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El biocultural, una forma de cambiar las narrativas y la visión de ciudad fotos por cristian aristizabal (24)

El Biocultural, una forma de cambiar las narrativas y la visión de ciudad

Texto por: Andrés Felipe Rivera Motato

Fotos: Cristian Aristizábal

El Festival de Arte Urbano de Manizales, impulsado por un colectivo comprometido con la educación ciudadana y la cultura ambiental, transformó el concepto de lo biocultural en su 11ª edición. A través de estrategias artísticas y creativas, el evento integró el arte urbano, la sostenibilidad, y para esta versión su plus fue la literatura, plasmando en la ciudad dos murales de 12 metros y uno de 3×5 metros, realizados en colaboración con el Cable Aéreo y la Feria Internacional del Libro de Manizales.

Bajo la temática del «Resonancias Multiculturales», el festival destacó la riqueza del Paisaje Cultural Cafetero, la cultura de la paz y la sostenibilidad como pilares de la región. Esta edición buscó resaltar la diversidad y el patrimonio cultural. Uno de los murales fue el resultado de una micro-residencia de 10 días con la artista caleña, conocida como Rito sin Sermones, cuya obra titulada En una Deriva por Manizales reflejó la búsqueda por la biodiversidad, destacando especies amenazadas como el tucán pechigrís, y plantas emblemáticas como el yárumo, aguacatillo y la caléndula, inspiradas en el pabellón de ramas del «puesto de la mona» en la Plaza de Mercado de la ciudad. La composición onírica de la pintura mostró animales y plantas en una escala mayor a los humanos, subrayando su grandeza y relevancia en el ecosistema.

Otra de las obras fue realizada por el artista @arturo.volatil, titulada Cae la lluvia, florece la tierra. Esta pieza simboliza la importancia del agua como elemento vital que no solo aviva la tierra, sino también el interior. La obra presenta al agua como una metáfora del territorio, asegurando la abundancia de la biodiversidad que depende de ella. En el centro de la composición se encuentra una golondrina, ave migrante, ubicada en el corazón de la imagen para resaltar la conexión del territorio con la llegada del agua. Esta representación enfatiza cómo la naturaleza y los ciclos hídricos son fundamentales para el equilibrio ecológico y cultural de la región.

El centenario de La Vorágine

En una colaboración con la Feria del Libro Ciudad de Manizales, el centenario de La vorágine también tuvo lugar en el Festival, logrando conectar a la comunidad local a través de la reflexión sobre la relación entre el ser humano, la ciudad y su entorno. «Hubo una intervención artística inspirada por el tema de la novela, especialmente su conexión con la naturaleza, la explotación y la biodiversidad. Este mural representó escenas y personajes que evocan los conflictos entre estos elementos, que son centrales en la obra literaria», señaló Luisa Fernanda López, directora del Biocultural.

Uno de los artistas destacados en esta edición fue Fernán David Mejía Ceballos, conocido en el mundo del arte como Otis. Artista plástico y muralista, Otis desarrolló desde niño una pasión profunda por el dibujo y la pintura, junto a una conexión especial con los animales, a quienes percibe como seres fieles, sinceros y puros, en contraste con los seres humanos. Su obra ha sido una constante expresión de amor hacia ellos, utilizando el muralismo para subrayar su relevancia. En el Festival, Otis creó un mural inspirado en La vorágine, donde plasmó a Alicia y Arturo, los personajes centrales de la novela.

«Yo quería mostrar al ser humano en su fragilidad frente a la naturaleza. La historia describe cómo estos dos personajes, para poder mantener su amor, se refugian en la selva, pero al internarse en ella descubren que, aunque es bella, también es hostil. La selva, con su lejanía, facilitaba la explotación, la esclavitud y el asesinato de indígenas debido a la extracción del caucho. De alguna manera, creo que la novela es una especie de denuncia de todo lo que ocurrió en ese entorno. Quise reflejar esa parte más humana de los personajes, más allá de la ficción, y por eso representé a dos figuras de la época atravesadas por la naturaleza. En medio de ellos coloqué un cráneo, símbolo de la muerte, un cráneo verde que representa ‘la muerte verde’, esa desaparición de personas en la jungla, donde la naturaleza simplemente las consume».

La interacción del público

Este evento, que año tras año se toma la ciudad, contó con la participación de muralistas locales y uno nacional. Sin embargo, la presencia del público permitió integrar otras formas de expresión artística, como el mercado gráfico y consciente, conversatorios y talleres comunitarios. «Se registró una buena asistencia por parte de la comunidad local, que se mostró comprometida con las actividades que combinan arte y conciencia, reflejando un fuerte sentido de pertenencia y apoyo al Festival», afirmó Luisa.

La interacción del público con las obras en proceso puede representar un desafío para muchos artistas, pero Otis tiene otra perspectiva. «Creo que siempre que uno pinta, las personas se sienten atraídas, curiosas, y muchas veces también se identifican. Podría considerarse un desafío tener que trabajar y, al mismo tiempo, generar lazos con el público. A veces, el reto está en detenerse un momento para entablar una conversación. Quizás lo más complejo es no perder esa empatía con las personas mientras se pinta».

Sin embargo, Otis también cree que la interacción con el público es casi tan importante como la pintura misma. «El impacto de cómo influye la gente en el proceso creativo es muy positivo. Creo que el público alienta mucho al pintor cuando está en acción. La gente siente admiración por lo que uno hace, y eso motiva a seguir trabajando y dar lo mejor en cada pincelada».

El Biocultural sigue siendo una herramienta para cambiar las narrativas y la visión de ciudad. Al integrar los diversos elementos que lo componen, este Festival continúa transformando el espacio público en un lugar de reflexión y diálogo sobre la relación entre el ser humano, la naturaleza y el entorno urbano.

En su 11ª edición, bajo la temática de«Resonancias Multiculturales», no solo dejó un legado visual con grandes murales, sino que también involucró a la comunidad en un proceso de creación colectiva y consciente. Este enfoque biocultural, que fusiona arte, conciencia ambiental y la historia cultural de la ciudad, ha establecido un vínculo duradero entre los artistas, el público y la transformación social, consolidando al Festival como una plataforma para el cambio y la sensibilización frente a los desafíos actuales que enfrenta la humanidad y su entorno.

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