Texto y fotos por: Valeria Cipriano
El asfalto colombiano, caprichoso en sus curvas y desafiante en sus tramos, se convierte en la metáfora perfecta para los integrantes de New Jaim. La conforman Fernando González (voz), Nicolás González (bajo), Gonzalo Ramírez (guitarra), Santiago Torrents (batería) –baterista de la mítica banda bogotana Boca de Serpiente, quien acompañó a la agrupación boyacense en esta ocasión– y Daniel Fonseca (sonidista). Desde las tierras altas de Boyacá, estos músicos trazaron un camino sinuoso, pero firme, hacia escenarios lejanos como Manizales. No es solo la distancia lo que los motiva, sino una pasión que arde con la fuerza de un motor a toda máquina.
Enfrentándose una vez más a nuevos rostros de un público joven y a la incertidumbre de cómo su nueva música será recibida, la banda se sube a una estrecha tarima que cumple con un propósito de acercar a los artistas a sus espectadores. En un entorno místico en el que rayaron sus paredes con cientos de historias que viejos visitantes trazaron, se gesta un ritual íntimo en medio de las pequeñas interacciones que se dan por parte y parte.
Durante su presentación, mantienen sus posturas relajadas, mientras sus rostros permanecen serios en medio del trance inducido por la atmósfera cálida del interior del bar. Sin embargo, por fuera de las tarimas, sus verdaderas personalidades salen a relucir, donde el humor es el lenguaje que construyeron entre ellos durante los años que han permanecido juntos.
Fonsi, su ingeniero de sonido y el todero de la banda, es la columna vertebral que asegura que cada nota suene en el lugar y momento preciso. «Nosotros solo lo cargamos a él cuando se emborracha, de resto él nos carga a nosotros», bromea Nicolás, dejando entrever la camaradería que los define.
La terquedad de un sueño
La historia de New Jaim se teje entre los hilos de la familiaridad y “la gente del común”. A partir de allí nace la necesidad de continuar con un legado familiar, llevándola como reliquia a su música. «Mi padre, músico serenatero y mi madre, una emprendedora y vendedora ambulante sacaron adelante a un licenciado de música y a un abogado. Esto es algo que me hace valorar más las cosas que tengo”, expresa Fernando, con una profunda gratitud por sus raíces.
Fernando, hermano mayor de Nicolás, guardaba su equipo de sonido bajo llave y sus CDs piratas, mientras sembraba la semilla de curiosidad en Nico. El deseo de tocar juntos era tan fuerte que Nico, a pesar de su hiperactividad, aprendió a tocar el bajo en secreto. «Voy a ser su bajista o no», le dijo Nico a Fercho. Así sellaron un pacto musical que se mantiene desde hace siete años. La banda es el resultado de una pasión que trasciende fronteras. No son solo músicos, son apasionados que viven y respiran el arte que trasciende sus roles cotidianos para encarnar la identidad de New Jaim.
Cada miembro de la agrupación aporta una riqueza única que nutre el sonido y el alma de la banda. Gonzo, pedagogo musical y maestro de cuerdas típicas, entrelaza la tradición con la modernidad. «Es muy importante saber de dónde venimos», afirma, mientras teje la influencia de la música andina en el rock de New Jaim. Nico, abogado de profesión, canaliza su pasión por la música en la creación de espacios culturales, como el festival Rock a Frailejón Fest, un puente entre su carrera y su amor por el arte. Ferg, quien también es docente, trabaja con coros juveniles y proyectos de impacto social. Demuestra cómo la música puede ser una herramienta de transformación.
Más allá de la música, la vida de los New Jaim también se moldea por otras pasiones. Fercho valora el tiempo en familia. Reconoce que el éxito no se mide en dinero, sino en la capacidad de dedicar tiempo a lo que nutre el alma. Nico, por su parte, confiesa su amor por la gestión cultural. «Mi lujo es poder traer a las bandas que me gustan a tocar junto a mí», dice con un acto de generosidad que lo llena de satisfacción. Santi, fiel a las cosas sencillas, disfruta de una cerveza con salud.
¿Qué los empujó a las tarimas, a empuñar instrumentos, a crear música en un país donde el rock alternativo enfrenta desafíos? Santiago lo atribuye a un «espíritu aventurero, niño, que tenemos adentro, una pasión infantil que se niega a marchitarse”. Nico lo refuerza con la cita de El secreto de sus ojos: «Un hombre puede cambiar lo que sea, menos de pasión». Para ellos, renunciar a New Jaim sería como arrancarse una parte del alma. «Esto es como la mafia. Una vez que uno entra, no logra salir», sentencia Nico, con una sonrisa que oculta la terquedad de un sueño inquebrantable.
Raíces, ritmo y resistencia: un rock con sello colombiano
El mensaje final de los integrantes es un llamado a la unión y al apoyo en la escena musical colombiana. «Sigue a tu banda local favorita», claman. «Consume el producto de tu banda favorita y lleva la merch», añaden. Es un eco que resuena en la mente de quienes anhelan ver crecer el ecosistema musical.
La competencia no existe, hay espacio para todos y, en ese espacio, la unión hace la fuerza. «Si en la capital, que está tan llena de bandas, está funcionando, ¿por qué no en espacios y en ciudades emergentes que están empezando una escena musical y roquera?», cuestiona Fercho e insta a las bandas a no solo tocar, sino a ser gestores, a abrir espacios, a invitar amigos, a crear público.
Al final, New Jaim es más que una banda. Es una familia, una esperanza y un recordatorio de que la pasión, cuando se comparte, puede transformar no solo vidas, sino toda una escena musical y, en Manizales, una ciudad tan rica en talento musical, la apertura de puertas a New Jaim es un testimonio de la fuerza de esa unión.
Nuestros recomendados: