«Clara» el retorno hacia la memoria…hacia el amor (1)

«Clara»: el retorno hacia la memoria…hacia el amor

Texto Por: Sebastián Flórez Agudelo

Fotos Por: Juan José Peñaranda Giraldo

La sección cinematográfica de la Temporada de Cine Colombiano 2025 tuvo una proyección especial que se realizó con estudiantes de colegios, de la mano de la Fundación Red Espiral, se presentó en el CCC Teatro Fundadores la primera selección de la Temporada: Clara, con Aseneth Suárez Ruiz, Patrick Alexander y Clara, basada en un retrato familiar de la propia directora donde devela el gran secreto inconfesable de su madre.

En la penumbra de la sala, la voz de Aseneth Suárez Ruiz emerge serena, casi tímida, pero firme. Habla de su película Clara como quien abre una caja antigua llena de recuerdos que no siempre son cómodos de mirar. “No estoy muy acostumbrado al cine alternativo”, le dije en una sala contigua después de la proyección “pero esta película me conmovió profundamente”. No es para menos: Clara no es solo un documental, es una herida abierta, un espejo y una reconciliación. 

La directora —formada en cine pero templada en el hacer— cuenta que su camino hacia el documental fue menos académico y más visceral. “Estudiarlo no te enseña realmente a hacerlo”, dice, ¡Es idéntica a su madre! Casi siento que puedo ver a Clara aquí, frente a mi, y no a su hija. En la ficción, explica, hay jerarquías y actores que interpretan guiones; en el documental, en cambio, hay que construir relaciones reales. “No haces películas sobre alguien, sino con alguien”. Esa diferencia marca todo su trabajo: su madre no es un personaje, es una presencia viva que respira en la pantalla. Clara, sin siquiera conocerme, habla de mi, para mi, sobre mi. Clara representa a todas las madres y ese secreto que todas la familias llevan tras de sí, algo de lo que no se habla, algo que marca una historia familiar y a generaciones.

La película nace de una necesidad íntima que no buscaba en un principio pero que terminó creando un efecto hermosos e inesperado: limpiar, reparar. Al principio, Aseneth solo sabía que quería contar una historia sobre su familia. Intuía que debía empezar con su madre, pero no imaginaba que ese viaje también la obligaría a mirar su propio presente: su matrimonio, su deseo de ser madre, su crianza. “Era imposible no hacerme parte de la película”, confiesa. Clara la transformó a ella tanto como a su madre. 

En el documental, hay escenas domésticas que parecen sencillas, pero que en realidad contienen la poesía de lo cotidiano: la madre cocinando con un martillo sobre la olla pitadora, planchando ropa que ya no hace falta planchar. Son gestos universales de las madres que no pueden evitar cuidar. Cuando Aseneth le habla de un posible embarazo, su madre responde sin titubear: “Yo se lo cuido, mami. Niño o niña, yo se lo cuido”. Esas frases, tan espontáneas, son pequeñas iluminaciones de ternura. Es un sacrificio eterno. 

Clara también es una exploración sobre la memoria. “Es difícil recordar sin dolor”, dice Aseneth narrando el documental. Aseneth regresa a los lugares de su infancia, pregunta a los vecinos, busca rostros, busca huellas. Ese retorno no solo es geográfico: es un intento de volver al tiempo, aunque sepa que es imposible. “Cuando queremos volver, no queremos volver al lugar, sino al momento”, dice. Y en ese viaje al pasado descubre algo que no sabía que estaba buscando: su propio deseo de maternar. 

El amor en Clara, no es un concepto romántico ni edulcorado. Es, como dice la madre de Aseneth, algo incierto. “El verdadero amor no sé si exista o es un cuento de hadas”, pronuncia ella en una de las escenas más sobrecogedoras. Llora al recordar que durante su infancia y un poco durante su adolescencia, no ha sido víctima de ese sentimiento. Sin embargo, ese amor, aunque dudoso, ha sido la fuerza que la sostuvo para sacar adelante a sus hijos. “El amor también es lo que te obliga a pararte en la mañana”, reflexiona Aseneth. No solo el amor de pareja, sino el amor por las pequeñas cosas: un café, un libro, un momento de calma.

Hay una frase que condensa todo el espíritu de la película: “El destino nos había puesto una cita, solo hacía falta estar vivas para volvernos a encontrar”. Es una sentencia digna de escritora, pero también de hija que ha aprendido que volver al pasado puede ser doloroso y sanador al mismo tiempo. Porque mirar atrás no es quedarse allí; es cerrar ciclos para poder seguir. Y el destino…bueno, el destino, como Dios, sabe hacer lo suyo. 

Clara no es un documental más en plataformas como Retina Latina o RTVC Play, en donde, por cierto, tendrán el privilegio de poder verla. Es una obra que interpela al espectador sobre su propia relación con sus padres, con su infancia, con su memoria. Es también un homenaje a esas mujeres —madres, tías, abuelas— que sin discursos feministas ni teorías aprendidas, fueron transgresoras desde su vida cotidiana. Y es, en última instancia, un recordatorio de que la vida, como dice el hermano de Aseneth, se trata de “vivir despacio”, de apreciar los pequeños instantes antes de que se desvanezcan.

En la voz de Aseneth Suárez Ruiz no hay solo cine: hay una crónica de vida. Y en Clara, más que una película, hay un acto de amor y valentía: el de mirarse al espejo, mirar a la madre y mirar al pasado sin huir del dolor, para transformarlo en arte. 

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