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Tata Ceballos: Un luthier made in Manizales

Texto: Yeny Jácome

Fotografías: Andrés Camilo Valencia

Es probable que en Manizales se levante una piedra y salga un comerciante, un político, un cura y por qué no, un luthier. Esos artesanos de la madera y las cuerdas, que parecen dioses creando instrumentos a su imagen y semejanza con una dosis de perfección. 

Para quienes desconocen este término, un luthier, lutier, laudero, lutero o violero es una persona que construye, ajusta o repara instrumentos de cuerda frotada y pulsada. Luthería proviene de la palabra francesa “luth”, que significa “laúd”, un instrumento de cuerda pionero utilizado en las civilizaciones antiguas.

Y aunque las predicciones apocalípticas sugieren la posible extinción de estos hacedores, que en el pasado gozaron de gran prestigio, el arte del manizaleño Tata Ceballos, músico y luthier empírico, revierte este vaticinio. 

Su historia de amor con los instrumentos musicales, exactamente con la guitarra, comenzó cuando tenía 8 años. Sin embargo, su padre lo contradice, pues cree que esta pasión nace años atrás. “Jura que antes yo tenía una guitarra, pero desde los 8 años ya tenía una curiosidad por la música, la guitarra, por tocar, por todo esto”, cuenta Tata. 

Esa curiosidad continuó floreciendo con el paso de los años. El colegio Liceo Mixto Aranjuez registró los copiosos intentos de Ceballos con la guitarra. 

“Aprendí a tocar con José Manuel Bonilla. Después llegué a donde llegamos muchos: a la Casa de la Cultura de Malabar y allí me dio clases Benjamín Cardona como hasta el 2000. Un año atrás había empezado la licenciatura en música, de la cual me gradué. Durante la carrera estuve haciendo música para teatro”. 

Años después, Tata retornó nuevamente a la academia, esta vez como estudiante en la maestría de Diseño y Creación Interactiva. “Más o menos por esa época también empecé a tocar con Roca Dura, que es un grupo local de Manizales. Paralelo a eso, he tocado en otras partes con grupos vallenatos, de reggae, de rock y hasta de punk”. 

Creando desde el siglo pasado

El manizaleño viaja al año de 1995 para recordar sus primeros intentos de luthier. “Cuando estaba en la Casa de la Cultura necesitábamos un bajo y agarré una guitarra acústica, le hice unas modificaciones y logré hacer un bajo eléctrico.Después de eso, seguí con la inquietud. Llegó un momento en que quise tener una guitarra eléctrica y pues la economía no me daba, la intenté hacer y la hice, por allí tengo el cuerpo”. 

Este interés nunca desapareció y se materializó en distintas creaciones, que Tata las reduce a “muchas cositas”. Durante la pandemia, cuando el mundo se paralizó, Ceballos no fue fiel a esa quietud y empezó a perfeccionar su arte. “Me puse a mirar en la casa y vi que tenía herramientas y un montón de madera pendiente. Entonces, dije: Hagamos algo, por lo menos para entretenerme y me senté a afilar, cortar palitos y descubrí que era lo que quería hacer y volví a hacer guitarras”.

Y entre el empirismo, el autoaprendizaje y los conocimientos que recibió del luthier Tobias Bastidas, el músico ha logrado mejorar su técnica. “Cuando inicié era adolescente, en esa época no había internet, pero había curiosidad, muy empírico. Con el tiempo, que había más información pasé a una etapa autodidacta y en medio de la pandemia surgió la posibilidad de un taller con el maestro Tobías, quien dio unos talleres de construcción y reparación de instrumentos”.

De esa manera, Tata ha ido abonando su terreno como luthier, una profesión que quizás es poco familiar para muchos, pero que es muy valorada por los músicos ávidos de perfección en el sonido y que prefieren un instrumento que resulta del acto creativo de un artesano y no de grandes fábricas extranjeras. 

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