Cuatro mujeres tocan tambores y hacen beatbox, el ensamble bogotano bucea en la música tradicional para encontrar tesoros en la voz y la percusión.
Texto por: Diana Castro Roa
Fotografías por: Juan Camilo Betancourt
La música de La Perla es tan natural como la madera y el cuero de sus instrumentos. El ensamble bogotano ha recorrido gran parte de los festivales de tambores del país, también han llevado la diáspora de la cumbia a México y Chile. Luego de su primer EP ‘Paren la Bulla’, las perlas se preparan para retumbar en más escenarios.
[responsive-slider id=20207]
Un grupo de semillas recorre el interior de una maraca, antes de girar por completo en el totumo vacío, caen con un golpe seco hacia la base del instrumento. El movimiento se repite rítmicamente en la mano derecha de Diana Sanmiguel.Tres pasos a la izquierda, el cuero del tambor alegre comienza a calentarse por los golpes de Giovanna Mogollón, quien se prepara para el primer repique de la noche. En la esquina derecha Karen combina los golpes graves del bombo con el sonido de una campana plateada similar al cencerro de una vaca.
Antes de conformar el proyecto musical, las integrantes se distinguían entre sí por frecuentar ruedas de cumbias, toques y festivales de música tradicional de la Costa Caribe colombiana. Karen, gaitera de la agrupación inició con la idea que se materializó en 2014, pero la experiencia individual de las perlas es de entre 12 y 15 años.
Los festivales son escuelas
Para aprender una música viva (es decir, que no se enseña con partituras, tutoriales o academias) la mejor escuela es la calle, y en específico todos los pueblos que una vez vieron nacer géneros como el porro, bullerengue o mapale. Estos territorios tienen la costumbre de efervecer cada año con sus festivales musicales: mares de gentes caminando por las calles destapadas, músicos con los ojos cansados de no dormir y las manos inflamadas de tanto tocar, más grupos musicales que esquinas en todo el pueblo.
La Perla estudió en aquellos festejos, mapeó cuanto festival había por recorrer y charló con maestros gaiteros. Uno de sus mayores logros fue recibir el premio mayor en el Festival de Gaitas en Ovejas (Sucre). No solo por la decisión del jurado, si no por el apoyo de amas de casa, transeúntes y vendedores ambulantes.
Los regionalismos no han traído problemas a La Perla, dicen nunca haberse sentido excluidas por ser mujeres y cachacas. Los años de discriminación musical se quedaron en los sesenta, actualmente el centro del país goza con oferta y demanda para mover las caderas. Trabajos como el de Totó la Momposina, Leonor González Mina o Sonidos enraizados reactivó músicas desvaloradas.
Puedes leer: Caminando con Totó la Momposina
“AHORITA TU VES EXTRANJEROS DE TODO EL MUNDO EN LOS PUEBLOS DE LA COSTA QUERIENDO APRENDER TAMBORES, ESO ES BACANO POR QUE LOS MAESTROS DE MÚSICA TRADICIONAL RECIBEN UN RECONOCIMIENTO JUSTO POR LO QUE HACEN… LOS GRUPOS COMO EL NUESTRO Y DE OTROS ROLOS QUE FUERON A LA COSTA, HICIERON QUE LA POBLACIÓN DE ALLÁ SE VOLVIERA A INTERESAR POR ALGO QUE ELLOS VEÍAN COMO MUY NORMAL, Y QUISIERAN TAMBIÉN RETOMAR SUS RAÍCES”, COMENTA DIANA SANMIGUEL.
La diáspora de la música tradicional Colombiana también ha florecido en México y Chile, ambos países tienen grupos, alumnos, comparsas… en palabras de Yesica “cantaoras y bullerengueras a la lata”. La Perla recorrió estos territorios en 2017 y 2018 respectivamente, además de las presentaciones, estas mujeres dictaron talleres de percusión y voces.
“DEBEMOS DEJAR CLARO QUE NUESTRA FORMA DE TOCAR NO ES LA ÚNICA, CADA MUNICIPIO EN LA COSTA TIENE UN ESTILO DIFERENTE… FINALMENTE LO QUE NOSOTRAS ENSEÑAMOS ES UNA VISIÓN DE LA COSTA PERO DESDE LA CAPITAL”, EXPLICA GIOVANNA MOGOLLÓN.
[responsive-slider id=20211]
¿Qué es lo que suena?
En 2017 se publicó el EP ‘Paren la Bulla’, un sancocho sonoro de trece minutos. La cocción tardó dos años y una receta echada a perder, pues el primer intento de grabación falló desproporcionadamente.
La canción que da nombre al EP nació en una casa de campo, por esos días se quemaban los cerros orientales de Bogotá. Mientras las redes y la prensa lamentaban la crisis ambiental de la nevera, las perlas componían en otros cerros más afortunados que los convertidos en cenizas. Aquella casa de campo también echaba humo… de una fogata controlada. ‘Aquí no hay incendio, hay tremenda verbena’ reza el coro de la última canción del Extended Play.
‘El enamorao’ camufla la fijación que tiene el grupo por volver cada año a los festivales en una historia romántica: un hombre promete volver una y otra vez a una rueda de baile para ver el tumabo de una chica.
Bruja es un sencillo posterior a Paren la Bulla, Sanmiguel tenía la idea de “hacer una respuesta a tanto palo que nos han dado a las mujeres por todo tipo de cosas, por santa, por zorra, por salir… como una mofa. Si somos unas brujas y ya, no jodan más… pero nunca lo pensamos como el himno de una causa, esta canción es más bien para los excluidos”.
La canción se compuso en un día y es una de las más aclamadas por el público. “También queríamos hacer un mapalé por que todo el mundo conoce solamente uno (ese que dice ‘negrita veeeeeeen, prende la vela’) y pues no, había que hacer mapalé a ritmo de la perla”, agrega Mogollón.
Puertos cercanos
La Perla se propone componer y viajar. Ya tienen experiencia con un proceso creativo lento, ahora van a carburar a toda máquina. La canción ‘Qué pasó’ es su trabajo más reciente y habla acerca de “cualquier persona que encauce una lucha la van matando, la nuestra es cantar”. De igual forma, están haciendo sus primero pinitos en el vocal sampling, “que básicamente hacer pitos, imitar instrumentos con la boca”, explica Yesica.
Así como la música tradicional habla de ríos y gallinas, la música de la perla relata un ambiente urbano, pero al final de cuentas natural, con enamoraos, injusticias, brujas e incendios. “Finalmente tenemos la libertad de tocar cualquier cosa que esté en el formato de tambor y voces, no es como si nos encerramos en solo rumba o solo denuncia o solo rap o solo cumbia”, finaliza Giovanna Mogollón.