En gustos se rompen géneros, en especial a la hora de escoger un libro, es así, como nos vemos influenciados por muchos factores a la hora de adquirir uno: el diseño, el autor, trama o nos fijamos si está en la lista de los Best Seller. Sin embargo, es imposible considerar la calidad de un libro de buenas a primeras, decir si es bueno o malo, porque muchas veces la obra del autor queda perdida en su escritura y no nos atrevemos a ir mucho más de sus letras, caso que le pasó a Andrés Salgado con su primer libro.
Texto por: Diana B. FrancoIlustración por: Ruana Rota
Conocido libretista de series como ‘De pies a cabeza’, ‘Tiempos difíciles’ y ‘Cartas de Amor’, y de telenovelas como ‘Perro amor’, ‘Juegos Prohibidos’ y ‘El Joe, la leyenda’, nos presenta su primera novela titulada ‘Martirio’. Bajo el apoyo de la editorial E-DITORIAL 531, Martirio es clasificado como ficción transgresiva, género que trata temas tabúes como la drogadicción, la sexualidad, la violencia, el incesto, la pedofilia y la delincuencia.
La obra, pone las calles de una Bogotá a finales del siglo pasado como el escenario donde se vivirá la historia de Alberto, el protagonista, un músico, quien toca el bajo eléctrico y se nos muestra como un personaje con cero ideales, pesimista, oscuro y quien vive solo para sobrevivir por lo menos hasta que conoce a Shoshana, una mujer deliciosa y misteriosa al que le podemos dar el rostro de nuestras más profundas fantasías.
Más allá del sexo, palabras sucias y oscuridad
“Escribir es un acto de contemplación mental”, comentó el libretista en alguna ocasión. “Mientras que un guión para televisión es apresurado, una novela es pausada, se medita cada palabra que se escribe”, pudo contemplar el estrenado novelista durante la creación de su obra.
“La creación de martirio tuvo que ver mucho con una situación personal que me estaba pasando en ese momento, la muerte de mi padre, ese hecho en mi vida causó en mi mucho dolor y no tenía forma de poder desahogar. Así que lo que reconocí en mí, fue una persona que necesitaba escribir para dar paso a ese dolor, de esa forma nació Martirio”, expresa salgado frente a su novela.
Es ese dolor, el que podemos contemplar en el odio visceral de Alberto, cuando reclama que el mundo le debe algo o solo vive por vivir, y es como el lector, que apartando las palabras pesimistas, puede encontrar un personaje más complejo que tal vez a lo largo del camino descubra que perdió algo.
“Detrás de esa angustia y sufrimiento, hay una gran verdad. Yo le tengo alergía a esos personajes felices, donde no pasa nada, esas historias realmente me saben mal, creo que son mentirosas”, agrega Salgado, quien rescata las diferentes matices que nos puede ofrecer un protagonista marginado: “El mundo nos ha acostumbrado a historias de ganadores y personas felices, y creo que hay que darle lugar a esos personajes perdedores, porque en el fondo todos somos así, inadaptados y estamos igual de perdidos. Esos personajes muestran mucha más verdad al estar más cerca del dolor”.
¿Y Shoshana? El otro lado de la moneda, alguien tan ‘sobrenatural’ que nos deja la duda de su existencia misma, ¿qué hay de ella? ¿De esa representación de un placer culposo que nos invade a cualquier oportunidad? ¿Qué representa? “Shoshana no hace parte de una sola mujer, ella es los pedazos de cientos de mujeres, el amor final de los hombres”, aclara el ecritor.
martirio
Este libro no será nada semejante a lo que estamos acostumbrados a ver sobre el trabajo de Andrés Salgado en la televisión, quedan de lado las historias rosas y puras, para darnos contra una realidad más cruda. “Martirio no es libro para leer de manera liviana, hay que leerlo sin pretensiones, ver más allá de lo pornográfico, soez y vulgar; hay que encontrar una historia mucho más poderosa. Pero como en Colombia no estamos acostumbrados a este tipo de narraciones, por decirlo de alguna forma, a mí me tocó bailar con la más fea”, destaca Andrés y concluye que espera que por medio de esta obra, la gente pueda comprender que a través del dolor hay mucho aprendizaje, y que esconderse o fingir que las cosas están bien hace que nos perdamos mucho más.