El 25 de noviembre se celebró el Día Internacional de la No Violencia de Género. Las guapas de la Galería de Manizales decidieron visibilizar sus historias a través del teatro y así sensibilizar a la sociedad sobre la discriminación. También varios colectivos exigieron por los derechos de las mujeres y las trabajadoras sexuales en la Marcha de las Putas.
Fotos por Mauricio Arango y Andrés Ríos
En Colombia ser guapa significa dos cosas: belleza y berraquera. Pero en Manizales tiene un concepto adicional y es sinónimo de ser echada pa’lante. La denominada Calle de las Guapas en la Galería es un espacio de encuentros y desencuentros que se resignifica a través de la lucha de sus mujeres.
Al pisar este territorio en la ciudad se pueden percibir las miradas de rechazo y desaprobación de los transeúntes que se aproximan a la calle. Es un lugar que ha sido relegado a través de los años, y desde hace un tiempo ha ido creando una identidad distinta gracias a la lucha de las mujeres que lo habitan y a colectivos como Armario Abierto y la Corporación El Faro.
Esta calle, conocida también como la Calle de la Penicilina, alberga a las trabajadoras sexuales transgénero, transexuales y cisgénero. Para entender el resto del artículo es necesario aclarar la diferencia entre estos conceptos. Mujer transgénero: persona que nace con genitales masculinos y su identidad de género es de mujer. Mujer transexual: persona que nace con genitales masculinos y se identifica como mujer, por lo que decide realizarse una operación. Mujer cisgénero: persona que nace con genitales femeninos y su identidad de género es de mujer.
Diana Marcela Orozco es una trabajadora social que se unió a la Corporación El Faro, y al acercarse a las guapas decidió visibilizar las historias de cuatro de ellas ante la sociedad manizaleña para generar un reconocimiento de sí mismas, y de ciudadanas que tienen derechos y son parte de la sociedad. Junto a los estudiantes de Artes Escénicas de la Universidad de Caldas, Alejandra Molina López y Brayan Estiven Sepúlveda, montaron la obra Porque la calle es de guapas, espectáculo que se presentó el pasado 25 de noviembre en el Teatro El Escondite frente a 230 personas en tres funciones seguidas.
Brayan cuenta que desde hace tiempo quería trabajar con esta población porque son una parte de la comunidad LGBTI que sufre más discriminación que el resto en el ámbito de salud, justicia y en el transitar por la ciudad. Paula Andrea Aponte, más conocida como Paulina, es una de las guapas que salió a escena y comentó que la idea de la obra era mostrar que “nosotras no somos solo las chicas que se paran en una esquina y se visten de forma vulgar, nosotras tenemos mucho que mostrar”.
Cuatro guapas, cuatro historias
Junto a Paulina actuaron Shaira Maritza Franco Ramírez, Yolanda Villa y Lorena Velásquez, mujeres transgénero y cisgénero. En el escenario cada una representó a través de sombras su historia y sentimientos. Diana Orozco contó que a partir de esas sombras querían representar que las guapas se sienten invisibilizadas y calladas, situación que cambió el día de la presentación pues fueron escuchadas, aplaudidas y valoradas como mujeres.
El proceso de montaje de la obra duró tres meses en los cuales se realizaron distintos encuentros con las guapas para acercarse a ellas, conocer sus historias, identificar sus habilidades artísticas y crear juntos la obra. Pasaron tiempo con estas mujeres en distintos espacios como el puesto de dulces y comida de Maritza, Yolanda y sus hijos; cantaron con Paulina, y acompañaron a Lorena, de quien Diana dice que es una lideresa innata, pues siempre toma la voz y denuncia las injusticias.
Para construir las historias de cada una se priorizaron sus voces y se transcribieron sus testimonios. El guion tuvo varias modificaciones ya que ellas decidían qué querían contar y cómo querían que las vieran. Diana cuenta que “la idea es que ellas estuvieran ahí presentes y no otros hablando por ellas, ellas mismas son las que exigen que les respeten los derechos”.
Cada una de las guapas ideó su propio escenario, Paulina quería una mini-tarima y su micrófono, Maritza deseaba las mariposas y el maquillaje, Yolanda se empeñó en mostrar a sus hijos y Lorena tuvo un espacio con aspecto de los años 60 con botellas de vino y flores.
«El proceso fue muy duro pero delicioso porque nos gustó mucho, Diana es una guapa más, una guerrera como nosotras”, afirmó Lorena. Agradeció la asistencia de tantas personas que decidieron conocer una parte de cada una de ellas. En su fragmento de vida contó sobre su transición y su temprano abandono del hogar.
Transformación social a través del arte
“Ese día marcamos historia en Manizales porque se reunieron las guapas con toda la gente, no estaban en la calle y el resto mirando desde una buseta donde las juzgan, sino que estaban en un espacio donde las aplaudían y valoraban como personas. Significa que hicimos bien el trabajo”, agregó Brayan Sepúlveda.
Él explica que se tiende a analizar lo diverso y lo distinto aislado y se critica a los demás pues no se entiende cómo es su realidad y cómo se ha construido, entonces actos como este permiten cambiar esquemas mentales para eliminar estereotipos y discriminación. Maritza Franco Ramírez, lideresa de las guapas y presidenta de la organización Armario Abierto, manifestó que con la obra quieren “mostrarle a la gente que somos personas del común, que realizamos las mismas actividades que todas las personas, tenemos los mismos derechos y deberes, y podemos transitar por cualquier parte de la ciudad sin ser señaladas por nuestro trabajo”.
Esta obra, presentada el Día Internacional de la no Violencia hacia la Mujer abrió la discusión sobre el género o la identidad de género. Maritza declaró que no importan los genitales. “El género es como tú te sientes independientemente de los genitales que tengas, el tener pene o vagina no define lo que soy. Soy como soy, soy felizmente una mujer con pene y amo ser lo que soy”.