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Carnaval del espanto 2024 - 11

Carnaval del Espanto: Un viaje al corazón del horror en Manizales

Texto por: Andrés F. Motato

Fotos por: Valeria Cipriano

Al llegar al barrio Versalles, entre los vestigios de una Manizales que alguna vez quiso ser París de montaña, se alza un inmueble que parece haberse quedado atrapado en el tiempo, como una reliquia imperecedera de la historia oscura de la ciudad.

La corporación Rafael Pombo, o también llamada la Casa Museo de Gilberto Alzate Avendaño abrió sus puertas a una cita con el horror en el reciente Carnaval del Espanto. Durante los días finales de octubre, del 29 al 31, este lugar no fue solo un museo: sus paredes, que alguna vez escucharon los pensamientos ideológicos del «Mariscal Rampante«, acogieron un evento cultural y artístico que se entrometió en las profundidades del terror, enalteciendo las sombras que permanecen en los rincones de la historia y el arte de Manizales.

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Esta casa, con sus muros testigos de décadas de intrigas y fervor político, recibió a los transeúntes con una bienvenida fría y cargada de relámpagos. Bajo la mirada vigilante de los retratos antiguos, quienes cruzaban el umbral no tardaban en sentirse atrapados por la densa atmósfera de secretos.

A lo largo de sus pasillos, se encontraban pequeñas escenas de horror teatralizadas, sombras que parecían moverse por sí solas, como si fueran los espíritus de un pasado que se niega a descansar. En el Carnaval del Espanto, el terror se convirtió en arte; la estructura del lugar, en una especie de portal hacia lo desconocido. En cada sala, se develaron piezas de literatura y expresiones artísticas de lo macabro, cada una narrando historias de lo sobrenatural, inspiradas tanto en leyendas locales como en clásicos del horror universal.

Este evento fue una fusión de disciplinas, donde el terror se sintió en cada rincón. Entre las actividades más atractivas, fue una selección de cortometrajes que mantuvo todo el tiempo a los espectadores en vilo, dejando escapar susurros de suspenso en la penumbra.

Las presentaciones de relatos, cargadas de un oscuro simbolismo, guiaron a los asistentes a través de relatos que parecían cobrar vida en la misma habitación. En un espacio dedicado a las charlas, autores y artistas exploraron temas sombríos del alma humana, desde el miedo a la muerte hasta los límites de la cordura. Las noches avanzaron como una procesión de sombras en la que cada actividad se volvió un rito y cada espacio pareció guardar un secreto espeluznante.

El Carnaval del Espanto nació en la pandemia, en el año 2020, por la mano inquieta del magíster en filosofía y letras, Jeff Ruiz Rave. Inspirado por festivales de terror como el Zombie Fest de Bucaramanga y el Horror Fest en Medellín, Rave abrió un espacio en Manizales para que la literatura de horror encontrara su hogar.

Durante aquellos primeros años, hasta 2022, el evento se convirtió en un escenario de descubrimientos para la editorial Alas de Cuervo, que aprovechó la oportunidad para presentar obras que parecían traídas de algún sueño oscuro. Entre los títulos que vieron la luz se encuentran Horror Ipsvm de Adalberto Agudelo Cardona, Suite de atrocidades de Jeff Ruiz Rave, y El demonio de la perversidad de David Kolkrave.

En 2023, el Carnaval del Espanto amplió su alcance más allá de la literatura y sumó el cine de horror con el debut del primer Espanto Shorts Festival. En esta primera edición, participaron más de 30 países, con producciones que cruzaron continentes y culturas, presentando historias de lugares tan diversos como Venezuela, Francia, España y Bélgica. Los cortometrajes, tanto locales como internacionales, fueron previamente seleccionados, reservando espacio para los más inquietantes.

«Queríamos que el Carnaval fuera algo más que un espectáculo de sustos, queríamos abrir una ventana a los rincones oscuros del pensamiento humano«, argumentó Gustavo Torres, coordinador del evento y maestro en Artes Plásticas.

Este año, bajo su liderazgo, el Carnaval dio un giro al integrar el arte bidimensional con una muestra que reveló objetos «malditos», resultado de un proceso creativo de tres artistas locales que, durante tres meses, exploraron las formas en que el horror puede habitar.

Para Torres, el Carnaval es más que una serie de actividades de entretenimiento; es un espacio donde los miedos pueden descomponerse, examinarse y replantearse.

“Lo que nosotros queremos poner como en tela de discusión es el hecho de que exista un espacio didáctico donde se le quite la máscara al monstruo, donde se vea más allá de lo que el monstruo es”, explica.

Para él, el terror no es simplemente un refugio escapista; es una herramienta que permite adentrarse en los espectros profundos del conocimiento humano. «Nos han hecho ver la fantasía y el horror como la comida rápida de la cultura, pero para nosotros es fundamental que la gente conozca el pensamiento que el terror genera». Sus palabras nos recuerdan que el miedo, lejos de ser un simple entretenimiento, “es una ventana hacia los abismos de la psique humana».

Ivaranca Ponaste: La Magia siniestra de la Rafael Pombo

El año pasado, cuando Gustavo Torres tuvo el primer acercamiento con el equipo del Carnaval del Espanto, una idea inquietante cobró vida: una miniserie videográfica titulada Ivaranca Ponaste, un anagrama del nombre del evento. “Con esta serie queríamos generar una atmósfera de expectativa”, explica Torres, “y la arquitectura colonial de la Rafael Pombo nos pareció perfecta para ello”. Esta casona, con su estética de otra época, se ha convertido en un símbolo de misterio y terror en Manizales; un lugar que, según Torres, evoca leyendas y espantos antiguos.

La conexión con la Casa Rafael Pombo ha sido constante, especialmente después de una intervención en la que se invitó a una médium al recinto. Durante la performance, objetos comenzaron a desplazarse sin explicación aparente, y sombras fugaces se deslizaron entre las paredes, intensificando la atmósfera siniestra del lugar

“Esta vez, la ciudad nos jugó la carta de la lluvia, que añadió su propio toque sombrío”. Para Torres, esta edición de 2024 es más que una continuación; es un reinicio, un verdadero primer Carnaval del Espanto que ha dejado huella para él.

El arte que desafía lo prohibido

Entre los expositores estaba Brandon Morales, quien destacó por un enfoque sombrío y macabro con sus piezas de arte. Este artista plástico explora temas que muchos preferirían evitar, entrando en universos oscuros y prohibidos. “Siempre he sido curioso desde el arte, pero nunca he visto o sentido miedo por lo que retrato”, explica Morales.

Para el expositor, el arte es una forma de subvertir normas y creencias impuestas por la sociedad: “Nos criamos en un montón de reglas absurdas sobre la fe y el comportamiento. Esas restricciones terminan siendo muy atractivas en forma, color y concepto. Entonces, me atrae mucho todo lo que las religiones han demonizado o etiquetado como oscuro”. Este deseo por desafiar límites lo lleva a integrar elementos mitológicos y simbólicos en sus obras, confrontando las barreras que la sociedad establece entre lo «bueno» y lo «prohibido.»

En su trayectoria, Morales vivió una experiencia transformadora en 2020: un accidente que lo llevó a profundizar intensamente en estos temas. Antes, el arte macabro y provocador era solo un gusto personal; después, se convirtió en su manera de procesar el trauma y la recuperación. “Si antes del accidente me sentía tibio con estas formas y colores, ahora siento que debo triplicarlo», confiesa. Para él, el arte que incomoda no solo confronta al espectador, sino que actúa como una catarsis personal, un canal para liberar esa oscuridad que todos llevamos dentro.

El Carnaval del Espanto, más que un evento de terror, demostró que el horror es una lente poderosa para explorar miedos, prejuicios y deseos profundos. Cada actividad, desde las muestras de cine hasta las intervenciones artísticas reveló facetas de lo que catalogan como prohibido, dejando claro que el terror es un espejo de la humanidad. De esta manera, Manizales se transforma en un espacio donde el espanto y el arte dialogan, convirtiendo al Carnaval en una cita que no solo invita a temblar, sino también a pensar.

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