Texto por: Andrés Felipe Rivera Motato
Fotos Cortesía: Bombillos Peludos
Formada en una arteria del Eje Cafetero en medio de una escena rockera, se alza un nombre que ilumina al público con su autenticidad desde 1997: Bombillos Peludos. Esta banda que se autodefine con un irreverente «Apestan desde 1997», no solo ha perdurado, sino que ha florecido, tejiendo un tapiz sonoro que fusiona la energía del rock & roll, la rebeldía del punk, la potencia del hard rock y la novedad del rock alternativo. Con una discografía que testifica su ingenio, Bombillos Peludos ha conquistado un espacio propio gracias a sus letras incisivas, capaces de desmenuzar temas sociales y políticos con una dosis de humor y sátira. Su mirada crítica, sumada a una arrolladora presencia escénica, los ha catapultado a la estatura de referentes indiscutibles del género en esta zona del país.
Han pasado más de dos décadas desde que este power trío comenzó a encender escenarios, y aún hoy se mantienen firmes. La banda renueva sus fuerzas, ahora conformada por Mauricio Martínez en el bajo, Juan Felipe Rodas en la guitarra y voz, y Andrés Bolívar en la batería. La prueba está en su próximo EP, que no es tanto una novedad como un ajuste de cuentas con su propio pasado.
«Decidimos regrabar los temas que ya hacían parte de nuestro repertorio, pero que tenían una producción deficiente», dice Rodas. “Las habíamos grabado con lo poco que teníamos, fieles a esa filosofía del ‘hazlo tú mismo’ que nos ha acompañado desde siempre”. Esta vez, sin embargo, no estaban tan solos. La mezcla y masterización estuvieron a cargo de Jimmy Grajales (Caja Negra Producciones), una figura reconocida en la escena rock de Manizales, y aunque todo se hizo con las uñas, el resultado, aseguran, suena mucho más fiel a lo que ofrecen en vivo. Profesional, pero sin traicionar la esencia.
La idea de regresar al origen y renovarlo puede verse en la portada del EP, hecha con dibujos de Abril Castaño, sobrina de cinco años de uno de los integrantes de la banda. Su voz abre el primer tema, “La Verdad”, un gesto sencillo y poderoso. Bombillos Peludos, al fin y al cabo, es una banda que ha aprendido a construirse desde lo que tiene a mano: talento, terquedad y afecto.
La trayectoria de la banda no cabe en un listado de fechas ni de festivales, aunque podría: Bombillos ha compartido escenario con leyendas como Marky Ramone, Manu Chao, La Pestilencia e IRA. Pero ellos prefieren pensar en eso como en un proceso de aprendizaje técnico y emocional. “Tocar con Ramone fue un sueño. Los Ramones son nuestra mayor influencia, incluso hicimos una versión en español de ‘Poison Heart’ para este EP”, cuenta Juan Felipe. El contacto con bandas de ese tamaño no solo les dejó recuerdos, sino también una idea más clara de cómo sonar, cómo pararse en un escenario grande, cómo manejar el backline, el staff, los tiempos.
Su historia es más una de constancia que de fama. “Estar aún subiéndonos a una tarima después de tantos años es el mayor logro. Hacer rock en Colombia es una lucha constante. No es rentable. Pero tampoco lo hacemos por figurar, y eso el público lo siente”, aseguran. Ese público, por cierto, es tan diverso como sus canciones. Aunque se inclinan por el punk rock, hay en su sonido espacio para lo alternativo, lo melódico, incluso lo metalero, por cortesía de la batería de Bolívar. “A veces somos muy suaves para la escena punk y muy pesados para el indie. Pero ahí estamos. Haciendo lo que nos gusta”.
El contenido de sus letras es otro punto aparte. Bombillos no canta por cantar. En sus temas hay sátira y humor, pero también hay rabia contenida. En «Campaña», por ejemplo, despachan con sarcasmo su visión de la política local: “hablamos de esa gentuza que se pone la camiseta de la comunidad solo para montarse en un puesto y olvidarse de la gente”. Pero también hay espacio para canciones más introspectivas como “Negros Pensamientos”, o para pequeñas odas a la diversión y el caos como “Apestan” y “Salir de mi mente”, que se ha convertido en un hit para sus seguidores.
Su historia discográfica también refleja ese camino lleno de aprendizajes. De las grabaciones caseras que hoy les suenan horribles —pero que fueron escuela—, pasaron a trabajos más pulidos como “Piensa Diferente” y “Buenos Muchachos”. Estos marcaron un antes y un después, no solo en sonido, sino en cómo se planteaban como proyecto. Hoy cuentan con los conocimientos técnicos y los equipos necesarios para grabar por su cuenta, y han entendido que la independencia no es solo una pose, también es necesaria la autogestión.
“Cada quien aporta desde lo que sabe”, explica la banda. Rodas es diseñador gráfico y se encarga de la imagen y las redes; Mauricio, bajista y actor, aporta en la escena y en los guiones de videoclips; Bolívar, productor audiovisual, es el encargado de darle cuerpo a los videoclips y a la estética visual. Un engranaje que se mantiene aceitado porque todos comparten la misma motivación: el amor por la música, sin adornos ni discursos. Bombillos Peludos no necesita poses, nunca las ha necesitado. Su autenticidad ha sido su bandera y el único modelo al que se han adaptado.
En un país donde ser una banda de rock es una apuesta a contracorriente, ellos llevan más de 25 años haciéndolo con pasión, irreverencia y amor. Y, sí, quizás apestan, pero lo hacen con propiedad, con autenticidad, con estilo.
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