Texto por: Andrés F. Rivera Motato
La noche en Manizales se debatió entre la pasión del fútbol y la solemnidad de la música sinfónica. Mientras el Once Caldas se jugaba su clasificación a la Copa Suramericana en medio de un lapo de agua persistente, otro tipo de pasión se encendía en el Teatro Los Fundadores. Con un aforo casi completo y un público entregado, la Orquesta Sinfónica de Caldas inauguró su temporada 2025 con un repertorio que transitó entre la elegancia de Johann Strauss, la profundidad de Maurice Ravel y la fuerza de Modest Mussorgsky.
Las butacas de Teatro Fundadores reflejó un fenómeno en crecimiento: rostros jóvenes ocupando cada vez más espacios dentro del teatro. Sin desplazar al público fiel que ha acompañado la orquesta durante sus 36 años, una nueva generación parece encontrar en la música académica un refugio, un descubrimiento, una revelación. El director Leonardo Marulanda lo define con certeza: “Esta es una orquesta hecha aquí, creada aquí, formada aquí, sufrida aquí, guerreada aquí. Es el ADN de la ciudad”.
Marulanda sabe que la música sinfónica no es un lujo, sino un reflejo de la sociedad. Y en Manizales, la orquesta ha permeado la vida cultural, ha sido escuela y ha marcado generaciones. “Nuestros músicos son profesores de la gran mayoría de niños que salen de las academias. Es un proceso vivo que todo el tiempo está creando y formando”, señala. Este año, la programación tendrá eventos con boletería paga y otros de entrada libre, buscando equilibrio entre sostenibilidad y acceso para todos. “El año pasado tuvimos boleterías muy asequibles y nos sobraron sillas. Pero cuando hacemos conciertos gratuitos, el teatro se llena a reventar y se queda gente afuera”, agrega el director.
El inicio de temporada trajo consigo una experiencia inédita: por primera vez, Marulanda invitó a 25 personas del público a subir al escenario en cada obra para vivir la música desde la cercanía del atril, sintiendo la vibración de los instrumentos, la tensión y la comunión del ensamble desde adentro. Una perspectiva diferente, un experimento sensorial que dejó a muchos conmovidos.
Juan Pablo Correa González, uno de los asistentes, lo confirma: “Estos espacios deben permanecer porque siguen convocando a mucha gente. Vienen personas de todos los estratos, con diferencias de nacionalidades, y es hermoso ver eso. Hoy la ciudad se viste de fútbol y el clima no es el mejor, pero aquí estamos, disfrutando de un repertorio exclusivo, de esos que no se repiten”.
Para Juliana Cardona Trujillo, la orquesta es más que un evento cultural: es un espacio de bienestar y sanación. “Si pudiera definir nuestra orquesta en una palabra, sería ‘presencia’. Cuando suena, todo se llena de ella. Es imposible ignorar la memoria y la emoción que evoca”.
Así comenzó la temporada 2025 de la Orquesta Sinfónica de Caldas, con una ciudad dividida entre el estadio y el teatro, pero con un público que, sin importar las circunstancias, sigue eligiendo la música como un acto de encuentro y resistencia.
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