“Me duele la indiferencia, en las grandes ciudades no se conduelen de las cosas tan horribles que se viven a diario en el campo, la música debe ser honesta y utilizar las palabras correctas para describir condiciones por las que se está, producto de la guerra” – César López.
César López es un músico y productor colombiano nacido en Bogotá en 1973, en los años noventa se destacó como baterista, guitarrista y percusionista en diferentes agrupaciones bajo la influencia del rock nacional que marcaron la historia de la música colombiana en el pop/rock. Hoy es considerado un militante de asuntos sociales producto de la conciencia cívica que ha adquirido en sus muchos proyectos discográficos en los cuales ha involucrado a víctimas del conflicto en Colombia. Es un defensor de los derechos humanos sumado a campañas contra la violencia desde el arte.
Su compromiso desde la música
César López menciona antes de sus canciones fragmentos de historias que lo hacen lagrimear, recuerda en especial ese 4% de personas que mueren anualmente a causa del conflicto armado, y se deja atravesar por sentimientos encontrados frente a la violencia, recuerda episodios de perdón, donde las víctimas dicen que perdonan los daños que les causaron y que les hayan quitado sus seres queridos, que no guardan odio, pero sí esperan que otros no tengan que pasar por experiencias como esas.
Canción para el perdón de César López
Su dolorosa experiencia en Manizales
En medio de una visita hace algunos años, se encuentra con un acontecimiento que lo deja en catarsis y lo lleva a producir su disco «Los Helicópteros». Relata que estando en el aeropuerto la Nubia vio una flotilla de helicópteros de combate black hawk tripulado por militares, con los cuales hacían batida de uniformados a ritmo industrial, es insólito para él reconocer que se invierte más en armas que en educación y que la guerra es un negocio que le está costando la tranquilidad a los inocentes.
La Escopetarra como instrumento de paz
En Colombia el abordaje de temas como paz o reconciliación pocas veces sale del discurso político y militar. Esta idea nace de la similitud que encuentra el artista entre la actitud de un militar y un músico que sostienen su instrumento del mismo modo. Después de un atentado en Bogotá, es a través de la música que César López ha logrado rivalizar contra la violencia, es por eso que sus iniciativas artísticas lo llevaron a producir «La Escopetarra», la cual reúne las dos armas más letales que ha inventado el hombre, una para acabar con los iguales y la otra con la fuerza para unir pueblos enteros, mitad rifle y mitad guitarra. Fueron construidas inicialmente cinco en el taller de Alberto Paredes en el año 2003 de las cuales Cesar conserva una; dos se convirtieron en símbolos de la ciudad y las Naciones Unidas; y las otras entregadas una al cantautor paisa Juanes y la otra al músico rosarino Fito Páez. En la actualidad lidera el proyecto de convertir AK-47 (los utilizados por las guerrillas colombianas) en nuevos instrumentos de paz y así sumar más artistas y organizaciones sociales a la lucha contra la violencia.
“Espero que los artistas colombianos se dejen tocar por el momento histórico y el proceso de paz, para escuchar canciones inspiradas en propuestas de transformación social que integren este gran logro contra la violencia, más allá de que sus temas sean comerciales o no”.
Recorrido artístico
De pequeño encontraba afecto especial por instrumentos musicales como la dulzaina y el Tiple.
En 1989 funda la banda Los amantes de Lucia, integrada por amigos y familiares, en el Encuentro Musical de los Noventas conoce a Andrés Cepeda quien dirige La banda rival del encuentro, a partir de ese momento genera vínculos musicales con este artista y se une a la banda Poligamia como baterista desde 1991 a 1997, cuando la banda se desintegra. En diciembre del año pasado Poligamia se reencuentra y como tributo ofrece una serie de conciertos en diferentes ciudades del país. César López adquiere un compromiso crítico con las artes que lo han llevado a indagar en fusiones musicales, en 1998 crea el proyecto «Alas de prueba» influenciado por la nostalgia que encuentra en las canciones de Astor Piazzolla con instrumentos tradicionales de cámara.
En el año 2002 se embarca en un proyecto musical diferente a lo que había trabajado, llamado «la resistencia», producto del análisis y reflexión de las condiciones sociales que deja la guerra en Colombia y que son sufridas por el campesinado y las pugnas políticas en Colombia. Se dispone a trabajar con comunidades y pueblos vulnerables en el conflicto armado, producto de sus estudios en artes en diferentes universidades del país. Descubre que su verdadero objetivo como artista es dejar un mensaje de paz y de cese a la violencia, legado que continúa defendiendo desde el trabajo con campesinos, artistas y músicos de la calle. Esto lo lleva a pensar en procesos de memoria desde el arte que se materializa en «los invisibles invencibles» propuesta artística que desarrolló hasta el año 2012, en la cual los protagonistas son los artistas que viven de la música a modo de rebusque.
En el año 2003 tiene un encuentro con un soldado armado y en medio del choque su guitarra termina averiada al lado del fusil militar, esto lo inspira a poner en marcha «el batallón artístico de acción inmediata», iniciativa que busca la paz dejando a un lado las armas. De este episodio nace la escopetarra, un artefacto infalible en el arte de la no-guerra.
«Alma parlantes», proyecto personal que emprende en el 2006 es una apuesta por la juventud, a pesar de vivir permanentemente en conflicto integrando a jóvenes que son los únicos que pueden transformar a partir de ideas y sueños y de alguna forma salir adelante.
Su siguiente proyecto musical es «Resistencia Civil», le permite desde el 2010 producir discos como toda «Bala es Perdida«, en el cual destaca la importancia de vivir en paz, prestando su voz para los que no tienen una propia, encuentra en la música un lugar de libertad que debe ser ejemplo de emancipación para los oprimidos. En el mismo año graba «Las voces del Salado», un disco que contiene las nefastas consecuencias de la guerra en el testimonio de una masacre que aún nos duele a los colombianos.
Actualmente trabaja en «24-0″, un proyecto de intervención social desde la música que busca recuperar la tranquilidad que se ha perdido por la violencia. Se une a diferentes organizaciones y artistas para llevar por todo Colombia un mensaje de paz que propone que por 24 horas haya 0 muertes violentas, cada vez se suman más activistas sociales a esta tarea, al igual que su proyecto «RE- Cuando la música nos habla», con el cual busca reparación por medio de la música y recolección de instrumentos musicales para jóvenes víctimas del conflicto a nivel nacional.