Texto por: Diana Castro
Fotografías por: Erika Pinilla
¡Déjame en paz! Somos una mujer colectiva que grita por la igualdad de derechos, somos miles de historias de violencia normalizada, queremos vivir sin miedo, luchamos día a día por sueños de colores y marchamos por todo el mundo un 25 de noviembre.
En 1981 se celebró en Bogotá, el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. Entre muchas otras cosas, allí se decidió que el 25 de noviembre sería el Día Internacional de No Violencia contra las Mujeres.
Pero no hace falta un día específico para luchar por la igualdad de derechos, porque no hay un día en el que no nos sigan matando. Haga cuentas: una canción dura de tres a cinco minutos, cada siete minutos una mujer es agredida en Colombia, cada 12 ocurre un feminicidio, ose que, mientras suena una playlist de dos horas muy parchadas con buena música, diez seres mueren y 18 son maltratados por el hecho de ser mujeres.
Así que las razones sobran para congelar el tráfico, usar pancartas y exigir libertades que todo ser humano debería tener. Colectivos de toda Colombia se dieron a la tarea en Bogotá de representar sus territorios desde el Planetario hasta la Plaza de Bolívar. Caminaron campesinas, lesbianas, estudiantes, trabajadoras sexuales, madres, asalariadas, mujeres transgénero, mujeres promedio, bisexuales, ancianas; para que vean que los diferentes tipos de mujer no se quedan en la rubia, la morena y la pelirroja.
Las causas presentes exigían repercusiones legales serias en casos de violencia, igualdad económica en salarios y regulación de precios en productos femeninos, mejoras en el sistema de salud para el aborto y métodos de planificación, y la inclusión del enfoque de género en el acuerdo con las FARC-EP.
“Marchamos para una paz más allá de una ausencia de guerra. Nos manifestamos por un país diverso en gentes y equitativo en derechos”.
Afirmó una asistente a la marcha que se reservó el nombre.
En la mañana del 25 el concurso “Cortemos la Violencia”, dio a conocer sus ganadores, el proyecto recolectó vídeos cortos para denunciar y prevenir la violencia de género por toda Latinoamérica; el podio galardonado tiene a Manizales en el tercer lugar con el trabajo de “GUAPAS”. No era menos, para pararse en una calle tan peligrosa y con tanto iguazo suelto hay que ser bien guapa.
La jornada finalizaba con rap y sampleo de 5ta con 5ta Crew, De Loto Mc y Yela Quim. Antes de recibir a Soyla Crew en escena, se anunció el asesinato de Marcelina Canacue, lideresa social del Huila, cuyo nombre se une a la lista de líderes sociales asesinados a partir del 2 de octubre de este año. El público enmudeció, y minutos después continuaron las presentaciones de Soyla, Rebecca lane y DJ Wera loca.
Además de la marcha y el concurso, dos festivales artísticos nutrieron la jornada: “Ni con el pétalo de una rosa”, con un enfoque lúdico para tratar temas de empoderamiento y violencia hacia la mujer; por otro lado KUIR BOGOTA, centrado en la circulación de arte y cine queer que busca explorar las relaciones entre cultura, identidad, género y sexualidad.
“Pero no les ha tocado nada duro, machistas en otros lugares donde una mujer no puede ni hablar, ni manejar carro, ni salir a la calle”.
Iguazo de por ahí.
No haber tenido contacto directo con situaciones de golpes, violaciones, feminicidios o tipos de violencia directa, no significa que ya se esté en un ambiente totalmente igualitario. Son las acciones cotidianas las que naturalizan absurdos. En los casos de divorcio, por ejemplo, es más probable que la madre conserve la custodia de los hijos, incluso si ella tiene comportamientos nocivos con los menores -Son muchas las mamás que lo dan todo por sus hijos, pero no son todas y algunos casos legales sobreponen la figura biológica de la mujer que gesta y pare-. Otro ejemplo de absurdos avalados por el sistema legal se da en los juicios por violación, donde se tiene en cuenta para reducir la pena del agresor, la vestimenta y horario en los que estaba la mujer antes de ser violada.