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La obra invisible del Festival Internacional de Teatro de Manizales

Texto por: Tatiana Guerrero

Fotografías: Andrés Camilo Valencia

Existe una obra que se gesta en las sombras, antes de que las luces del Festival Internacional de Teatro de Manizales (FITM) iluminen los escenarios. 

Parece ser la antítesis de los espectáculos convencionales, pues cobra vida sin telones, sin público expectante, sin la pompa de la cartelera oficial. No hay boletos agotados, ni ovaciones al final de la función, pero su importancia es indiscutible. 

Lejos de los reflectores, la función se repite todos los días, en talleres donde hay una dramaturgia oculta que está dotada de onomatopeyas: del martilleo de la carpintería, el siseo de la lija que perfecciona, el  trazo de los pinceles, el  zumbido del compresor, las risas y conversaciones de los actores naturales, casi anónimos.

Ellos, los creadores invisibles, son los que levantan escenarios, pintan decorados y gestionan cada detalle del espacio dramático. Con sus manos, disciplina y fuerza dan forma a la magia que, semanas después, será aclamada por el público.

Aquí nos proponemos revelar esta obra inédita a través de la experiencia de estos personajes, quienes han pasado años tras bambalinas de una de las fiestas culturales más emblemáticas de Latinoamérica, que este 2024 celebró su 56ª edición.

El almacenista

Óscar Gutiérrez Mejía se desplaza con destreza en un escenario que recrea con precisión una pequeña ferretería.  Martillos, cinceles, tijeras, tornillos, destornilladores, pinturas, son apenas un epítome de todas las herramientas que Óscar cuida y distribuye en su rol de almacenista. Durante la década que lleva en el Festival, también ha apoyado en la bodega, transportando y montando las escenografías de las piezas teatrales. 

Aunque ya está jubilado, Mejía nunca falta al llamado de cada edición del FITM. Para él, es la oportunidad de reencontrarse con los amigos que ha cultivado en estos diez años, y de aportar desde su oficio al éxito de este encuentro de la dramaturgia en el continente americano. 

El utilero 

En 1995, el equipo de utilería del FITM recorrió cada rincón de la ciudad en busca de un vehículo que formaría parte crucial de la obra Romeo y Julieta, presentada por la compañía Galpão de Brasil. Al frente de esta incansable búsqueda estaba Luis Ariel Pineda, quien lleva 30 años como coordinador de utilería. Finalmente, el auto, que se convertiría en el inesperado protagonista sobre el escenario del Teatro Fundadores, fue descubierto en una funeraria del municipio vecino de Villamaría.

Este episodio ilustra a la perfección la labor de Pineda: un auténtico buscador de tesoros. Aunque las compañías a veces solicitan objetos tan simples como un florero, también pueden necesitar coches antiguos, que Pineda rastrea con la misma dedicación y entusiasmo, aunque parezca una misión imposible.

El carpintero

El carpintero es al Festival lo que Geppetto es a Pinocho. Desde hace dos lustros, este personaje es quien fabrica, diseña, y adapta toda la escenografía que requieren las obras. Ha creado desde lo más simple, como lámparas, hasta lo más desafiante, como objetos giratorios y nevados que explotan.

Su destreza como carpintero lo ha convertido también en un embajador de la economía circular, ya que los materiales que utiliza en cada edición del Festival son reciclados para dar vida a nuevas estructuras que brillarán en futuras temporadas.

El transportador

Rafael Valencia suele decir, con una sonrisa, que “dejó el biberón y enseguida se sumó al FITM,” y es difícil contradecirlo, pues lleva 33 años al frente de la coordinación de transporte del Festival. 

Como anfitrión incansable, Rafael es el responsable de la logística que mueve escenografías a lo largo y ancho de la ciudad, así como del traslado de los actores hacia sus presentaciones, tanto en Manizales como en municipios cercanos.

Entre las muchas anécdotas que ha vivido, hay una que resuena en su cabeza: en 2013, durante la 45ª edición del Festival, el país fue escenario de una de las protestas agrarias más relevantes de los últimos años. En medio del caos y la incertidumbre, Valencia y su equipo se vieron obligados a transportar las escenografías en buses grandes, ya que el acceso para los camiones en Manizales estaba bloqueado.

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El productor general 

Desde 1985, Julián Arbeláez Tobón ha sido un pilar fundamental del FITM como productor general. Él es el eje central de una vasta red de coordinación que se comunica con todas las compañías teatrales, asegurando la perfecta ejecución de cada etapa del Festival: desde la preproducción y producción hasta la postproducción de toda la parrilla del evento. 

La labor de Julián, junto a su equipo de confianza, abarca todas las áreas cruciales: escenografía, iluminación, maquillaje, vestuario, utilería, entre otras, garantizando que cada detalle esté perfectamente orquestado para que todo sea posible.

En esta obra oculta del FITM, cerca de 450 actores locales desempeñan sus roles con una devoción silenciosa, siguiendo un guion que, aunque invisible, es fundamental. Estas historias son solo un fragmento de los esfuerzos que hacen posible la magia de cada edición del Festival Internacional de Teatro de Manizales.

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