Texto por: Tatiana Guerrero
Fotografías: Juan José Peñaranda
En Colombia, las estadísticas de lectura suelen pintar un panorama desalentador. El más reciente informe de la Cámara Colombiana del Libro, titulado ‘Hábitos de lectura, asistencia a bibliotecas y compras de libros 2023’, reveló que los colombianos mayores de 18 años leyeron en promedio 3,5 libros al año, una leve mejora respecto a 2017, cuando la cifra era de 2,7. Las personas que leen de forma habitual alcanzaron un promedio de 6,91 libros anuales, un incremento significativo frente a los 5,41 registrados seis años atrás.
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Estos números han generado preocupación en aquellos que ven en la lectura una herramienta clave para el desarrollo personal y colectivo. Sin embargo, detrás de estas cifras sombrías, promotores de lectura, bibliotecarios, libreros y gestores culturales sostienen una narrativa distinta, una de resistencia y esperanza, que no siempre se refleja en los fríos análisis estadísticos.
Algunos libreros de Manizales se atreven a señalar que los estudios sobre hábitos de lectura no siempre muestran la realidad completa, pues se enfocan exclusivamente en el consumo de libros físicos. Según ellos, este enfoque tiende a invisibilizar a lectores que acceden a la lectura de otras maneras.
Aunque la venta de libros no alcanza los niveles esperados, esto no implica que los manizaleños estén desconectados de la lectura. Muchos recurren a bibliotecas, clubes literarios, plataformas digitales, periódicos, novelas gráficas, cómics, revistas o espacios comunitarios. De hecho, el propio informe destaca que regiones como Antioquia y el Eje Cafetero, tienen los índices más altos de lectura del país, con un 88%.
Sergio Aguirre, representante de la librería independiente Libélula, señala que el aparato de medición e investigación carece de sutileza para darse cuenta de que existen otros formatos de lectura en el país. “Uno podría creer que esos métodos de adquisición de las cifras son sospechosos, o al menos perezosos. Entonces, parte de la respuesta de este problema, es entender otras maneras de leer, porque la adquisición de libros no necesariamente demuestra la cultura de lectura”.
Las librerías para crear comunidad
Aunque hoy en día existen numerosos espacios para fomentar la pasión por la lectura, las librerías siguen siendo un referente a la hora de adquirir lo que podríamos llamar “artículos para la canasta básica cultural». Esto también es respaldado por el estudio de la Cámara del Libro, que reveló que el 58% de los lectores aún eligen las librerías tradicionales como su principal punto de compra.
En Manizales, una ciudad de aproximadamente 434.403 habitantes, existen 12 librerías, lo que equivale a tres librerías por cada 100 mil personas. Estas tiendas no solo ofrecen libros, sino que también reafirman el ideal de la resistencia y la democratización del conocimiento, un proceso que, como señala la escritora española Irene Vallejo, se remonta a la democracia ateniense. “Ese esfuerzo por difundir el saber tuvo uno de sus momentos de mayor esplendor en la Biblioteca de Alejandría y ha perdurado a lo largo de los siglos gracias al trabajo incansable de quienes se dedican a este noble propósito: maestros, bibliotecarios, libreros, mediadores y promotores de lectura en cada época”.
Esta resistencia también se refleja en la firme decisión de mantener abiertas las librerías físicas, a pesar de la voraz competencia de las plataformas digitales como BuscaLibre o gigantes como Amazon, donde los consumidores están a solo un clic de obtener sus libros. Sin embargo, las librerías parecen gozar de una inmunidad especial, ya que ofrecen a los lectores algo que el mundo digital no puede replicar.
Sergio lo explica con mayor profundidad: «El verdadero reto recae sobre los propios libreros, editores y vendedores. Desde hace años se predica la muerte del libro impreso. Hemos visto cómo el iPad, el PDF, el celular y otros dispositivos se han promocionado como alternativas de lectura. Sin embargo, las librerías tienen un aura única. Visitar una de ellas es comparable a ir al cine, es una experiencia sensorial y emocional. Los objetos, y los lugares donde descansan, son especiales. Cuál templos, las librerías también se convierten en destinos de peregrinación, donde las personas no solo buscan libros, sino también encontrarse con otros y entablar conversaciones”.
Asimismo, las librerías, con el propósito de formar lectores comprometidos y construir una comunidad fiel, han propiciado una oferta más hercúlea a través de tertulias, eventos literarios, recitales de poesía, presentaciones de libros, círculos de lectura y una esmerada curaduría de catálogos, en la que integran tantos clásicos como escritores contemporáneos, independientes y locales. Estas iniciativas no solo enriquecen el panorama cultural, sino que también desafían la percepción de que en Manizales no se lee o no se fomenta el hábito de la lectura.
Otro mito que parece haberse anclado en el ecosistema literario es que los jóvenes no están leyendo, una narrativa que, según Cristián David Orozco de Leo Libros, debería desaparecer. “Contrario a lo que se piensa, los jóvenes son algunos de nuestros clientes más frecuentes. Están leyendo filosofía, especialmente autores que han reinterpretado esta disciplina. El estoicismo, la autoayuda y los libros de emprendimiento están en auge”.
Las librerías, por su parte, han forjado lazos de reciprocidad y hermandad con los escritores locales e independientes, quienes a menudo dependen de estos espacios para dar visibilidad a sus creaciones y encontrar un lugar donde compartir sus obras con el público.
Cristian, recuerda que su padre, Leo Orozco, fundador de Leo, siempre tuvo la convicción de apoyar a los autores emergentes, independientes y locales. Este espíritu solidario sigue vivo tras su fallecimiento. «Mi padre tenía un alma enorme. Cada vez que alguien venía impulsando su libro, lo colocaba en la vitrina sin dudarlo. Nosotros mantenemos esa tradición y actualmente contamos con muchas obras de autores independientes».
Los libros tienen su propia fiesta
En las mediciones de lectura en el país, las ferias del libro destacan como los segundos principales puntos de adquisición de libros. Además de ser lugares donde se impulsa el comercio literario, estos eventos funcionan como espacios de descentralización del conocimiento, de encuentro con escritores, de debate, y fomento de la curiosidad en los lectores nacientes.
La Feria del Libro de Manizales ya suma 15 años fortaleciendo de manera significativa la agenda cultural de la ciudad. Incluso, durante todas sus versiones, han respaldado las librerías independientes de Manizales y de otras partes del país para que estén presentes en estos eventos masivos y puedan visibilizarse e impulsar las ventas de uno de los inventos más antiguos, progresistas y que no tiene fecha de caducidad: El libro.
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