Del 24 al 26 de junio, la Semana Psicoactiva de Bogotá reunió a ponentes, activistas y público en general, en una jornada en pro de socializar y trabajar en el tema de las políticas públicas en torno al uso de las sustancias psicoactivas alrededor del mundo. Una de sus principales exposiciones fue por la Jornada Mundial por la Descriminalización del Consumo de Drogas, la cual contó con la participación del Alcalde de Bogotá, Gustavo Petro. Dada la actualidad del tema y con motivo de las marchas en pro de la legalización de la marihuana, promovidas y celebradas simultáneamente por diversas organizaciones a nivel mundial durante el mes de mayo, la Revista Alternativa hizo un cubrimiento especial de las movilizaciones llevadas a cabo en las ciudades de Pereira, Armenia y Manizales.
Texto por: Diana Buriticá Pineda
Fotografías por: Andrés C. Valencia
Al estar conscientes de que nuestra región dista mucho de alcanzar las grandes movilizaciones llevadas a cabo en otras ciudades del país y en el resto del continente, como en Buenos Aires que se registró la asistencia de más de ciento cincuenta mil marchantes, nuestro equipo de periodistas marchó sin prejuicios por las calles para recoger miradas, sonrisas y palabras. De esta forma, hacemos visibles las luchas que se libran en la búsqueda de una sociedad incluyente, reflexiva y crítica, que plantee soluciones eficaces a los problemas que nos aquejan. Es además un tema fundamental a la hora de hablar de paz con justicia social.
«Maria Juana», «Mariguana», «María», «Maracachafa», «porro», «bareta», «ganja», «barillo», o como se le quiera llamar al cannabis, es una planta considerada en algunas culturas como sagrada y cuya utilización es milenaria, es mas común en nuestro entorno de lo que creemos.
La Revista Alternativa acompañó las movilizaciones en las ciudades de la región cafetera, el 16 de mayo en Pereira, el 23 en Armenia y el 31 de mayo en Manizales, que buscaban mostrar una cara diferente del consumidor, del consumo, de la cultura que existe entorno a ella y para que sea descriminalizada, pues frente a las mil formas de nombrarla solo hay una manera de adquirirla: bajo el velo oscuro y peligroso de la ilegalidad, convirtiendo su uso, ya con fines recreativos, terapéuticos o industriales, en una empresa arriesgada para los usuarios y bastante lucrativa para las mafias que controlan el tráfico y comercio de drogas.
La Policía Nacional estuvo presente en las movilizaciones de las tres ciudades de la región, quienes de manera pacífica y sin necesidad de utilizar sus acostumbrados medios violentos y represivos en la lucha diaria contra los consumidores, acompañaron a los marchantes a fumar unos porritos, de manera pasiva, eso sí, a lo “pajarito”, por las calles de Dosquebradas y Pereira, de la tranquila Armenia y la conservadora Manizales. Las marchas, que agruparon diferentes colectivos, se realizaron como una forma de protesta y visibilidad a una sociedad que estigmatiza, penaliza y sataniza el consumo de marihuana, sin reconocer que las políticas y mecanismos hasta hoy utilizados y promovidos por los Estados Unidos, principal promotor de la lucha contra las drogas, fracasaron desde hace tiempo en todo el mundo.
Los marchantes, en su mayoría jóvenes caracterizados por su espíritu altivo y su espontaneidad, afrontan, confrontan y reclaman un espacio en la sociedad, donde quieren ser vistos como ciudadanos con derechos, no como delincuentes o criminales. Frente a la opinión pública, desde su militancia individual o colectiva, luchan de manera pacífica también contra la indiferencia que causa más daño que la droga.
Del lado de los transeúntes, muchas miradas
Desde la perplejidad, la curiosidad, la indignación o la aceptación de una realidad latente. «Que fumen», dicen unos, «dónde llegaremos», dicen otros, pero en todo caso, no entienden muy bien porque razón la olorosa nube de humo que sospechosamente sale del lado de los manifestantes, no es suficiente razón para que los policías que están enterados de toda “la movida” dispersen a los manifestantes con gases lacrimógenos, bolillos y golpes. Esta vez es el turno para los porros, no para las porras.
Desde la posición política y militante de los activistas pro consumo libre de la marihuana
Manifiestan que es necesario replantear el asocio que se hace de la delincuencia y la violencia con el consumo de marihuana. En torno a esta, se ha creado una verdadera cultura, una gastronomía y un vademécum de medicamentos a base de la planta con sorprendentes resultados.
Además de la utilización de la fibra de cáñamo en la fabricación de textiles y papel, industria que paradójicamente inició en los Estados Unidos, y que tuvo en sus inicios un prometedor futuro truncado por los intereses de oscuros personajes que le declararon la guerra a la hierba y lograron su criminalización a principios del siglo pasado y la consecuente estigmatización del imaginario colectivo. Singularmente, los principales movimientos a favor de la legalización tuvieron su origen en los Estados Unidos, país donde es legal en 23 de sus estados para fines terapéuticos. Además, en los Estados de Colorado, Washington, Oregón y Alaska ya es permitida para fines recreativos, la lucha continúa.
La comunidad cannábica de la región marchó con cantos, consignas y pancartas, hasta llegar a los sitios establecidos, donde en torno a diferentes actividades culturales pudieron “ser” sin ocultarse. Naturalmente no estábamos todos los que somos, lamentablemente la criminalización de la ganja, ha hecho que muchos consumidores ocasionales o habituales, de todas las edades y estratos sociales, oculten su opción personal de consumir marihuana y se queden en «el clóset», por miedo a la represión estatal o la sanción moral y excluyente de una sociedad que juzga con más dureza las actuaciones de un deportista que las de un político.
Defendemos el derecho a ser y hacer sin más limite que el derecho de los demás, a la reflexión permanente sobre educación y uso de drogas, incluidas el tabaco y el alcohol, cuyo consumo está directamente asociado con actos de violencia y muerte. Marchamos con los activistas, consumidores y con la fuerza pública, como una forma de contribuir en la discusión en torno a la legalización y para que los gobernantes, al parecer adictos al fracaso en la lucha contra las drogas, no traben más el devenir humano y se dediquen a combatir los verdaderos delincuentes, que están más cerca del poder que los anónimos e inofensivos marihuaneros de barrio. Y aprovechando la presencia de los verdes, hacemos cumplir la ley del duende: el que lo arma lo prende.
“No puede pues, un Estado respetuoso de la dignidad humana, de la autonomía personal y el libre desarrollo de la personalidad, escamotear su obligación irrenunciable de educar, y sustituir a ella la represión como controlar el consumo de sustancias que se juzgan nocivas para la persona individualmente considerada”
Sentencia C-221/94
Mag. Ponente: Carlos Gaviria Diaz
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