Texto por: Andrés Felipe Rivera Motato
Fotos por: Juan Jose Peñaranda y Andres C. Valencia
El fin de semana, el hall de la facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional sintió un poco de lo que era la ciudad hace unos años gracias al Macabro Vol. 3, un evento que recordó las tomas culturales y la Manizales de los toques en parques. Reunió cerca de 250 personas alrededor del metal punk. Fue un reencuentro con una escena que se niega a morir y una demostración de que el arte y la ayuda social pueden ir de la mano.
La nueva cara de la escena
Santiago Aristizábal, de 21 años, y Santiago Garcés, de 24, son los jóvenes visionarios detrás de Macabro. Su motivación es revivir un movimiento que, según ellos, se había extinguido en Manizales. «Hace mucho tiempo había variedad de toques aquí en la ciudad. Cada mes había toques de punk, había mucha cosa y eso desapareció», comenta Santiago Aristizábal. Tras la inspiración de su primer concierto en la Casa de la Cultura de San Jorge, se preguntó: «¿Por qué no lo hago yo?». Así nació la idea y, al encontrarse con Santiago Garcés, la chispa se encendió. «Mano, ¿cómo sería para hacer un evento de nuevo para retomar estas cosas?», le propuso. Santiago respondió con un rotundo «¡De una!».
Macabro no es su primera incursión en la reactivación cultural. El primer evento, también de metal y punk, se realizó cuando se inauguró la plazoleta de la Facultad de Arquitectura de la U. Nacional. El segundo fue para recaudar útiles escolares y esta tercera edición se enfocó en la recolección de alimentos no perecederos. Este sentido social es una piedra angular de su propuesta. «Puede que nosotros parezcamos gente agresiva, salvaje por cómo vestimos o lo que escuchamos, pero somos muy amor», cuenta Santiago Aristizábal. «Somos seres humanos al final del día y nos gusta ayudar a la gente», agrega. Las donaciones de arroz, pan, aceite, fríjoles e incluso dinero en efectivo serán entregadas a diversas fundaciones, demostrando que el sonido del metal también puede tener un corazón solidario.
Desafíos y sueños a gran escala
La organización del Macabro Vol. 3 no estuvo exenta de desafíos. El mayor, según los organizadores, fueron los permisos, un trámite que a menudo se demora y requiere una revisión exhaustiva por parte de las autoridades. El clima también jugó un papel, así como la puntualidad de algunas bandas que venían de lugares lejanos como Cali. Sin embargo, la magia de Macabro, como ellos mismos la describen, radica en su resiliencia. «Por más atenciones [complicaciones] que haya, siempre se ha podido hacer, nunca se ha tirado el evento», afirma Santiago Garcés.
A pesar de las dificultades, las expectativas fueron ampliamente superadas. Santiago Aristizábal se inspira en el Festival «Grita» para todo, como el diseño de los flyers y el anuncio de las bandas y ver cómo algunos los clasifican como un «mini Grita», es para él «increíble». Su sueño es ambicioso: que Macabro se convierta en un festival de ese nivel, no solo con bandas colombianas, sino también internacionales. De hecho, el movimiento ha generado tanto interés que una banda chilena, Alambre de Púas, ya se puso en contacto para participar en el próximo volumen. La cuarta edición, que promete ser de Halloween, está planeada para octubre, buscando no coincidir con otros eventos importantes de la ciudad.
Resistencia, expresión y comunidad

Daniel Mateo Quintero, músico de la banda Distemia, que tocó en el evento, enfatiza la importancia de estos espacios. «Es una manera no solo de resistencia contra lo que el sistema nos quiere implantar como la normalidad de la rutina, sino que es un modo de expresión y de diversión para nuestra libre expresión», asegura. Para él, el rock and roll es una forma de liberación, una alternativa a otras vías. La asistencia intergeneracional fue algo que lo cautivó: «Me parece muy chimba que se reúnan en la otra generación tanto de metachos, como de punk, como de skinheads, que todos estén unidos por una misma causa, que es el Rock and Roll».
María Isabel Rivera, una espectadora, comparte este sentimiento. Para ella, el Macabro Vol. 3 representa un retorno al pasado, a una Manizales «llena de tomas culturales y eventos». Critica la falta de apoyo a estos espacios por parte de quienes pregonan que Manizales es una ciudad cultural. «La calle es para usarla, para tomársela, y estos chicos lo que están haciendo es increíble», afirma con asombro al verla cantidad de gente que se congregó. Aunque el género musical no sea su preferido, le encanta ver a la gente reunirse, disfrutar y «tomarse la calle para hacer arte, independientemente de la que sea».
El Macabro Vol. 3 fue ruido y mosh pits, fue un grito de resistencia, una demostración de comunidad y un recordatorio de que la cultura, en todas sus formas, es esencial para la vida de una ciudad. Los jóvenes organizadores, con su visión y esfuerzo, están labrando un futuro donde Manizales vuelva a ser el epicentro de un movimiento cultural donde la calle y las casas de la cultura pueden ser los verdaderos protagonistas.
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