En una ceremonia marcada por la emoción y el orgullo, se dio inicio a esta fiesta cultural que cumple más de medio siglo construyendo metáforas y fortaleciendo la identidad cultural de Manizales.
Anoche, las luces del emblemático Centro Cultural y de Convenciones Teatro Los Fundadores se encendieron, marcando el inicio oficial de la 56ª edición del Festival Internacional de Teatro de Manizales (FITM).
Durante la ceremonia de inauguración, el director del FITM Octavio Arbeláez, resaltó: “Hoy tenemos la oportunidad de celebrar la quincuagésima sexta edición de este Festival, en que una junta comprometida con su ciudad y la ciudadanía cultural construye metáforas y nos hace pensar en que somos manizaleños y se nota”.
Este año, la selección de algunas obras teatrales fue influenciada por el centenario de la publicación de La Vorágine, la célebre novela del escritor colombiano José Eustasio Rivera. La obra encargada de abrir el Festival fue ‘Habūb, escrituras de arena y agua’, de la compañía nacional La Quinta del Lobo, en coproducción con el Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella y la Universidad de los Andes, que reinterpretaron el clásico literario. Esta puesta en escena se destacó por su carácter innovador y disruptivo, tejiendo una dramaturgia que ensambló música en vivo, performance, artistas multidisciplinares y elementos tecnológicos como proyecciones y mappings de gran formato.
Uno de los cinco músicos que participaron en la función inaugural fue el manizaleño y cantante lírico Juan Carlos Echeverry, quien ofreció una reinterpretación del emblemático personaje Arturo Cova, de La Vorágine. “Es el hombre viajero blanco que llega a someter, explotar en este caso a las selvas, y se encuentra con una selva mucho más grande, misteriosa, y que finalmente es tragado por ella”, complementó el actor.
Carmen Gil Vrolijk, directora artística del colectivo La Quinta del Lobo, explicó que Habūb es una obra que reflexiona desde las artes híbridas el contexto de La Vorágine, pero al mismo tiempo visibiliza de forma simbólica la conexión entre el Amazonas en América del Sur y el desierto del Sahara en África. “El nombre viene precisamente de las tormentas de arena que se llaman así, que son las que atraviesan el Atlántico y fertilizan el Amazonas, y Hab en árabe es una partícula muy pequeña, para nosotros la obra es también una reflexión de esas múltiples partículas y voces que construyen el relato del Amazonas”.
En Habūb, el paisaje sonoro estuvo marcado por las voces de los ríos, los susurros de los árboles, el canto de las aves y los ecos de la fauna silvestre, recreando la esencia de la selva. Estas resonancias naturales se mezclaron con las voces de los pueblos indígenas, en un intento de reivindicar su papel, históricamente relegado en la obra original, donde solo se narra la historia de un indígena desde la perspectiva de un hombre blanco. “Visitamos La Chorrera, escenario de un episodio crucial de la novela; allí grabamos imágenes y sonidos de la naturaleza, y observamos las cicatrices que marcan los árboles. Para nosotros, más que nada, era un ejercicio de respeto, evitando cualquier forma de extractivismo o explotación”, explica Gil.
La obra culmina con una letanía de verano, interpretada por la comunidad indígena uitoto de la Amazonía, a través de las voces del cacique Marcelo Buinaje y su sobrino Elio Buinaje, ambos sabedores del pueblo. “Es el cierre como un poco de una metáfora de que esa selva, y esa naturaleza es más grande que nosotros y es eterna”, concluye la directora.
La compañía colombiana Teatro Petra, con una trayectoria de casi una década en el Festival, presentó este año una doble función de su obra ‘Perderse’, una adaptación innovadora de la novela de Rivera. Según Fabio Rubiano, director y cofundador del colectivo, la obra ofrece una nueva mirada a La Vorágine, retomando elementos clave del texto, pero trasladando la acción a una selva distinta: una selva burocrática, saturada de papeles y trámites. «Todas las atrocidades que ocurrieron hace 100 años se decidían en oficinas. Esa es nuestra selva, una selva burocrática», puntualizó Rubiano.
Ambas obras nacionales forman parte del proyecto La Vorágine Expandida, una iniciativa del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, en colaboración con el Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella. Este proyecto tiene como objetivo generar un diálogo amplio y profundo a partir del clásico, abordando temas de relevancia global como la emergencia climática, el racismo, el extractivismo, el genocidio cauchero, la exclusión, la guerra. Además, busca reivindicar la fuerza de la naturaleza y el poder transformador de las artes como caminos hacia la esperanza y el cambio social.
El teatro local abrió la temporada con doble función de Aun Macario, presentada por Teatro Portátil. Esta pieza retomó el texto literario Macario, del reconocido escritor mexicano Juan Rulfo, originalmente publicado en la revista literaria América y más tarde incluido en la colección de cuentos El Llano en llamas. “A partir de este texto original empezamos a indagar nuestra propuesta dramatúrgica encontrando una técnica del anacronismo, una historia muy bonita de Jorge Luis Borges de un relato que se llama ‘Pierre Menard, autor del Quijote’, que es un juego de querer escribir el Quijote nuevo sin cambiarle nada. Nosotros hacemos la intervención haciendo trasladar el personaje el monólogo en dos actos: uno en el tiempo presente y otro en el futuro. En el tiempo de hoy aun Macario está en las calles como un habitante”, contó Javier Humberto Arias, integrante del colectivo manizaleño.
Conozca la programación de hoy
Desde hoy hasta el 6 de septiembre, más de 60 investigadores de 19 países se darán cita en la sexta edición del Congreso Iberoamericano de Teatro, como parte del FITM, para profundizar en la reflexión sobre «Cuerpos y corporalidades: sociedad, género, naturaleza y tecnología». Este evento reunirá a expertos que explorarán las complejas intersecciones entre estos temas, abriendo nuevas perspectivas en el ámbito teatral y académico
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