El Bus Viajero es un proyecto artístico que surgió y se desarrolló en la Clínica San Juan de Dios de Manizales. En él, 21 pacientes tuvieron la oportunidad de expresarse de forma profunda, de sanar y procesar sus emociones a través del encuentro entre el arte y la terapia.
Fotos: Tatiana Guerrero y Carolina Castaño
Texto: Tatiana Guerrero
Hace más de un siglo, el renombrado pintor impresionista Vincent Van Gogh plasmó su célebre «Noche Estrellada» mientras estaba internado en el sanatorio Saint-Rémy-de-Provence, donde pasó sus últimos días.
Hoy, esa proeza artística encuentra resonancia en 21 pacientes de la clínica San Juan de Dios, en Manizales. Durante tres meses, los asistidos desarrollaron una serie de obras que se exhibieron en la Pinacoteca de Bellas Artes, en el barrio Chipre, y que hace parte de la programación de la Semana de los Museos, que se celebra por estos días en la capital caldense.
Aunque este autor suele centrarse en dibujar gallinazos y paisajes, para esta exposición decidió aventurarse en un nuevo tema: un barco. “Me pidió que le trajera una referencia de un barco para su pintura”, comenta Castaño.
La exposición ha sido bautizada como el “Bus Viajero”, en homenaje a uno de los pacientes que se ha dedicado a retratar autobuses y automóviles. Así, un autobús que evoca la fisonomía de una chiva o bus escalera, marca el inicio de un fascinante viaje que mezcla emociones y sentimientos complejos, a menudo indescifrables.
El origen del Bus Viajero
La génesis de este proyecto tiene sus antecedentes en el 2022, cuando la clínica decidió implementar un modelo terapéutico a través del ejercicio creativo del arte. El proyecto inició con la llegada de una artista escénica, y poco después, se unió Carolina Castaño Castaño, una destacada artista de artes plásticas de Manizales.
Esta pintura sirvió de inspiración para titular la exposición. El artífice de esta obra es un paciente que todo el tiempo dibuja buses, jeeps, camiones, entre otros.
“La clínica vio en el arte una herramienta sumamente poderosa para apoyar los procesos terapéuticos de los pacientes. Ha sido muy precioso ver cómo ellos se permiten gestionar emociones, encontrar su propia voz, su expresión, desahogarse sin tener que nombrar lo que ellos no son capaces de nombrar muchas veces”, explica Carolina.
Ya Aristóteles había señalado la estrecha relación entre la genialidad y la locura. Figuras como Vincent van Gogh, quien sufrió crisis afectivas, y Salvador Dalí, diagnosticado con esquizofrenia, son apenas una bisagra de ese mundo ilegible.
Durante estos años, Carolina se ha convertido en la adalid de todos los pacientes de la San Juan de Dios, quienes tienen diferentes diagnósticos mentales. Sin embargo, para la exposición, la artista trabajó solo con dos grupos de asistidos que hacen parte de las unidades de servicio de larga estancia.
Pertenece a un artista de 65 años, quien ha dedicado gran parte de su vida a la pintura, impulsado por una profunda pasión por el dibujo. Esta pieza es completamente original, sin ninguna referencia externa. A través de la terapia, está fortaleciendo su arte y descubriendo todo su potencial.
Inicialmente, las obras fueron expuestas en la cafetería de la clínica psiquiátrica donde todos los pacientes, sus familiares y empleados fueron espectadores del talento de estos grandes artistas, que asumieron el reto de crear desde los imaginarios de su pasado, presente y futuro.
Posteriormente, la Pinacoteca de Bellas Artes se convirtió en una extensión de la clínica, permitiendo que la ciudad fuera testigo de los procesos artísticos que están revolucionando estos espacios, que aun viven bajo la sombra del olvido y el tabú.
Las figuras que protagonizan estos cuadros incluyen pollos, tazas y camiones, elementos que los autores suelen repetir en cada una de sus creaciones. Además, las pinturas tienden a ser abstractas.
“Buscamos que las personas se den cuenta que en estos lugares donde se cuida la salud mental y que aún nos cuesta mencionar, porque hablar de la clínica psiquiátrica todavía sigue siendo un tabú, es donde el arte es potente y sanador”, reflexiona Castaño.
En las pinturas se puede observar una variedad de técnicas y representaciones, que abarcan desde el paisajismo, lo figurativo y lo abstracto, hasta concepciones religiosas, personajes de series favoritas y estrellas del fútbol. La profesional subraya que el paisaje es uno de los elementos más recurrentes en los lienzos.
«Los paisajes les producen calma, ya que es un ejercicio que los hace sentir tranquilos. También reflexionan sobre el carácter contemplativo del paisaje y piensan en el lugar donde desean estar, un lugar de serenidad», agrega Carolina.
El autor de este cuadro suele representar cabras en sus obras, ya que para él, estos mamíferos simbolizan la soledad.
Libertad creativa en cada pincelada
En 1945, el escultor y pintor Jean Dubuffet acuñó el término Art Brut para describir el arte creado por personas ajenas al ámbito artístico y sin formación académica.
Según el artista, todas las personas poseen un potencial creativo que las normas sociales tienden a reprimir. Este es el caso del arte producido por autodidactas, inadaptados, marginados, niños, ancianos, entre otros.
Este arte es ecléctico, compuesto por obras que no pueden encasillarse y que se distinguen por no tener un fin comercial.
Castaño retoma este concepto y explica que los pacientes realizaron este ejercicio desde el disfrute y la libertad, sin intenciones de encajar en algún movimiento artístico o representación.
«Es una actividad totalmente libre, no desde la perspectiva de qué voy a hacer o para qué lo voy a hacer, es más desde la intimidad. Lo primero que les digo es que se permite el dibujo chueco, el mamarracho, el error. Finalmente, el dibujo es una expresión propia y antes de aprender a escribir, el dibujo es nuestra primera forma de comunicarnos», señala la profesional.
Ella reconoce que uno de los grandes desafíos de este proyecto fue establecer una comunicación con los pacientes, quienes tienen procesos cognitivos y pensamientos heterogéneos. Por ejemplo, una persona en situación de discapacidad de origen auditivo recibió un acompañamiento especial porque la artista desconocía la lengua de señas.
Este cuadro, aunque se basa en una referencia, presenta varias modificaciones. Su creador es un amante de la naturaleza, quien asocia el mar con la tranquilidad y la calma.
«Creamos un lenguaje íntimo en el cual él me pedía ayuda y yo trataba de explicarle sin hablarle. Hubo un acompañamiento muy personalizado porque algunos enfrentan dificultades mayores a nivel cognitivo, y desde la individualidad nos sentábamos y elegíamos los colores y el material», añade Carolina.
Este proceso ha sido muy satisfactorio para Carolina, pues algunos asistidos han encontrado en el dibujo y la pintura una nueva identidad. Incluso, pacientes que han egresado de la clínica retomaron su pasión por el dibujo y la pintura y han emprendido proyectos artísticos que en algún momento habían quedado en el tintero.
“Ciertos asistidos lo disfrutan, pero hay quienes han encontrado su propia expresión y voz. Muchas veces decían que no tenían ni idea que servían para eso, pero encuentran su talento, se permiten entenderlo y logran hacer una catarsis increíble”, concluye la profesional.
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