Esta es la historia de cómo el Bulevar de las artes en Riosucio revivió. Varios individuos y colectivos se unieron para realizar talleres de procesos creativos, artísticos y sociales, relacionados con el conflicto interno.
Fotografías por Andrés C Valencia
Desde las plazas de Riosucio se observa al frente el imponente cerro Ingrumá, las personas salen de sus casas al trabajo y la alegría de los colectivos culturales se toma las calles amplias del municipio. Siempre hay algo para hacer: pintar, escribir o danzar, no importa si hay clases o hay vacaciones, la agenda cultural es amplia.
En diciembre cuando los procesos educativos llegan a su fin y las personas preparan las celebraciones de fin de año, un colectivo de jóvenes riosuceños, convencidos de la transformación social por medio de las pequeñas cosas, realiza el Bulevar de las artes, un festival de una semana para la población en general, compuesta por talleres, conferencias y veladas culturales. Este año fue la sexta versión y la primera después de un cambio generacional.
Sociedad Utópica fue el colectivo cultural que pensó el Bulevar como un espacio de educación popular con la idea de contribuir en la formación de los artistas y estimular nuevos talentos en el municipio. Después de 4 versiones el colectivo se desintegró, pero los jóvenes que hicieron parte de esos talleres decidieron salvar el festival. Ellos en esta versión se convirtieron en los organizadores. «Eso es lo que queremos –dijo Laura Otálvaro, gerente de la sexta edición del Bulevar- que en algún momento alguien de estos asistentes al taller quiera y tenga la capacidad de coordinar el evento como lo hicimos nosotros».
Son 20 jóvenes, entre 16 y 22 años, los que hicieron mercados de pulgas en Riosucio y San Lorenzo (comunidad indígena del municipio); vendieron empanadas; fueron de café en café cantando por monedas, y reciclaron para la Empresa Municipal de Aseo EMSA hasta conseguir los 5 millones de pesos que costó el festival. Ellos eligieron los 7 talleristas por medio de una convocatoria nacional, gestionaron espacios, hospedajes y viáticos.
Con este proceso conquistaron logros como contribuir al buen nombre del joven que trabaja por el arte, y sobre todo le dieron continuidad al proceso que, según Laura Otálvaro, consistió en una cooperación, autogestión e independencia. «Eso es lo que buscamos, soñar a nuestra manera, crecer sin perder la esencia”.
En esta ocasión el tallerista local y los 6 nacionales enriquecieron el proceso creativo y artístico de 140 personas bajo el lema Para La Guerra Nada, inspirados en la canción de Martha Gómez y por medio de talleres sobre creación y composición musical, danza oriental, fotografía astronómica y arte digital, muralismo, poesía visceral, teatro y artes plásticas. «El propósito es traer personas externas con métodos alternativos y otras perspectivas. El Bulevar fue un espacio donde se iniciaron muchos artistas que ahora nos apoyan» afirmó Isabela Álvarez, una de las organizadoras del festival.
Además de los procesos de educación popular, y a diferencia de las versiones anteriores, se presentaron conferencias, se proyectaron películas en la noche, se hicieron tardes recreativas con malabares y juegos infantiles en el parque de la Candelaria, y se habilitó un espacio en donde el proyecto Bicentenario (colectivo que organizará la celebración histórica y cultural de los 200 años de la fundación de Riosucio en agosto de 2019) realizó un taller sensorial que permitió a los asistentes reencontrarse con las raíces propias y ancestrales del municipio. Incluso con el mismo presupuesto hicieron conciertos con las agrupaciones Rio Reggae, Sinisterra, Mojigatos y Señor Coffee.
La sexta versión, una de las más guerreadas y completas, cerró con la presentación de las muestras que los talleristas prepararon durante la semana con los asistentes y confirmaron que en Riosucio hay talento y ganas para sacar un proyecto cultural adelante.
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