A Ana María Giraldo Gómez le alcanza el tiempo para ser ingeniera industrial con especialización, conferencista, empresaria, escaladora de las cumbres más altas del mundo y mamá. Esta es la historia de una de las deportistas manizaleñas más destacadas y berracas del país.
Texto por Wilton Holguín
Fotografías por Lania Lex
El 24 de Mayo de 2007 los periódicos nacionales publicaron la noticia. Tres colombianas, entre ellas Ana María Giraldo Gómez, alcanzaron la cima del Everest. Se convirtieron en las primeras colombianas en llegar a la cima de la montaña más alta del planeta tierra. Sin embargo, ese no es el único triunfo de una mujer que le caracteriza la disciplina.
Ana María nació en Manizales. Desde los 8 años se interesó por el deporte. Sus padres, de quienes lleva una foto a cada expedición, la incentivaron. Mientras sus hermanos asistían al conservatorio y al taller de dibujo, ella comenzó a nadar y a patinar. A pesar de que tardó demasiado en perderle el miedo a la natación, logró ser campeona panamericana en los 6 kilómetros Aguas Abiertas en San Andrés (1997), ganó medalla de plata en los Panamericanos de Piscina en México (1996) y participó en los mundiales de nadado subacuático en Francia (1995) y Polonia (1997).
Pero a los 19 años decidió dejar la natación: “Simplemente llegué a un punto donde sentí que había aprendido todo lo que quería aprender, dejé de sentir todo el amor que tenía por esto y me retiré en un momento muy importante de la carrera”. Pero, influenciada por su hermano mayor, comenzó gradualmente a practicar deportes de aventura como ir a la montaña, acampar y hacer ciclomontañismo.
“Inicié un camino muy bonito: salí a conocer caminos de la región y de Colombia, comencé a competir en carreras de aventura, las primeras que se hicieron en el país, que involucraban», contó orgullosa.
Por estar en el lugar indicado y en el momento preciso, como ella lo reconoce, conoció al primer grupo de colombianos que subieron al Everest cuando estaban buscando 2 mujeres para el equipo 7 Cumbres, un proyecto de largo aliento que comenzó en 2001 y que tenía como objetivo alcanzar las cimas más altas de cada continente. escalada y trote. Eran carreras de tres días”.
“Me invitaron a hacer la Aconcagua, la más alta de América, y esa fue la puerta de entrada donde me dijeron que los acompañara en todo el proyecto 7 Cumbres”.
Una montaña la llevó a otra, del Aconcagua en Argentina al Monte Ebruz en Rusia; del volcán Cotopaxi al Chimborazo, ambos en Ecuador; del Monte Mckinley en Alaska al Shisha Pangma en el Tibet, y del Everest en la cordillera del Himalaya, al Monte Kilimanjaro en África.“Para mí fue un salto impresionante pasar de los nevados colombianos a las montañas más grandes del mundo, aunque no fuera ni soy la mejor escaladora, solo por mi estado físico y mi pasión por el tema”.
Aunque siempre estuvo donde debía estar para ser parte de las oportunidades no todo es tan fácil. Las cosas se complican cuando se debe buscar un patrocinador, y para eso hay que escribir el proyecto, definir un presupuesto, buscar las empresas que puedan compaginar con el proyecto, conseguir contactos, tener claro el propósito, hasta negociar la ubicación de logos, conferencias, publicidad por redes sociales y solo ahí se puede pensar en hacer la maleta, aunque esto tampoco es tan fácil. Ella por lo regular empaca bocadillos, cubos de aromáticas de panela, pañitos húmedos, una fotografía de sus padres, una libreta de apuntes, una bandera de Colombia, una medalla de la virgen y el infaltable equipo técnico.
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Aunque siempre estuvo donde debía estar para ser parte de las oportunidades no todo es tan fácil. Las cosas se complican cuando se debe buscar un patrocinador, y para eso hay que escribir el proyecto, definir un presupuesto, buscar las empresas que puedan compaginar con el proyecto, conseguir contactos, tener claro el propósito, hasta negociar la ubicación de logos, conferencias, publicidad por redes sociales y solo ahí se puede pensar en hacer la maleta, aunque esto tampoco es tan fácil. Ella por lo regular empaca bocadillos, cubos de aromáticas de panela, pañitos húmedos, una fotografía de sus padres, una libreta de apuntes, una bandera de Colombia, una medalla de la virgen y el infaltable equipo técnico.
Algo más grande que el Everest
Mes y medio sin bañarse, 45 noches para leerse El hobbit, momentos de tensión y días enteros de preparación para alcanzar, lo que para ella es, el momento más bonito en su vida como montañista. “Han pasado muchos momentos bonitos pero sin duda el logro más grande fue alcanzar la cima del Monte Everest, una cosa que ni siquiera estaba en mi imaginario”.
Ahora ella es mamá, le faltan dos cimas para terminar el proyecto 7 Cumbres, pero no todo para ahí, tiene su propia empresa de turismo Kumanday Adventures, donde dirige proyectos como Mujeres a la Cumbre, programa que trabaja en el empoderamiento, preparación mental y física con mujeres que nunca habían imaginado alcanzar la cima del nevado Santa Isabel. Y tiene otro programa con jóvenes donde se encarga de diseñar experiencias turísticas por todo Colombia para que los estudiantes de varios colegios del Eje Cafetero las realicen y logren desarrollar habilidades sociales, laborales y personales.
“Mis hijos Simón y Rafael son mi principal proyecto, les dedico la mayor parte de mi tiempo, aunque a veces aseguran que al ser mamá todos los demás sueños se deben dejar a un lado, yo planeo este año terminar las dos cumbres que me hacen faltan, la montaña más alta de Oceanía y subir la más alta de la Antártida donde mi familia, mi esposo y mis hijos seguramente van a jugar un papel motivacional importante, tengo bastante que hacer», afirma Ana Maria.
Mujeres a la Cumbre 2017