LOS SKATOS X ALTERNATIVA_24

Libertad en movimiento: el mundo del skate a través de los ojos de Juan Diego

Texto y fotos por: Valeria Cipriano

Juan Diego Tallo Ospina, a sus dieciséis años, no solo domina el asfalto con su skate, también captura la adrenalina y la poesía de este movimiento a través de su lente. Su historia en este deporte comenzó casi como un tropiezo a la libertad, su barrio y las calles transitadas eran su patio de juegos. 

Sus inicios se remontan en el año 2018, cuando la curiosidad tocó a sus puertas luego de ver a un conocido llegar con una tabla y, preguntándose qué se sentiría montarse en una, obtuvo como respuesta una caída de principiante. Sin embargo, aquello no impidió su deseo por seguir entendiendo el patinaje, llevándolo a encontrarse con videos de Tony Hawk en YouTube. 

La tabla que le prestaron durante tres meses se convirtió en una obsesión hasta que logró armar la suya con segundazos. “Me acuerdo perfectamente cuál era la tabla. Me dieron amateur, el diseño del tótem, unos trucks independent y unas llantas pailas”, dice Juan Diego. 

La Villa, el polideportivo de Villamaría con su cancha de piso blanco y liso, se transformó en el templo donde sus primeros seis meses de aprendizaje tomaron forma antes de que el skatepark en la ciudad fuera siquiera un proyecto. Las anécdotas de esas primeras montadas son un torrente de recuerdos bañados por el sol y la lluvia poco bondadosa de la ciudad. Días enteros patinando con amigos, regresando a casa con la piel enrojecida como la mejor medalla. Incluso la solidaridad se manifestaba en la tabla compartida entre tres hasta que la llegada de un primer empleo permitió a uno de ellos tener su propia nave.

Pero el skate fue mucho más que un simple pasatiempo. «Es un deporte libre. No hay reglas, simplemente es jugar una tabla donde tú quieras patinar», afirma el joven. Esa libertad trascendió el asfalto, moldeando su personalidad, construyendo las bases de quién es hoy. Sorprendentemente,  el skate fue el trampolín que lo impulsó hacia la fotografía y la videografía, buscando capturar esa misma sensación de libertad y movimiento.

En el imaginario colectivo, deportes como el skate se asocian con las periferias, este se ve también como una válvula de escape de la realidad. Para Juan Diego, esa etiqueta resuena con su propia experiencia, ya que es un espacio de autenticidad, un refugio donde puede ser él mismo sin juicios. «Para mí el skate es libertad. No hay nada mejor que, estar estresado, tener problemas y cojo mi tabla y me desconecto de todo” En ese instante solo existen él, su tabla y la satisfacción visceral de lograr un truco tras intentarlo una y otra vez. «La satisfacción propia de uno son las cosas de uno guerrearla, darse las pelas y decir, ‘Marica, lo conseguí’”. 

Su vida orbita entre el skate, la fotografía y la videografía, permitiéndole tener un espíritu inquieto y mañoso para la calle. Esa misma maña se traduce en una fascinación por la diversidad urbana, por la ausencia de estereotipos en el asfalto. «En el urbano considero que no hay un bien ni un mal estipulado, simplemente acciones. Ya es el pensamiento de cada quien si está bien o mal, el que le guste o no le guste».

Su relación con el colegio y el skate no siempre fue armónica. La inseparable tabla lo acompañaba a clases, lo que generó  roces con compañeros curiosos y uno que otro profesor despistado. Una anécdota involucra el espaldar suelto de su silla en clase de artes y la improvisada adaptación con partes de su skate, desatando el caos en el aula bajo la mirada indulgente de una profesora. 

Consciente de su progreso en el skate, ha encontrado en la filmación de sus amigos una nueva vía de expresión y una fuente de profunda satisfacción. Un viejo cuaderno revela un sueño premonitorio: ser filmer de skate. Su paciencia grabando trucos, esa comprensión tácita del esfuerzo que implica cada maniobra, lo ha convertido en un camarógrafo apreciado por sus compañeros.

«Lo que más me gusta de la fotografía es el poder dar un mensaje a través de imágenes o movimientos. Y poder transmitir como veo al mundo desde una imagen». Su visión a futuro es clara: seguir capturando la esencia del skate, quizás incluso a través de un documental. Un proyecto personal ya está en marcha, desempolvando cintas de cassette y archivos digitales para dar forma a un cortometraje nacido del puro amor  por el deporte y la dedicación a la filmación.

Retratar los momentos de sus amigos sobre la tabla lo llena de una felicidad genuina, un sentimiento de logro por haber transformado un deseo en una habilidad. La confianza que ahora depositan sus amigos en su ojo de filmer es la mayor motivación para seguir adelante, impulsándolo también a no abandonar la tabla.

La visión de sus familiares sobre su pasión es diversa. Algunos lo apoyan incondicionalmente, otros lo han encasillado en estereotipos. Su estética personal, con reminiscencias punk, a menudo genera incomprensión. Pero su madre ha sido un pilar, incluso después de un grave accidente que lo dejó con un traumatismo craneoencefálico tras una caída en una loma mojada. Un borrón en la memoria,despertar en blanco y el dolor punzante fueron seguidos por la preocupación familiar y la irónica recomendación médica de «comerse la tabla».

A pesar del susto, la tabla sigue siendo su compañera inseparable. Los viajes a Pereira, las sesiones de aprendizaje con skaters experimentados como «El Boqui», la camaradería sin competencia, todo alimenta su pasión.

Cuando rueda, su mente encuentra un respiro del «sobrepensar» constante. La música en sus audífonos y la concentración en cada truco lo anclan al presente, silenciando el ruido mental que a menudo lo acompaña. El skate, para él, es una forma de autoterapia, un escape necesario.

Su conexión con la estética punk, una rebeldía inherente al skate, marcó una etapa de su vida. Bandas locales como Putrio y Sistema resonaban con su espíritu inconformista, que se manifestaba también en su vestimenta customizada, una forma de expresar su individualidad frente a las normas impuestas.

Para Juan Diego, la rebeldía tiene múltiples interpretaciones: ir contra las leyes, desafiar los roles de género, cuestionar los estereotipos. En un mundo que a menudo encasilla, el skate se erige como un espacio de libertad, donde una mujer puede dominar la tabla y un joven puede desafiar las expectativas. Su propia experiencia con comentarios sobre su apariencia solo refuerza su convicción de ser auténtico.

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