¡Con ustedes los payasos! Manizales capital del circo colombiano

Alejandra Pizarnik

Un circo es un espectáculo artístico en el que se incluyen actores, payasos, ilusionistas, trapecistas, entre otros para generar sensaciones extra cotidianas a los asistentes. Los cirqueros se caracterizan por ser viajantes que recorren las ciudades llevando sus sorprendentes actos en carpas itinerantes.

La idea de circo está asociada a las practicas recreativas de tradición greco-romanas en las cuales se utilizaba un coliseo para centrar la atención de los reyes y ministros, al tiempo de congregar asistentes en torneos de muerte entre gladiadores y bestias feroces. En estos circos se efectuaba la acrobacia, contorsionismo o equilibrismo, como parte de las dinámicas de defensa y ataque por la sobrevivencia en la arena, el circo contemporáneo nace en Inglaterra y es adaptado por el londinense Philip Astley en 1768 incluyendo actividades  de entretenimiento itinerante, con el uso de carpas y gradas que recorrían los pueblos llevando atracciones artísticas, fenómenos humanos y animales domesticados. Actualmente los derechos animales han permitido que se transforme el circo en un espacio libre de maltrato y es por eso que no hay espectáculos con animales, no obstante, otras prácticas se siguen realizando a partir del cuerpo y las técnicas dramatúrgicas.

Laboratorio Nacional de Circo

Manizales es la sede del quinto laboratorio Nacional de Circo, el cual incluyó a 60 circenses de diferentes ciudades del país (Leticia, Medellín, barranquilla, Cartagena, Chinchiná, Manizales, Villamaría, Quibdó, Bogotá, chía, Zipaquirá , Maicao, Villavicencio, Pasto, Cúcuta, armenia, Pereira, Girón, Piedecuesta, Ibagué, Cali y Tuluá), quienes fueron acogidos por la ciudad y el centro cultural Teatro los Fundadores durante 10 días en los que  recibieron clases de circo contemporáneo, incluyendo  diferentes espacios desde las artes escénicas y coreográficas.

Las emergentes necesidades de crear y fomentar los valores nacionales a través del arte circense se promueven desde el Ministerio de Cultura, lo que permite reflexionar sobre el cuerpo y las artes escénicas mediante el Laboratorio nacional de Circo.

Este proceso de formación circense estuvo a cargo de tres maestros de las artes: Jimmy Rangel, especialista en dramaturgia corporal; Andrés del Bosque, maestro en bufonería de reconocimiento internacional por su trabajo en creación de personajes y Jorge Mario Escobar, maestro en técnicas de improvisación y clown. Ellos tres hicieron un acompañamiento en creación, improvisación, esquemas actanciales, dramaturgia corporal a fin de perfilar los conocimientos de los participantes.

Muestra final Quinto Laboratorio Nacional de Circo – Manizales

El producto final de esta muestra tuvo lugar en el Teatro los Fundadores de Manizales el pasado 26 de septiembre, Andrés del Bosque hace una presentación del quehacer cirquero a partir de la obscenidad, elemento recurrente por parte de los bufones quienes se valen de la risa y la jocosidad para causar diversión y entretenimiento.

Se sube el telón con melodías de circo, y la presencia de músicos en vivo, la figura típica del payaso torpe se gana la confianza del público, mientras el elemento de inexperiencia permite que los espectadores interactúen directamente con la puesta. Para esta muestra se tienen en cuenta las técnicas circenses más reconocidas, como son globoflexia, malabares, acrobacia y clown.

Puesta en escena que dura aproximadamente 90 minutos, más que una obra de espacio convencional se muestra como una confesión del cuerpo que configura la ciudad, pero es invisibilidad. El valet como elemento simbólico de lo clásico, figura la realidad de un narciso moderno y  el imaginario de belleza que hoy transforma la realidad del hombre reducido a símbolo de sexualidad de la actualidad, culto al cuerpo rebelado por el arte y que se vuelve la voz silenciosa de la época.

“La memoria no existe, desapareció”

menciona uno de los bufones, mientras le dan muerte simbólica a la patria y entre payasos asisten al funeral de la guerra.

Si bien la creación artística no pretendía tener un tono político, la figuración de los elementos discursivos permite generar una reflexión sobre el estado actual de las nacionales modernas, en ellas la idea de monstrificar y prostituir a los pueblos en un juego de dominación, que se va transformando con la música de Édith Piaf hacia los pueblos unidos que se ven atravesados por sentimientos de soledad, angustia y desolación.

Una necesidad recurrente por parte de los artistas es hacer de la calle un lugar de enunciación donde los cuerpos también hablan, es por eso que los desprotegidos hijos de la noche, que recorren la ciudad se hacen personajes del teatro, una apuesta social que permite reconciliar episodios cotidianos de la vida en la ciudad.

De nuevo la música establece un alto y con las tonadas de una Armónica, se habla de la paz, imagen divinizada que mira a lo lejos mientras el bufón le suplica, pero continua inmóvil, permitiendo que la transvistan por una paz popular que puede ser hasta cabalgada.  El encuentro con el otro, hace parte de la propuesta desde el cuerpo y la desnudez.