Una puesta en escena teatral, unos personajes raros y arreglos musicales milimétricamente cuidados, hacen parte de la construcción de Puerto Candelaria, el combo de los niños inquietos de la música colombiana que cumplen 19 años de carrera.
Texto por Eloisa Castillo | Polifonía Urbana
Fotos por Andres C. Valencia
La experimentación de la cumbia como referente principal ha llevado a Puerto Candelaria de gira por los cinco continentes. El chucu chucu se mete por las venas de sus integrantes y recorre todos los glóbulos rojos cuando se suben al escenario; la energía del baile irradia el ambiente y extrañamente, todos los presentes empiezan a mover sus esqueletos al escuchar las notas del piano del Sargento Remolacha.
“Uno se monta a un escenario sin expectativas, sin esperanzas, sin fe: todo lo que se va a construir en el momento tú lo tienes que hacer y lo que va a suceder, tú haces que suceda”,
son las palabras de, Juancho Valencia, el líder de la agrupación antioqueña que conecta con todo tipo de público, gracias a su trayectoria y conocimiento en la música.
Los Candelarios se definen como ‘unos nerds de la música’ pues siempre están estudiando, buscando como aprender de cada género y estilo musical; esa esencia inquieta hace que cada disco y cada concierto hagan fluir la hemoglobina de manera única.
Los momentos especiales en el escenario se transmiten en una atmósfera de fiesta macondiana, que tiene su momento para cada personaje que deja su marca en la interpretación de una melodía, un mensaje, un bailoteo, sin que se deje escapar una reflexión conjunta por las sensibilidades sociales en el mensaje de sus canciones.
Cada integrante encarna un álter ego que aporta la magia en el ritmo de Puerto Candelaria, como es el caso de Juancho Valencia, conocido como el Sargento Remolacha, con un tono de humor, teatralidad e irreverencia pone a bailar y cantar al que sea. Esa habilidad, también ha oxigenado la música colombiana en una evolución creativa.
“La educación musical en Colombia en los últimos 20 años ha evolucionado mucho y ha sido el momento en la historia del país en el que más ha crecido el desarrollo académico de la música. Estamos entrando en un nuevo capítulo que es el desarrollo creativo”, es la referencia del Sargento.
El momento de la música colombiana
El aspecto positivo de esta transformación hace referencia a la construcción de ideas; a no solo tocar las ideas de otros sino a desarrollar la interpretación, adaptar y experimentar con instrumentos diferentes a los convencionales y alcanzar la profesionalización musical que permita cosechar esas ideas creativas.
“El mundo es muy diverso y hay otras maneras de vivirlo y pensarlo”, alude al hablar de las tendencias y el mainstream, del que considera que Colombia no tiene una escena, pues entre otras cosas, el público nacional, que constituye la otra parte del proceso musical tiene una construcción de conocimiento y criterio de menor nivel que necesita aumentar e igualar el horizonte que viven los diferentes géneros musicales.
Y como no creer en el criterio de Juancho, que aunque es músico forzado por su padre, es toda una autoridad en la producción musical latinoamericana. Un Grammy Latino a mejor Álbum de Música Clásica, dos nominaciones al Latin Grammy y una al Grammy Anglo hablan de porqué es considerado el camaleón de la música en su recorrido por más de 60 ciudades en el mundo.
El folclor en el siglo XXI
Con el honor que hace a su diversa esencia musical presenta lo más reciente con Puerto Candelaria “Yo me llamo cumbia”, un álbum con experimentación de las cumbias orquestadas del folclor nacional con el sello del ritmo fusión de la agrupación.
Además, para celebrar las casi dos décadas de los Candelarios, se cocina “Cinema Trópico”, la sexta producción. “Estamos encerrados en el estudio y luego saldremos de gira por tres meses en Europa con más de 50 conciertos fuera del país”.