Ningún país se ha visto indemne a un desastre natural, a su buena dosis de revolución o a tener entre sus ciudadanos personas abandonadas por sus familiares. Todos estos desoladores y nostálgicos momentos son los que alimentan la memoria de Sofía, Pedro Pablo, y Ricardo. Estos personajes se convierten en la tripleta de protagonistas que dan vida a la obra de teatro La Ciudad Vacía.
Exhibida en El Galpón de la Universidad de Caldas, La Ciudad Vacía es una obra con talento traída desde Nicaragua por la compañía de teatro Justo Rufino Garay, escrita y dirigida por Lucero Millán e interpretada por René Medina, Jhosay Peralta y la autora. Muestra en la puesta de escena las impresiones que tuvo Millán al visitar por primera vez Managua en 1979 y lo que encontró durante su viaje fue una capital hecha polvo por un terremoto que azotó el país en el año 1972 y una revolución que empezaba a retumbar por sus calles.
Con una luz cenital iluminando a los actores, la transformación de la escenografía en cualquier lugar de Managua (ya que no está cargada de paisajes descriptivos en el fondo), los diálogos y algunos objetos, le permite al espectador la oportunidad de dar rienda suelta a la imaginación.
La pieza se mueve sin seguir un orden lineal y con el uso de distintos flashbacks se conoce el pasado de Sofía, quien da inicio a la faena y se presenta como alguien alegre con deseos de unirse a la revuelta, pero lo que en realidad encuentra son líderes corruptos con rostros nobles. En su camino conoce al perturbado Pedro Pablo, quien no supera el terremoto que lo separó de Mariquita, su amor. Por último aparece Ricardo el soñador, que guarda la esperanza de encontrar a su padre.
Estas tres historias se unen en las tablas para enseñar las ilusiones y desencantos de la psique humana, y cómo el pasado muchas veces forja nuestro carácter y el deseo de la felicidad siempre está presente en el corazón. Es así que las personas añoran superar sus incertidumbres y llenar en su camino –en este caso- La Ciudad Vacía.
Para concluir, la presentación teatral muestra esas verdades universales que cualquier persona que las vea, puede identificar y crear al mismo tiempo un enlace de empatía con alguno de los personajes, donde al poder visualizar una ciudad hecha escombros entendemos que no es señal del fin de un pueblo, y que es la misma gente la que hace la historia de su nación, donde en cada esquina podremos encontrar a una revolucionaria entusiasta, un enamorado en conflicto o un joven que solo quiere un brillante futuro.