Texto por: Tatiana Guerrero
Fotografías: Andrés Camilo Valencia Giovanny L. Gálvez y Juan David Rivera
Jorge Dubatti tiene raíces profundamente argentinas, pero en sus venas corre también una savia colombiana, especialmente manizaleña, gracias a la ciudad que lo adoptó bajo el pretexto perfecto: el Festival Internacional de Teatro de Manizales (FITM), que este año celebró su 56ª edición.
Con una trayectoria tan extensa que lo obliga a tomar pequeñas bocanadas de aire para enumerarla, Jorge nos dice con humildad: «Soy filósofo, investigador teatral, profesor en la Universidad de Buenos Aires, director de una escuela de espectadores, miembro de la Academia Argentina de Letras y de la Real Academia Española… ¿Qué más te puedo contar?». A ello se suma su colaboración con Octavio Arbeláez, director del Festival, con quien hace ya algunos años co-creó las cátedras y el Congreso Iberoamericano de Teatro, que ya va por su sexta edición.
Tuvimos la oportunidad de conversar con Dubatti sobre la escena teatral en Latinoamérica, el papel de Manizales y el futuro que le depara al arte de las tablas en nuestra región.
¿Cómo crees que el FITM ha transformado la cultura de Manizales, Colombia y Latinoamérica?
El Festival tiene muchos méritos. El primero es que es un mirador latinoamericano. Siempre que vengo me llevo en la memoria un espectáculo bellísimo. Es importante como el FITM visibiliza la escena iberoamericana, porque nuestros países no son ricos, y por lo tanto, el teatro está muy desarticulado, entonces el tener estos espacios te ayuda a construir esa cartografía.
Otro lado es el evidente impacto que tiene en el público. Es decir, hay una formación de público y de fervor por el teatro. Algo que me llama la atención de Colombia, a diferencia de Argentina, es que acá el aplauso va acompañado de un alarido, es como que la gente presenta un estado de agradecimiento y alegría. Eso es un mérito de Manizales, tener un público apasionado, inquieto, que puede disfrutar de espectáculos diferentes, eso hace que sean sujetos de la cultura.
Agregaría un tercer mérito: Es este complemento con el Congreso. Lo que está diciendo es que hay una botella de Klein que hace que no podamos pensar el teatro sin el pensar. Es esta cosa tan hermosa de en la mañana pensamos el teatro, y en la tarde y noche vamos al teatro.
¿Por qué el teatro puede ser una vía para la democratización de la cultura en la ciudad y el país?
Soy profundamente optimista en cuanto al poder del teatro para transformar la subjetividad. No creo en un teatro que se limite al panfleto o que no deje espacio para el pensamiento crítico y autónomo del espectador. El teatro, ya sea de manera sutil o directa, tiene la capacidad de modificar la percepción de una cultura, y a través de esa transformación, avanzar hacia una sociedad más enriquecida, un mejor país.
Lo que distingue al teatro es su naturaleza colaborativa: No se puede hacer en soledad, requiere del encuentro con el otro. Es un ejercicio de hospitalidad, amistad, apertura de cabeza, dialogismo y compañerismo. En su esencia etimológica, compañerismo, es compartir y comer el pan con el otro.
¿Cuál es tu opinión de la escena teatral de Manizales?
El teatro latinoamericano es muy bueno. No solo tiene mucha ebullición y producción, sino que tiene exponentes que no tienen nada que envidiarle al resto del mundo. No quiero ser injusto, grupos como Petra, Matacandelas, no tienen nada que envidiarle al mejor teatro global. Lo mismo pasa en toda Latinoamérica, en Argentina tener un maestro como Mauricio Kartun, un director como Ricardo Bartís, es como tener a Shakespeare.
Tenemos que hacer todo el esfuerzo que podamos para visibilizarlo, para que la gente lo vea como una de las grandes opciones humanísticas y culturales de nuestro continente. Por otro lado, hay que buscar que salga de las fronteras. Eso me parece fundamental.
¿Cómo reaccionaste frente al reconocimiento que recibiste por parte del FITM?
La verdad no me lo esperaba. Uno labora por pasión, por placer, no por buscar un reconocimiento. Y cuando aparece un homenaje de este tipo, es una felicidad muy grande. Es un cariño que le hacen a uno. Me honra enormemente, porque como amante del teatro latinoamericano, sé lo qué significa el FITM, uno de los más antiguos y que es sinónimo de historia.
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