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El transporte público olvidado de Colombia

[vc_row][vc_column width=»1/4″][vc_column_text]Por Lania Lex

Fue entre 1850 y 1855 cuando los ferrocarriles fueron introducidos al transporte de Colombia, un sistema muy económico pero con dificultades de producción debido a nuestra particular topografía.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»3/4″][vc_single_image image=»12781″ img_size=»full»][vc_empty_space][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/4″][vc_column_text]En el año 1992 el sistema ya agonizaba y se dejó de utilizar como transporte principal de pasajeros, y empezó a pasar a la historia colombiana (aún existen algunas líneas ferroviarias como las del Cerrejón). Las máquinas empezaron a convertirse en estatuas y las vías férreas a ser abandonadas, pero en Arauca, Caldas, pasó algo diferente.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»3/4″][vc_single_image image=»12776″ img_size=»full»][vc_empty_space][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/4″][vc_column_text]Este municipio es uno de los tantos por los que pasó el ferrocarril. Sus vías se han convertido en un modo de transporte informal frecuentado. Los pobladores llaman a esto las marranitas o brujitas. Son una especie de caseta hecha de madera sobre unas balineras que se mueven sobre las vías férreas gracias a una motocicleta que va incrustada. También pueden moverse con bicicleta.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»3/4″][vc_single_image image=»12774″ img_size=»full»][vc_empty_space][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/4″][vc_column_text]Pero la forma más particular de moverse es con un madero largo. Quien la mueve parece que estuviera remando sobre el acero con movimientos repetidos. No ha de faltar quien la empuje a fuerza bruta.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»3/4″][vc_single_image image=»12778″ img_size=»full»][vc_empty_space][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/4″][vc_column_text]Jorge Eliécer Gutiérrez Pérez oriundo de Arauca, es conductor de una marranita  hace más de 10 años, y la maneja con motocicleta. A parte de ser su modo de transporte le da el sustento en su hogar, ya que se dedica a transportar a las personas del pueblo entre las espesas montañas a lugares donde solo se llega con las vías férreas.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»3/4″][vc_gallery interval=»3″ images=»12779,12780″ img_size=»full»][vc_empty_space][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/4″][vc_column_text]Por otro lado esta Alquilino Alcalde, quien se transporta en su marranita de tipo palanca hace más de 30 años. Él cuenta de forma nostálgica que cuando estaba más pequeño veía venir el motor del tren avisando y abriendo paso. Esa gran masa de acero atravesaba las montañas, cruzaba los ríos y movía al país en aquel entonces.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»3/4″][vc_gallery interval=»3″ images=»12777,12782″ img_size=»full»][vc_empty_space][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/4″][vc_column_text]Como Alquilino y Jorge existen decenas de colombianos que han encontrado en los vestigios del transporte una forma de subsistir a través de la informalidad.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»3/4″][vc_single_image image=»12773″ img_size=»full»][/vc_column][/vc_row]

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