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Turismo Comunitario: explorando Norcasia mágica

El ecoturismo ha sido el camino natural para el foráneo explorar y acercarse a la naturaleza, pero en Norcasia surge una forma en la cual su gente se integra para sacar adelante su tierra y descubrir junto con los visitantes las maravillas de su entorno: el turismo comunitario.


Texto por: Luis C. Ávila

Fotos por: Lania Lex, Giovanny L. Gálvez

Cuando se piensa en Norcasia, el único referente de este lejano pueblo caldense es el Embalse Amaní – parte de la represa Pantágoras– que desde el 2004 constituye la mayor productora de energía hidroeléctrica en el país. Sin embargo, desde hace unos 3 años se está gestando un proyecto que integra cada vez más personas y que representa un cambio tanto para la economía, percepción, y sobre todo, para la mentalidad de las personas del pueblo de Norcasia: el Turismo Comunitario.

Oliver Pescador, un joven riosuceño que, por una bicicleta y una mujer terminó en Norcasia,  al ver que las tiendas, hoteles, restaurantes y en general los establecimientos comerciales permanecían vacíos, vio la necesidad de impulsar la economía local a través del turismo, momento en que creó Amaní tours, una agencia de viajes especializada en proporcionar aventuras por todos los escenarios hídricos y las riquezas naturales que ofrece este municipio.

«Amaní tours nace de la necesidad de que vos llegás a Norcasia y querés ir a un río, pero no sabés cómo llegar o quién te lleva, quién te dé garantías y cómo hacerlo de una manera segura», expresa Oliver, quien de la mano de emprendedores locales se dio a la tarea de conocer, explorar y reconocer el gran potencial ecoturístico que el pueblo les ofrece, pero que a pesar de ello nunca se había aprovechado de manera efectiva.

«El pueblo no se movía turísticamente, entonces teníamos que hacer algo… antes se llenaban dos hoteles de 17, había infraestructura hotelera, de restaurantes, pero no había nada… nosotros articulamos cada una de las cabezas del pueblo en esto que llamamos Turismo Comunitariohoteles, restaurantes, transportes, locales comerciales, todo lo eslabonamos en un solo canal», comenta Oliver.

El turismo comunitario es evidente desde el momento que uno se embarca en uno de los fines de semana que ofrece Amanítours, donde al llegar al pueblo lo recibe doña María Rodríguez, comerciante y concejal de Norcasia, dueña del hotel Casa Trujillo, perteneciente al proyecto del turismo comunitario, quien ve el turismo como una herramienta fundamental en la diversificación económica de un municipio cuyos habitantes limitan su actividad económica al agro, la minería y en palabras de muchos, «al rebusque».

«El turismo es una manera de llegar a descubrir tantas partes que la verdad nosotros como personas de Norcasia no conocíamos… el turismo llama mucho la atención…la economía se ha visto más fluyente, tanto como hoteleros, restaurantes», expresa Rodríguez.

Conociendo los eslabones

Una vez instalados, un mototaxi perteneciente a la cooperativa de transportes Preamaní los llevará a conocer los lugares más cercanos al pueblo como son el embalse AmaníEl Mirador, entre otros, donde se puede apreciar las dinámicas de pesca deportiva, transporte de ganado y demás actividades que se originaron a partir de la construcción de la represa, la cual en un momento, cuando pertenecía a la nación, era una fuente importante de empleo para la población de Norcasia y sus alrededores, pero que desde su venta a una empresa extranjera redujo significativamente la contratación de personal local.

Posteriormente se encuentran con Carlos Cardona, oriundo de Norcasia y dueño de la panadería Pa’Antojarte, eslabón de la cadena de turismo comunitario y uno de los pocos emprendedores locales que es consciente del desafío de ser «profeta en su tierra» y de realizar un proyecto de emprendimiento en un lugar donde la comunidad es reacia al cambio, y aún miran con desdén las ganas de crecer de muchos jóvenes y su iniciativa para sacar adelante su tierra.

La cena es en el restaurante Rincón Paisa, donde además de suministrar almuerzos y cenas para  los turistas y locales, impulsa el plato que empieza a volverse la comida típica de esta zona caldense, el fiambre  (que en esta región consiste en un sudado en hoja de plátano). «Con la llegada del pez Tucunaré – pez introducido en el momento de la construcción de la represa – ha aumentado mucho la llegada de pescadores (pesca deportiva)… el pescador llega las 5 de la mañana, recoge su desayuno y su fiambre», expresa Johanna Pino Giraldo, quien agrega: «han llegado personas con paquetes turísticos de otros lados, pero llegan y no saben para donde echar…otra cosa que se le abona a esta empresa (Amaní tours) es que tiene muy buen guía, que se le acomoda a la persona, y  como él se acomoda, nosotros también, el canal de comunicación es directo, es muy fácil cuando le damos la confianza a la persona».

La cercanía a la persona es algo en lo que concuerda Oliver, quien al hacer parte activa de las expediciones, no solo como guía y como líder, sino también como un turista más, genera un nivel de comunicación y confianza que hace que toda la experiencia sea como un viaje con amigos, en el que cualquier sugerencia, duda, reclamo o felicitación, se puede realizar de una manera simple y en confianza.

Al día siguiente, dependiendo del paquete que se haya escogido previamente, se realiza la visita a las cascadas La Clara, Pardo, u otras según lo permitan el tiempo y el clima. Seguidamente se llega a uno de los lugares más apetecidos del viaje, el río La Miel, afluente de caudal controlado por la producción de energía a través de una, dos o tres turbinas, en el cual se puede realizar Body Rafting, Tubing y recorrido en lancha, actividades que además de la emoción y la adrenalina que generan el nadar y dejarse llevar por el caudal de un río durante varios kilómetros, permiten tener un contacto con la naturaleza que pocas veces se puede experimentar.

La experiencia

«El motivo del viaje es conocer, disfrutar esta parte de Caldas que es bien bonita, me gusta viajar mucho, interactuar con la naturaleza», comenta Julián Aldana, joven profesional que como muchas personas de su generación, viajan desde diversos lugares de Colombia en búsqueda de ecoturismo y experiencias diferentes, que en este caso será dejarse llevar varios kilómetros por la corriente del río La Miel.

Al siguiente día, el destino es el Río Manso, ubicado a unos 20 minutos de Norcasia, el cual hasta hace poco, después de ser parte de una de las zonas inaccesibles por temas de conflicto armado y cambio de control por diversos actores, se presenta como un destino hídrico con unas aguas más que cristalinas, en el cual se pueden realizar actividades como el careteo, rafting o simplemente un recorrido río arriba disfrutando de los muchos puntos que, protegidos por una intimidad natural entrañable, se prestan para nado, clavado y situaciones que serían del imaginario de escenarios exóticos, lejanos del centro del país.

La magia del turismo comunitario…

Parte de la visita al río Manso fue la presencia de don Evelio Benavides Manrique, quien en esta oportunidad, además de suministrar el transporte al río, actividad complementaria a su servicio de ruta escolar para los niños de las veredas, se integró al viaje como otro de los turistas, clavándose desde el puente, nadando en el río y disfrutando con el espíritu de un niño las actividades de un lugar en el cual ha vivido casi toda su vida y nunca había explorado.

«He estado en Norcasia desde el 76, y es la primera vez que vengo por acá…es algo muy paradójico que tenga que venir alguien de afuera a decirnos “mire lo que tienen, miren lo que se está perdiendo”…hasta ahora me estoy dando cuenta del tesoro que tenemos acá».

Evelio, Marcos y su esposa Martha,  Johanna, María, Gilberto, Jennifer y Carlos son solo algunos de los nombres que se podrán encontrar en Norcasia como parte de ese grupo de personas que, apoyando la iniciativa de Oliver, empiezan a perfilar sus negocios, actividades, y más importante, su mentalidad hacia el turismo comunitario, proyecto que descrito por ellos mismos, ha sido la oportunidad de redescubrir su herencia, sus riquezas naturales, sus posibilidades económicas y especialmente, su sentido de comunidad.

Es evidente en cada uno de ellos su amor por el pueblo, y en Oliver su clara misión, que antes de pensar en un beneficio económico individual, está pensando en cómo integrar y buscar un beneficio para las personas de un pueblo joven, que aislados por la distancia, el conflicto, la falta de apoyo y el olvido de muchos, empieza a posicionarse como uno de los sitios ecoturisticos más prometedores de la región, dando honor a su lema Norcasia: fácil de querer, imposible de olvidar.

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