En Chinchiná, Caldas, pueblo caluroso y cálido a la vez, se encuentra en la calle cercana a la fábrica del Café, el espacio para hacer deporte extremo en ruedas, conocido como Skate Park. Inaugurado en el 2010 y llamado oficialmente El Parque de las Ruedas, en donde por lo general, desde muy temprano todas las tardes, una horda de niños y muchachos van a practicar, jugar y montar bicicleta, patineta, patines y todo aquello que lleve ruedas, para desafiar las estructuras de los obstáculos ahí construidos, desde barandas, hasta túneles, pasando por escaleras, superficies curvas y deslizantes.
Entre estos chicos se encuentra un grupo de jóvenes entre los 16 y 22 años practicando lo que se conoce como Roller o Line Skate. Entre ellos hay estudiantes de secundaria y universitarios, quienes señalan ejercen este deporte en la modalidad vert o Half-pipe. También les apasiona el estilo Roller Street a pesar de que lo practican poco, debido a que Chinchiná no cuenta con estructuras adecuadas en sus calles para practicar esta modalidad. La pasión es la primera motivación que se evidencia en estos chicos, por eso dedican muchas horas diarias al Patinaje Agresivo como también es conocido.
El Roller nació en los años 80 en California, EE.UU. Como forma freestyle del patinaje, se ha convertido en estos últimos años en uno de los deportes extremos y alternativos que ha revolucionado la escena deportiva llegando a impactar fuertemente en Colombia. Las maniobras aéreas que se realizan en éste le exigen a los rollers o patinadores la travesía de desafiar obstáculos como rampas, bordillos o barandillas. Intentando lograr la perfección de trucos como el Soul grind, que es deslizar con la suela del patín sobre la superficie y tiene derivaciones como el mizou, acid, pornstar, mistrial y makio, que poco a poco se van intensificando.
Pero además de los trucos que deben realizar y perfeccionar cada día, este grupo de jóvenes entreteje cada tarde lazos de amistad y fraternidad, que derivan del apoyo y unión que nace en medio de las caídas, raspaduras, fracturas, pero también sonrisas que se traducen en compañerismo, alegría y orgullo. El Roller es para unos un hobby, pero para otros es una manera de soñarse la vida, a pesar de los peligros que se corre en el desafío constante de cada truco.
Los valores que nacen en ellos a partir del Rolller fusiona sueños y esperanzas de chicos que se proyectan en él, como es el caso de Sara Gil, una de las practicantes que ha concursado a nivel local y nacional, llegando a ser Campeona Suramericana en Bucaramanga, Campeona Nacional en Chinchiná tres veces y Campeona en Pereira en una ocasión.
Todos llegaron al mundo del Patinaje Agresivo por la invitación de otros y hoy entre sudor y caídas se convirtieron en amigos. La historia de ellos pudiese ser la de cualquier otros, pero el orgullo que sienten por tener uno de los mejores escenarios de Skate Park del país, después de Pereira, el cual lograron después de luchas y esfuerzos, les motiva a sacarle el jugo cada día al espacio deportivo, a emplear mejor su tiempo libre y posicionar poco a poco un deporte que se considera no formal y siguen estando relegado.
Estos chicos en su mayoría llevan entre tres y seis años practicando Roller, tiempo en el cual han crecido en la pista, como es el caso de David Patiño que señala: “Desde muy pequeño he montado patines por la adrenalina que me genera, por ello vengo cinco días a la semana, cinco horas diarias a patinar”. Años en los que también han creado una forma particular de vestirse y de escuchar música, es así como el deporte les ha moldeado la vida; son libres, relajados y rebeldes, escuchan en su mayoría hip-hop y rap.
Es así como el deporte crea una tribu urbana que se forma desde lo social y lo personal, y como deja de ser el Roller solo una categoría más dentro del patinaje y se convierte en el motor de aprendizaje y crecimiento personal de chicos que encuentran en él la dedicación, esfuerzo y compañerismo que de otro modo no sería posible. Vivir la juventud y lo que viene con ella en patines es la forma de desafiar la vida misma. Gracias a ellos es como cada tarde estas bellas montañas cafeteras se visten de adrenalina, deseando en cada truco conquistar el futuro y demostrar de qué están hechos estos guerreros en patines.
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