Cuando el caos se vuelve ritual Divergente y Chaos Frequency en el Zero Gravity - revista alternativa (1)

Cuando el caos se vuelve ritual: Divergente y Chaos Frequency en el Zero Gravity

Texto por: Andrés Felipe Rivera Motato

Fotos por: Andrés C. Valencia y Giovanny L. Gálvez

La noche del 21 de junio, en medio de la neblina, la lluvia y los beats, el evento realizado por Techno Night Collective: Zero Gravity Fest, se transformó en templo. Ellen Allien encendía el escenario principal, mientras en el ASC, el segundo escenario, algo distinto ocurría. En esta cápsula íntima, en este club entre árboles que exhalaba vapor de palo santo, Chaos Frequency y Divergente ofrecieron uno de los sets más intensos y reveladores del festival. Un B2B que muchos no esperaban y que terminó por ganarse el alma de la comunidad rave.

Frente a una pantalla que mostraba la Catedral de Manizales fragmentada —entre vitrales, madera y escaleras—, Valentina Velázquez Salazar (Chaos Frequency) y Santiago Jaramillo González (Divergente) tejieron un set que fue más allá de lo técnico. Lo suyo fue una experiencia, un viaje de texturas y frecuencias que conectó desde el primer minuto con el público. Un set que supo leerse a sí mismo, crecer con el ambiente y extenderse más allá del horario previsto: cerraron el escenario cuando los hicieron apagar.

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Una Ciudad que Cree en su Sonido

Los cables y módulos funcionaban de modo que su mesa parecía funcionar como un reloj. “Es la mejor presentación del festival y de ellos desde que los conozco”, comentó un asistente, “no es fácil lo que están haciendo, tienen técnica, pulso, coherencia. Y lo más bonito: la ciudad cree en ellos”.

Esa credibilidad no es menor. Christian Wünsch, reconocido DJ español, se acercó personalmente al stage, atraído por los sonidos. “Estoy acá por lo que escucho, me causan admiración. Esto es riguroso, experimental, académico. Lo de Ellen es un circo al lado de ellos”, dijo sin rodeos. Y no fue el único que dejó el main stage para sumarse al ritual de este dúo que rompía géneros en la penumbra. Este logro es la cosecha de unas carreras cultivadas con paciencia.

Santiago, quien además de DJ trabaja en una empresa familiar de motos de carreras, recuerda que su vocación musical nació en el Freedom de 2019. “Yo vi un escenario y una música completamente diferente que me hizo darme ganas… yo dije, ‘Uf, qué chimba estar ahí’. Empecé con Virtual DJ, luego una academia en Pereira y el apoyo de amigos. Mi primer evento oficial fue en Dharma, abriendo para un DJ de México. Los nervios eran muchos, pero la emoción de tocar y ver la respuesta de la gente fue inolvidable”.

Valentina, por su parte, cree que el nombre de su proyecto, Chaos Frequency, la define a la perfección: “Yo soy un caos, parce. Todo se putea cuando yo estoy. Yo siento que soy un caos en la frecuencia, a veces estoy en lugares y la energía se estalla, para cosas buenas o malas”.

Antes del Caos, el Ritual y la Tormenta

Horas antes del show, Valentina compartía su ansiedad. “Siento nervios, pero también tranquilidad. Estamos confiando el uno en el otro. Todo esto ha sido con mucho amor”, nos dijo. Y lo fue. Lo demostró con cada mezcla y cada textura lanzada al aire. También recordó cuando alguien se le acercó antes del evento, reconociendo su proceso. “Es gratificante ver que el trabajo ya se está viendo afuera. Cuando uno le mete tanto amor a esto y la gente lo recibe, uno no sabe si llorar o bailar”.

El camino al éxito estuvo lleno de desafíos. Justo antes de su presentación, la pareja enfrentó un «caos» de proporciones, mezclando problemas personales con fallas técnicas. “Nos pasó de todo”, explica Valentina. “Desde problemas personales, peleas de amigos, hasta problemas técnicos”. Santiago agrega: “Llegué yo y se había borrado el canal del sintetizador. A mí no me funcionaron los equipos… las unidades estaban pidiendo actualización justo ese día. Tres de mis equipos que controlan el Ableton no me funcionaron en todo el set. Además, nuestra sincronización se dañó, y a Valentina le tocó empalmar los seis canales a puro oído”.

A pesar de la adversidad, Santiago relata un momento casi místico: “No perdí la fe, sino que dije: ‘Nos va a tocar hacer cosas de DJs demasiado profesionales’. En un momento sentí que ni siquiera éramos nosotros, que un espíritu nos estuvo tocando por nosotros. Todo fluía, dentro de los errores y el caos de Valen y de los dos, todo estaba bien, la música, los sonidos, todo. Estábamos hipnotizados”. Tan inmersos estaban, que no notaron a un grupo de bailarines frente a ellos hasta que vieron los videos después. “Estábamos netamente concentrados en la música, los equipos, en expresarnos”, comenta Valentina.

Para ellos, la preparación no es solo técnica, es un ritual. “Nosotros queríamos honrar a nuestros ancestros y la conexión con la montaña, la naturaleza”, revela Valentina. “Hicimos un ritual purificando la energía con inciensos, preparando el lugar y a nosotros mismos. Cada cosa tenía su grado de importancia. Queríamos conectar muy bien, tanto en lo visual como en lo sonoro”.

Un Proceso que Despega y una Conexión de Locos

Este B2B no fue un accidente. Detrás de esta unión hay gente que apuesta fuerte. Candy, dueño de Techno Night Collective y figura clave en la escena electrónica y formadora de nuevos talentos, cree firmemente en su potencial: “Tienen talento, disciplina, estudio y enfoque. Si se ponen las pilas, esto va para Europa”. También lo cree 8 Doce, la grow shop manizaleña que decidió respaldar el proceso de estos dos artistas. Un respaldo local que representa un voto de confianza colectivo en lo que viene.

La conexión entre Valentina y Santiago se forjó en la escena de Manizales. “Nos conocimos por Marte, cuando Valen ya tocaba y yo apenas empezaba”, recuerda Santiago. “Nos empezamos a ver seguido en mi casa para producir música y ahí nos dimos cuenta de que había cierta conexión. Lo del Zero Gravity empezó hace un año, lo manifestamos y lo soñamos. Desde entonces, hemos trabajado sin parar”.

Su sinergia en el escenario es innegable. “Tenemos una complicidad muy chimba, nos entendemos muy bien, somos bastante parecidos”, dice Valentina. “A veces es psiquiátrico porque uno piensa algo y él ya lo está haciendo. Es una conexión musical de locos”. Santiago añade que, aunque comparten gustos musicales similares, “Valentina es un poquito más oscurita, más densa, más rayadora. Yo me tiro más hacia el deep y lo hipnótico, más relajado”. Sin embargo, en el escenario, se adaptan el uno al otro. “Si yo siento que es mi momento de darle duro, él me acompaña y viceversa”, explica Valentina.

Synth-Mente: el Futuro Está en Movimiento

Lo de Chaos Frequency y Divergente no termina aquí. Su próximo gran paso será en febrero de 2026, en el Freedom Medellín, uno de los festivales de electrónica más importantes del país, una noticia que recibieron el día antes de su presentación en Zero Gravity y que los llenó de alegría. Allí debutarán bajo un nuevo alias conjunto: Synth-Mente, un proyecto que promete expandir los límites de su sonido, manteniendo la raíz experimental y emocional que los caracteriza.

En Zero Gravity no solo dieron un show. Encendieron un fuego que no se apagó ni con la lluvia. Al prolongar su set hasta las 3 AM, mucho después de que Ellen Allien hubiera terminado en el escenario principal, demostraron su compromiso con la experiencia. «Nos dijeron que si había gente, siguiéramos tocando», cuenta Santiago. «Yo le dije a Vale, ‘nadie se va a bajar a las 2’. Y así fue. No me di cuenta de la hora hasta que nos dijeron: ‘Muchachos, apaguen'».

Las visuales de In Cog Neto, pensadas para representar la Manizales fría y neblinosa, complementaron a la perfección su sonido. “Pensamos mucho en el Valle de las Tumbas, en cómo vivieron nuestros antepasados en la montaña”, explica Valentina. “Por eso nuestra música es experimental y escogimos el nombre Synth-Mente, porque la niebla nubla y la música te deja en un limbo, hipnotizado. Queremos hacer honor a donde venimos, a nuestros ancestros y culturas”. Santiago refuerza: “Manizales es fría, la catedral es gris, oscura. Tocamos en la niebla y en el aguacero. Ese es nuestro sabor. Buscamos que nuestra música sea hipnótica, que la gente reflexione, encuentre respuestas. Queremos transmitir la música de otra manera, que la gente se suelte y se libere”.

Cuando dos artistas logran hacer que el público abandone lo predecible para sumarse a una experiencia honesta y arriesgada, estamos presenciando algo más que un buen set: estamos ante el nacimiento de una nueva forma de sentir la música. Los comentarios positivos de la gente, la familia y otros DJs, como Christian Wünsch, son para ellos una validación inmensa. «Es un logro de todos», concluye Santiago, «porque muchos nos apoyan full, incluso económicamente. Ver las historias en redes al llegar a casa te hace decir: ‘Valió la pena'».

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