El dulce químico de la neblina: un mundo revelado por Jacobo Correa.

En el corazón de los andes, donde las nubes danzan perpetuamente entre montañas y el aroma de un aire fresco, reside Jacobo Correa. A sus espaldas, una Barranquilla calurosa pero, para él, asfixiante, quedó como un recuerdo de un pasado donde la expresión artística luchaba por florecer entre la inseguridad y la falta de espacios. Hoy, este ingeniero de calidad de software de día, se transforma al caer la tarde en un alquimista de la luz, un fotógrafo analógico que rescata la belleza de lo tangible en un mundo dominado por lo digital.