Si usted no sabe distinguir entre géneros teatrales, usted es de los míos. En el caso de la tragicomedia ayuda recordar las máscaras representativas del teatro. Una ríe a carcajadas mientras su compañera siente profundo dolor. Una en compañía de la otra reafirman la sabiduría popular del bambuco que reza “El dolor y la alegría son la esencia permanente de la vida”. La obra teatral Le destin tragicomique de Tubby et Nottubby es un caso exitoso para reír y llorar en escenarios, la casa, el reflector o la lamparita de noche.
Texto por: Diana Castro
Fotografías: Andrés C. Valencia
Es la historia de dos pelados cansados de la vida, con ganas reversibles de saltar al río Támesis en víspera de navidad. El frío, la indecisión y las justas dudas existenciales abonan amistades entre Tubby y Nottubby, ahora -igual de jodidos pero en compañía- optan por un cambio de vida.
Como si se tratara de una pirámide o una suscripción a un negocio multinivel, los personajes ponen sus esperanzas en la campaña “Únase a la princesa del desierto”. No sabemos si fue la poca astucia de los actores o una de las mejores estrategias publicitarias de la historia, lo cierto es que Tubby y Nottubby se enlistan en el ejército nacional. Su misión -decidan aceptarla o no- es custodiar el último pozo petrolero en el mundo.
Los campos de guerra son un escenario común para estos personajes. Los personajes no son lo único que prevalece en la obra, las dudas existenciales interfieren en el servicio a la patria moderna. En Grecia o en el desierto, la esencia de los personajes no radica en pelear batallas ajenas.
Como si las temáticas hasta ahora tratadas no fueran lo suficientemente densas, Le Destin decide incluir “La tragedia de Julio César” como la cereza del pastel. Esta obra escrita por William Shakespeare, recrea la conspiración en contra del dictador romano Julio César, su homicidio y sus secuelas. Bueno, no se puede dejar el dilema de ser y no ser en los nombres de los protagonistas, era necesario viajar al inframundo, hablar con un cráneo, tal como el buen Shakespeare hizo en sus días mozos ¿Cierto?
Si a usted le dicen “Vamos a ver una obra en francés a cerca de política y Shakespeare”, no se sienta mal si duda en ir, sin embargo, tenga en cuenta que una obra con estas características hace parte de las favoritas del voz a voz en esta versión del FIT. Louis Fortier, -Tubby en la obra- comenta: “Existe algo universal en el teatro surrealista que envuelve al público. Presentar creaciones propias siempre es gratificante, más aún si se tiene una parte de improvisación y fantasía en la obra, yo no sé español pero hemos logrado comunicarnos con el público”.
La obra hace parte de una historia de no creer. Hace 18 años Luis Fortier de Canadá y Sophie Brech de Londres deciden tomar clases de actuación en Francia. Allí se conocen, se enamoran y deciden crear la compañía Theatre Fools and Feathers para trabajar con sus habilidades artísticas. La cercanía laboral y personal se nota dentro del trabajo actoral.
“Esta obra se crea a partir de lo que amamos, lo que rompe nuestro corazón, lo que soñamos, creemos y queremos”, dice Sophie Brench.
Después del proceso creativo llega la hora de subir el telón, las preparaciones previas exigen jornadas duras de trabajo, el idioma es un punto importante, pues los ensayos de último minuto han de ensamblar la actuación y subtítulos con el fin de que el público tenga pleno entendimiento de los diálogos sin deformar la estética del idioma -¡casi nada!-.
“Antes del show nos comentaron que habían problemas técnicos. Lo bueno de conocernos tan bien es que nos miramos el uno al otro y dijimos: está bien, habrá que salir con más energía y liberar a los personajes para que el público los sienta vivos, que interactúen de tal manera que pueda sentirse en contacto, incluso sin luz”.
Así fue, dos funciones con ovación de pie al finalizar, tal fue la acogida que hasta hoy muchos espectadores piensan en el escenario a media luz como parte habitual del montaje. La presentación en la montaña va a ser inolvidable: Sin saber español. La pareja resalta la calidad del teatro colombiano, se asombra por el público haciendo filas enormes para entrar al teatro y se enorgullece de presentar por primera vez en Colombia su trabajo, con un recorrido de cinco años, siete países, y todas las luces puestas… Bueno casi todas.
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