Texto por: Valeria Cipriano y Andrés F. Motato
Fotos: Cortesía y Andrés C. Valencia
Agustín Vásquez Márquez, conocido en las tarimas del rap como Erón Vmc, dejó atrás Medellín hace catorce años para establecerse en tierras cafeteras junto a su padre. Desde entonces, ha dedicado ocho años de su vida a inspirar a otros en la escena hip hop regional, motivando a más personas a escuchar, expresarse y tomar un micrófono en sus manos.
Su profesión se desvía un poco de su verdadera vocación. Aunque trabajó como técnico electricista durante un tiempo, pronto se dio cuenta de que el rap era lo que realmente le apasionaba. Después de haber dejado las rimas de lado por casi dos años, decidió darse una nueva oportunidad, retomando su pasión con más fuerza.
Hace apenas unos años, los enfrentamientos entre grupos urbanos formaban parte de la vida cotidiana de muchos jóvenes. Los medios bautizaron estas disputas como conflictos entre «tribus urbanas». En aquel entonces, la música que escuchaban no solo definía sus gustos, sino también su comportamiento, estilo de vestir, lenguaje y su visión del mundo. Punkeros contra metaleros, raperos contra skinheads, emos contra rude boys; cada grupo defendía con ímpetu sus géneros musicales y los valores que creían representar.
Afortunadamente, esa era de conflictos quedó atrás. Festivales como el Grita han logrado reunir todos estos géneros en un ambiente de paz, amistad y música, donde las diferencias se disuelven y se celebra la diversidad. Hoy en día, incluso géneros urbanos alternativos como el rap y el hip-hop encuentran su lugar en este entorno inclusivo, y Erón Vmc será la representación de esa convivencia musical.
Los comienzos de Erón Vmc
¿Qué crees que te diferencia de otros artistas del género?
–Al principio, empecé con instrumentales, beats, pistas digitales. La diferencia llegó con ‘Endo’, el guitarrista con el que me muevo. Empezamos a complementar esa parte de Eron Vmc con la guitarra, algo que no veía mucho aquí en el Eje Cafetero como tal. Tal vez no fuimos los primeros, pero sí los que hemos tenido más constancia con ese formato, y aparte de eso, implementamos más la poesía y la parte netamente acústica.
¿Qué piensas sobre los nuevos escenarios que se están abriendo para los artistas de este género?
–En el Eje Cafetero siempre ha sido un poco difícil. No hay mucha unión a nivel de género musical, somos muy dispersos. Yo por mi parte y usted por la suya, pero últimamente han visto esa necesidad de complementarnos, de unirnos y de empezar a generar más espacios. Aquí en Chinchiná estoy tratando de crear un escenario para invitar a más artistas del Eje Cafetero, de afuera también, y que puedan mostrar su talento e incentivar a las personas que escuchan géneros alternativos. A veces nos encerramos mucho en que somos hip hop y rap, y ese nicho se cierra al alcance de las personas, y no le damos oportunidad a otros géneros musicales.
¿Cómo es tu relación con géneros como el rock, el ska, el metal y el reggae?
–Yo crecí en una familia donde se escuchaba a diario el metal y de todo tipo de música. Soy muy amante también del rock, de hecho en el año 2015, antes de comenzar con todo esto del rap, tuve una banda en Medellín en la que tocaba el bajo. Hacíamos música original, pero fue algo muy efímero. Mi relación con otros géneros es excelente, me gusta mucho conocer artistas nuevos.
¿Qué piensas de que los festivales de metal y rock inviten artistas de géneros como el rap y el hip hop?
–Me parece muy interesante, porque no se trata solo de atraer a un único nicho. Si el festival se enfoca únicamente en rock, solo asistirán personas que realmente aman ese género. Lo mismo ocurre si es metal, llegarán los metaleros, y así con los demás estilos musicales. Pero, al incluir música alternativa en el mismo festival, se abre la posibilidad de atraer a un público más amplio, permitiendo que otras personas diversifiquen sus gustos, y se den la oportunidad de escucharlo a uno.
Los días avanzan, y el momento de subirse a una de las tarimas de rock más importantes del Eje Cafetero está cada vez más cerca. Agustín, entre la ansiedad y los nervios, se siente motivado por haber llegado hasta aquí tras años de esfuerzo impulsando nuevas propuestas musicales en Chinchiná.
“Cuando presenté la propuesta, dije: ‘¡uy, parce! Eso es otro nivel’. Cuando pasamos a las audiciones no me las creía. Ya después de quedar entre las quince propuestas me pasmé. Apenas estoy asimilando”, confiesa con asombro.
El rapero deja un mensaje claro: “Lleguen al Grita a escuchar nuevas cosas, no se trata de escuchar un género, intenten abrir la mente a otros sonidos. Dense la oportunidad de conocerlo y entenderlo”.
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