Hip Hop por la Vida arte y cultura contra el silencio del suicidio (12)

Hip Hop por la Vida: arte y cultura contra el silencio del suicidio

Escrito Por: Sebastián Flórez Agudelo

Fotografías Por: Juan José Peñaranda Giraldo

El pasado 25 de octubre, el barrio Las Colinas de Manizales se convirtió en el epicentro de una jornada llena de ritmo, arte y reflexión. El Festival Hip Hop por la Vida, en su quinta edición, reunió a artistas locales y nacionales que encontraron en el rap, el graffiti, el break dance y el DJing más que una forma de expresión,  es una escena que cumple una función transformadora en el barrio. 

El Festival hoy florece como una apuesta por la esperanza, rindió un homenaje especial al artista manizaleño Luis Miguel Rodríguez, conocido como MC Oculto, cuya memoria inspiró la creación del festival.

“Por él fue que nació todo esto que llamamos Hip Hop por la Vida”, expresó Pitu Mijo, director general del festival, al referirse al legado del artista. “Cada año le rendimos un homenaje muy especial porque de su historia surgió este movimiento que hoy une a tantas personas alrededor del arte, la cultura y la vida”.

Lo que comenzó como un pequeño encuentro de amigos se ha convertido en una red cultural sólida, con proyección regional y nacional. Según Pitu Mijo, el festival ha logrado “ganarse un par de estímulos con la Alcaldía de Manizales”, lo que ha permitido articular alianzas con otras ciudades y consolidar el evento como uno de los más importantes en el panorama del hip-hop del Eje Cafetero.

“Se nos creció el enano”, dice entre risas. “Hoy tenemos artistas de otras ciudades, un componente pedagógico muy fuerte y este año realizamos el primer encuentro departamental de hip-hop gracias al apoyo de la Gobernación de Caldas y la Secretaría de Cultura”.

Aunque también se vive como espectáculo, el propósito del festival es poner en escena al barrio y la comunidad que lo habita. A través de la cultura urbana, busca promover la salud mental y el amor por la vida, reconociendo el arte como una herramienta de resiliencia. “Sabemos que a través del arte y la cultura las personas pueden pensar en otras cosas, expresarse de manera diferente y sanar”, añade Pitu.

Cristian Idárraga, coordinador general del evento y uno de los fundadores, explicó el origen del Festival HipHop por la Vida:“El festival nació tras la pérdida de uno de nuestros amigos, que se suicidó. Luego vinieron otros casos y entendimos que Manizales tenía un problema serio. Decidimos actuar desde lo que sabíamos hacer: el hip-hop”.

De esa tragedia surgió una misión: visibilizar el suicidio como situación social y tangente  y promover la salud mental desde el arte. “Queremos activar a las instituciones, pero también a la gente. Que todos entiendan que la vida está de moda”, afirmó Idárraga.

Su trabajo con colegios y grupos juveniles busca romper prejuicios y fomentar la resiliencia. “Al principio hay resistencia, pero cuando los jóvenes se enfrentan al micrófono descubren que pueden vencer sus miedos. Es una metáfora de la vida”, concluyó.

Las tarimas del barrio Las Colinas se llenaron de voces diversas, provenientes de distintos rincones del país e incliso de la ciudad. Agrupaciones  como Ezquinas Colinas, Ethilinks Nowhere, Guess Who’s Back, Zeta Doble D, Ruzto y la reconocida rapera Diana Avella compartieron su música y su visión del hip-hop como instrumento de conciencia y transformación.

El grupo manizaleño Razz, se presentó con su propuesta que mezcla los ritmos del rock, los tambores del Pacífico, la música tradicional colombiana y el hip-hop. “Cada uno de nosotros viene de una línea musical distinta, y eso nutre el proyecto”, comentó el líder de la agrupación. 

Sus ensayos, convertidos casi en rituales de fin de semana, son espacios de creación libre donde los sonidos ancestrales dialogan con las rimas urbanas. “El hip-hop también puede ser un llamado a volver a nuestras raíces, a reconectarnos con las montañas que nos dan vida”, expresó.

Desde Pasto llegó la agrupación Ethilinks Nowhere, con una propuesta que rescata las jergas y tradiciones del sur colombiano. “Creemos mucho en nuestras raíces y en la gente que nos decía: ‘Adelante, mijo’. Esa palabra nos representa”, señaló Cristhian Mauricio Rosales.

Su música busca transformar la sociedad desde los barrios y territorios olvidados. Además, el grupo desarrolla procesos sociales a través de una escuela de hip-hop, convencidos de que estos espacios son esenciales para conectar a la juventud:

“Cuando teníamos 12 o 13 años llegamos a uno de estos espacios. Por eso creemos que el hip-hop debe seguir entrando a los barrios y a las zonas rurales; si no está el hip-hop, ¿dónde más está la comunidad?”, expresó Cristhian. 

El grupo Guess Who’s Back demostró que la inspiración puede surgir de las experiencias cotidianas. Sus integrantes, unidos desde la infancia, convirtieron la amistad en un proyecto musical sólido. “Nos guiamos por nuestras vivencias. Nos reunimos, compartimos, escuchamos beats y ahí empieza todo”, relató Carlos Andrés Restrepo Galindo, integrante de la agrupación. 

Por su parte, Zeta Doble D resaltó la disciplina y el compromiso como pilares del arte. “Ensayamos casi todos los días; entendimos que en el rap hay que tener compromiso con la cultura, con la moda, con la puesta en escena”, explicó Camilo Esteban Saldarriaga, destacando su admiración por bandas como Orishas, pioneros del rap latino.

Una de las presentaciones más esperadas fue la de Diana Avella, rapera y activista bogotana reconocida por su compromiso con las luchas sociales y la equidad de género.

“El rap es un instrumento para el cambio, para que las personas de origen popular puedan expresarse y hacer país desde sus barrios”, afirmó Diana.

Avella destacó la importancia de fortalecer la participación femenina dentro del movimiento: “El rap aún necesita más voces de mujeres, potentes y con mensajes transformadores”.

Desde Bogotá, Ruzto llevó a Manizales una fusión de hip-hop con R&B, salsa y bolero. Su historia personal es testimonio del poder del arte:“Vengo de un barrio popular donde la violencia y las drogas eran el día a día. El hip-hop me cambió la vida. Rompí los esquemas de la pobreza y hoy puedo decir que la música me salvó”, expresó emocionado. El artista agradeció la oportunidad de conocer la escena manizaleña y resaltó la labor de Pitu y su equipo por “crear comunidad y celebrar la vida a través del hip-hop”.

El Barrio Las Colinas fue testigo de un encuentro entre lo urbano y la vida; una muestra de unión, creatividad y resistencia. Cada artista, desde su experiencia, reafirmó que el hip-hop no solo es música, sino también un lenguaje de libertad y de esperanza. En Manizales, una ciudad que históricamente ha luchado contra los índices de suicidio, este festival se consolida como una plataforma que celebra la vida y da voz a quienes muchas veces no son escuchados.

Como dijo El Padrino: “A través del arte, aprendemos que la vida tiene altas y bajas, pero lo importante es enfrentarlas. Solo así seguimos vivos”.

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