Christian Rubot es un fotógrafo manizaleño cuya pasión por la fotografía nace de la curiosidad por el proceso químico de las cámaras análogas.
«Desde ahí nació un amor tan grande… que me hizo abandonar una carrera de administración de empresas y hacer esta apuesta».
Cristian ha trabajado como fotógrafo en ciudades como Bogotá y Medellín y se ha centrado principalmente en la fotografía de moda y de producto, al tiempo que ha dedicado su tiempo al trabajo personal y editorial.
Con una formación empírica, se encaminó en proyectos que definieron poco a poco su perspectiva tanto en su composición como en su estética. De esta forma narra historias a través de imágenes, con un estilo limpio y atemporal.
«Un día en una revisión de portafolio un fotógrafo de trayectoria me hizo críticas muy duras y aunque me sentí mal en ese momento, me hizo reaccionar y empecé a educar mi estética»
Modestamente, Cristian no se considera aún un fotógrafo profesional, pero se mantiene firme en su creencia de que cada vez está más cerca de lograr lo que estéticamente le gusta.
Desde una perspectiva social, lo que más lo cautiva de la fotografía es lo que puede generar en las personas, sentimientos como la indignación, la admiración, el deseo, etc.; desde lo visual, le encantan los trabajos auténticos donde los fotógrafo ponen sellos de su personalidad y gustos en perfecto balance; y desde un estado de creación, lo que lo cautiva es que la fotografía puede transportar a donde sea: «desde viajar a los lugares más brutales, hasta las locaciones más impresionantes a crear desde cero los set más increíbles y fantásticos que puedas imaginar; o lograr una composición con lo cotidiano y remarcarlo» afirma.
A pesar de que Rubot lleva más de 7 años haciendo fotos, aún no se identifica con un estilo particular, pero afirma: «se podría decir que busco combinar lo Classic-Clean con una fotografía atemporal».
Este Relato Divergente se llama Ballet Triádico, fue producido hace aproximadamente 9 meses. «Es muy especial para mí porque fue un Rubot antes y otro después» afirma Cristian. Este trabajo fue una editorial para una revista en el que participó un equipo de 14 talentosas personas.
Cuenta Christian que fue un arduo pero gratificante trabajo en el que se tenía un nivel muy grande de preparación. «Teníamos estudiado en detalle todo desde la preproducción: la locación, las prendas, la modelo. Hicimos hasta pruebas de maquillaje y peinado, también colaboramos con diseñadores muy talentosos. El día de la ejecución de las fotos, desde la primera toma pintaba muy bien».
«Fue una jornada larga pero teníamos una puesta en escena tan brutal que el resultado lo denomino como uno de mis mejores trabajos».
Desde ahí, Rubot ha intentado trabajar con un nivel de preparación más alto, y esto ha estimulado su crecimiento profesional. «Gracias a esto estoy empezando a trabajar con marcas y diseñadores que antes eran solo un sueño».
«En este trabajo nos inspiramos en el Ballet Triádico. Este es un tipo de ballet en el que los movimientos, aunque son limitados, están muy evocados hacia la armonía, con muchas colaboraciones con el vestuario y una puesta escena muy teatral».
Proveniente de un estilo de danza muy particular, este trabajo procuró una convergencia entre danza y moda «Lo que buscamos comunicar fue una adaptación de este concepto a la moda y sobre todo a una editorial de moda, que es básicamente una historia contada con imágenes carentes de texto».
Este fotógrafo combina sus conocimientos, experiencia y pasión para lograr un trabajo limpio y con una estética propia.
Su mantra es:
«Enamorarme de los que fotografío. Ser consciente y solucionar los problemas. Agradecer por lo que hago y por lo que haré».