el nombre que representa a la bestia de la mitología griega. De hecho su próximo EP contiene temas entorno a mitos y leyendas de varios lugares del mundo, y en youtube se encuentra su tema principal llamado Luna de las Brujas. “Ya hemos recibido buenas críticas en redes por la canción y esperamos que las cosas se sigan dando de mejor manera”, comentó el tecladista.
En sus conciertos es normal escuchar temas de bandas de reconocimiento internacional como Therion, Épica, Nostra Morte y Stravaganza; pero próximamente se irán mezclando con las composiciones originales de Khimera.
Para este año tienen varios eventos planeados, entre los que se encuentra participar en el festival Manizales Grita Rock para consolidar más la escena local y comenzar a expandir la cultura gótica. Es la forma de permitir una mejor comunicación entre varios géneros a través del lenguaje universal que crea la música. Mientras tanto Khimera tiene un reto mayor que deleitar a su público, enseñarle a la ciudad que el metal gótico no se juzga por su estética sino que se critica constructivamente por su creación sonora y literaria.
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