Daniel Soto una estrella brillante que danza sobre el mar (11)

Daniel Soto: una estrella brillante que danza sobre el mar

Texto por: Rafael Santander Arias

Imágenes: cortesía de Daniel Soto Lora

A los personajes inspiradores muchas veces se les otorga el sustantivo de héroe por el impacto que tienen sus acciones en el entorno, porque sus acciones nos inspiran a actuar. El caso del bailarín manizaleño Daniel Soto Lora no es propiamente el de un héroe, aunque haya quienes puedan ver algo de heroico en su trayectoria y su trasegar, pero sin temor a desatar polémicas sí es posible afirmar con seguridad que este personaje es, como mínimo, inspirador.

Quizás es de aquí mismo que viene ese otro sustantivo tan común en el mundo del entretenimiento y en esos puntos de encuentro que este tiene con las artes, el de la estrella, por acá pasan también los héroes. La estrella brilla a lo lejos y su luz guía a los  navegantes en la noche. Así Daniel Soto resulta también estelar, pues brilla con luz propia e irradia esa energía que inspira y que puede guiar también.

La historia de este bailarín manizaleño no tiene los giros que sazonan melodramas televisivos y las novelas de folletín de hace dos siglos, no hay gran accidente, ni gran revelación, ni gran pérdida de fe. Antes bien la historia de Daniel Soto es una historia de amor, de uno real y sin drama, de un amor constante que se manifiesta no como excepción sino como rutina y que nos invita a replantear esa idea que tenemos del amor a lo que hacemos.

Daniel encontró la danza a los 12 años y a partir de ese momento se convirtió en la gran pasión de su vida. A partir de este momento su vida se transformó completamente. Aunque habla de sus compañeros de colegio con estima, expresa que nunca tuvo esos amigos íntimos de adolescencia, porque al salir de clase se iba directo a sus prácticas de ballet de 5 a 9 de la noche y que los descansos en el colegio los dedicaba a practicar las coreografías que estuviera montando, se ponía sus audífonos y en el lugar que pudiera, fuera un salón, un pasillo o el patio, repasaba sus pasos de baile en armonía con la música que solo él escuchaba.

Doña Ángela, su madre, le sugirió al terminar el colegio que aparte de la danza tuviera una segunda opción de carrera, algo para hacer «por si tenía una lesión o para cuando ya no tuviera edad para bailar» y con este propósito estuvo durante un año estudiando derecho en las mañanas y practicando todas las tardes, su objetivo siempre fue el de poder competir y obtener becas a través de su buen desempeño, pero esto simplemente no fue viable.

«Tenía que faltar a exámenes porque tenía que competir o tenía que faltar a competencias para presentar exámenes», relata. Ni el tiempo, ni el dinero, ni la atención estaban bien invertidas en ninguna de las dos carreras, por lo que Daniel tomó la decisión de dar un salto hacia lo desconocido y abrazar la incertidumbre de este mundo de la danza. Dejó sus estudios para poder dedicarle todo su tiempo a las competencias nacionales a través de las cuales esperaba siempre conseguir una beca para continuar estudiando danza en el extranjero.

«Desde siempre supe que me tenía que ir, acá no se puede vivir de la danza». Su oportunidad llegó en el año 2022 cuando tuvo la oportunidad de asistir como instructor de danza a un campamento de verano en Estados Unidos. Con el dinero que recibió de este trabajo y el tiempo restante de su visa de trabajo viajó a Nueva York y se presentó a todas las audiciones que pudo en ese lapso con el propósito de integrar el elenco de algún musical de Broadway, pues de aquí vienen muchas de sus fuentes personales de inspiración para bailar.

Sin ninguna respuesta después de las audiciones se regresó desilusionado a Colombia, preguntándose si quizás no era momento de enterrar ese sueño de bailar a sus 21 años y elegir otro camino para su carrera. Unos días después, para su sorpresa, recibió el llamado de algunas compañías de cruceros de lujo que necesitan bailarines profesionales para los shows nocturnos y es este llamado el que ha mantenido a flote su sueño. Aunque Daniel Soto no está en este momento en el escenario que ansía, es feliz porque vive de bailar, esta es su forma de felicidad.

«Esto es lo que soy, yo soy Daniel, soy el que baila». Es así como él responde a la pregunta de qué lo inspira o lo mueve a bailar, que esta es una forma de conectarse y de estar en contacto con su ser más íntimo y personal. «Yo creo que de las cosas más difíciles es ser siempre fiel a uno mismo. Las personas quieren apagarle a uno la llama». Sus ambiciones son mayores: Broadway, Las Vegas, Los Ángeles, lugares donde se aprecian bailarines profesionales como él. Y cuando se le pregunta por Manizales como un lugar para presentarse, expresa su deseo y voluntad, pero también cierta reserva.

Si en algún momento Daniel decide ser más que una estrella brillante, que reluce guía e inspira a sus maestras de baile, sus profesores, compañeras de baile y familiares que siempre lo apoyaron —especialmente su prima y su madre—, esa será una decisión futura y no parece cercana. Él tampoco tiene obligación de hacerlo, de tomar ese lugar de héroe o de gestor. Con su trabajo, su carrera y su testimonio ya es bastante lo que hace para inspirar a toda una comunidad. 

Le puede interesar:

{{ reviewsTotal }}{{ options.labels.singularReviewCountLabel }}
{{ reviewsTotal }}{{ options.labels.pluralReviewCountLabel }}
{{ options.labels.newReviewButton }}
{{ userData.canReview.message }}
SUSCRÍBETE AL Newsletter Revista alternativa

Al inscribirte en la newsletter de Revista Alternativa, aceptas recibir comunicaciones electrónicas de Revista Alternativa que en ocasiones pueden contener publicidad o contenido patrocinado.