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El Festival Internacional de Teatro de Manizales está preparado para celebrar 50 años de trayectoria. Su director Octavio Arbeláez nos habló sobre el poder del teatro latinoamericano, los cambios en la historia del teatro manizaleño y la responsabilidad de la ciudad para llegar a otros 50 años de puro teatro.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Texto por Diana Castro
Fotografías por Lania Lex y Cortesía FIT
Frases como “ Manizales respira teatro” o “Manizales Ciudad Teatral” se usan bastante durante esta época del año. El Festival Internacional de Teatro de Manizales es el evento central de la escena montañera, más no es el único momento del año en que las artes escénicas suceden y se reinventan. El FIT es como la erupción de un volcán activo, siempre ardiente para hacer temblar la tierra cada que se le dé la gana. Antes de la versión 50 del festival hablamos con su director Octavio Arbeláez para conocer el poder del teatro en América latina, los cambios en la historia del teatro manizaleño y la responsabilidad de la ciudad para llegar a otros 50 años de puro teatro. [/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_empty_space height=»16px»][vc_single_image image=»12861″ img_size=»full»][vc_empty_space height=»16px»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Háblenos sobre la escena teatral de Manizales cuando usted tomó las riendas del FIT en 1983
En 1968 se creó el Festival Internacional de Manizales para grupos de teatro universitario de América Latina y más tarde para grupos experimentales y de nuevas tendencias, en especial de teatro latinoamericano y con presencia de algunos grupos españoles del teatro independiente. En 1973 vinieron grupos de Europa y África.
Siendo justos, en esa época la dimensión teatral era subsumida por la premisa de la política como eje, la palabra urgente, la “revolución a la vuelta de la esquina”, y el mensaje y los contenidos eran la prioridad.
El panorama teatral de la ciudad, a comienzos de los 80 ofrecía la presencia de algunos grupos estables: La brecha, el TPM, el TICH, que hacían presentaciones en diversas salas de la ciudad y mantenían un poco la llama teatral viva, el teatro universitario también se mantenía con el tiempo, con su visión crítica, incluso hoy creo que hay un retorno muy interesante de los universitarios a esta expresión de las artes, independientemente de las escuelas universitarias de teatro, los estudiantes vuelven a hacer teatro, y se hacen festivales, y en la ciudad se vive un renovado interés por el quehacer escénico, teniendo hoy más de 12 agrupaciones que hacen presencia permanente.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_empty_space height=»16px»][vc_single_image image=»12856″ img_size=»full»][vc_column_text]
Fotos Archivo Cortesía FIT
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Desde su quehacer, ¿Qué cambios ha tenido el teatro latinoamericano? ¿Qué cambios observa en el teatro en Manizales?
El teatro latinoamericano del siglo XXI ya no intenta retratar la realidad sino ser, en sí misma, una realidad alternativa. La austeridad de elementos escenográficos es compensada con diferentes estímulos auditivos y visuales. Las nuevas voces cuentan historias contemporáneas con ingenio, estilo y pasión. Si en el paisaje teatral de las últimas décadas, la serie de fenómenos que problematizan las formas tradicionales del drama y de su teatro, justifican el empleo de un nuevo paradigma del denominado teatro posdramático, la palabra indica aquí la delimitación negativa común de las técnicas de interpretación muy variadas del teatro posdramático en comparación con las del teatro dramático tradicional. En la ciudad tenemos ejemplos de estas vertientes y hay agrupaciones que trabajan en la búsqueda e innovación, tanto desde su visión del quehacer escénico, como en las búsquedas formales articuladas con los nuevos medios. [/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_empty_space height=»16px»][vc_single_image image=»12864″ img_size=»full»][vc_empty_space height=»16px»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]¿Qué podemos esperar de los 50 años del FITM?
Mucho se ha escrito sobre el primer periodo del festival por eso hago hincapié a la nueva época. En 1983 un grupo de ciudadanos y líderes culturales de la ciudad se dieron a la tarea de revivirlo, buscando darle continuidad a un proyecto que marcó el desarrollo del teatro en Iberoamérica. Desde entonces y en esta segunda etapa se han realizado 34 versiones del Festival Latinoamericano de Teatro sin interrupción, que suman 39 ediciones en total ya celebradas del festival de artes escénicas más antiguo de Latinoamérica.
Esta edición aniversario valida el evento frente a la comunidad internacional: Como homenaje a los 50 años del Festival, y por iniciativa del CELCIT (Centro Latinoamericano de Creación en Investigación Teatral) se declaró el 8 de octubre como el Día Internacional del Teatro Latinoamericano, declaración a la que adhirieron organizaciones artísticas, públicas y privadas, ligadas al teatro de todo el mundo, entre la que se destaca la Federación Internacional de Actores, la REDLAT (Red de productores de Latinoamérica), REDELAE (Red eurolatinoamericana de Festivales de Artes Escénicas).[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_empty_space][vc_single_image image=»12865″ img_size=»full»][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]Cada año el Festival varía sus ejes curatoriales y temáticos, de acuerdo con las diversas tendencias de la escena internacional. Para la edición 2018, por ejemplo, nos ocuparemos de las escenas teatrales iberoamericanas, referenciadas a partir de los 50 años de historia del Festival, teniendo como vertiente de programación fundamental:
Grupos históricos: Teatro El Galpón de Montevideo; La Cuadra de Sevilla (España); Yuyachkani de Perú; Malayerba de Ecuador; La Candelaria de Colombia; Teatro de la Llanura de Argentina; todos los cuales ejercen su protagonismo en la escena de iberoamérica entre 45 y 60 años. se realizarán eventos teóricos alrededor de esos procesos creativos y de la dinámica del trabajo de grupos como forma creativa.
Grupos consolidados alrededor de la historia del Festival. Generacionalmente correspondería a directores teatrales vigentes y que se ubican en una franja etaria de 50 años: Teatro Petra de Colombia; Cornamusa de México; ; La cochera (Argentina); Teatro Matacandelas (Colombia). La nueva generación: Nuevos directores/dramaturgos consolidados en la escena internacional: Gabriel Calderón (Uruguay); David Gaitán (México); Jorge Hugo Marin (Colombia); Johan Velandia (Colombia)[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_empty_space height=»16px»][vc_single_image image=»12862″ img_size=»full»][vc_column_text]
Fotos Archivo Cortesía FIT
[/vc_column_text][vc_empty_space][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]Las versiones del festival han cambiado según el contexto político e histórico que las rodea, cada año han existido propuestas que promueven la reflexión y el sentido crítico acerca de temas de actualidad. Tras 50 años de Festival ¿cuáles han sido los temas recurrentes para reflexionar a través del teatro? ¿cree que el teatro es un buen termómetro de la sociedad en que vivimos?
Hay un contexto esencial en cómo se mueven las tendencias escénicas en el mundo: El teatro dramático que se plantea como un doble de la realidad, como dependiente de otra cosa externa a sí mismo (la vida que llamamos real, los vínculos sociales, el comportamiento humano) y, de este modo, estructura la organización y la percepción que la sociedad tiene de sí y, por consiguiente, del teatro. Frente a este surge lo que un autor alemán, Lehmann, denomina en su libro (imponiendo el término) de “teatro posdramático” como noción clave para el estudio de las manifestaciones teatrales contemporáneas inventariando las formas escénicas de vanguardia de principios del siglo XX y su evolución estética hacia un tipo de creación artística que se desarrolló con más fuerza durante los años 80′ y 90′. [/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_single_image image=»12860″ img_size=»full»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]Por años el FITM tuvo mayor reconocimiento fuera de Manizales que en la propia ciudad anfitriona, no obstante se ha convertido en un evento de ciudad. ¿Cómo ve la apropiación del público manizaleño hacia las artes escénicas y en particular hacia el FITM?
La ciudadanía se apropia de un festival que es parte de la ciudad, vivimos el aquí y el ahora de nuestros procesos, y un espacio como el Festival de Teatro de Manizales no es ajeno a ellos. Para mí, en este periodo los temas centrales están transversalizados por la paz, y nuestra ciudad ha asumido actitudes valientes frente a todos los procesos vividos, especialmente desde el ámbito universitario y cultural. Tenemos claro que la construcción social de la paz es más resultado del desarrollo de una cultura del debate creativo y la convivencia que un mero acto de la paz como estrategia política. [/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]Las fórmulas retóricas, manifestadas a través de campañas ligadas a mensajes de coyuntura electoral, recogen formas de pensar esa paz que pueden ocultar diversas manifestaciones de sufrimiento ampliado y de despotismo que se hacen claras en la vida de las personas pero alcanzan solo fugazmente alguna representación o reconocimiento político. Tras los silencios, o las negativas de un país como el nuestro, se observan dolores de muchas décadas de ausencia de formas de relacionarse con un mundo que niegan justicia y equidad. Los jóvenes han encontrado estos discursos claramente expresados tanto en los espectáculos propuestos como en los diversos seminarios y eventos teóricos a los que han respondido con una mirada crítica y participativa.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_empty_space height=»16px»][vc_single_image image=»12868″ img_size=»full»][vc_empty_space height=»16px»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Para finalizar. ¿Qué papel tenemos los jóvenes y universitarios para aportar a otros 50 años de FITM?
Participar desde la perspectiva de una ciudadanía culturalmente activa, lo que podría generar procesos que piensen en la cultura que no es -como se suele pensar desde una vertiente romántica-, el lugar de la dulzura y del goce estético, más bien se ha reconfigurado como un plano y una voz de luchas por nuevos y mejores proyectos de vida colectivos, sin un formato rígido ni un planteamiento cerrado. Pero por ello un lugar de conflictos programáticos, teóricos y políticos. La cultura más instrumental, ensamblada al servicio de un discurso centrado en el espectáculo, se colisiona con la cultura democrática por espacios y tiempos de libertad y creatividad.
La creación estética contemporánea particularmente las artes escénicas y musicales, y las artes ligadas a los mundos juveniles, étnicos y de género, la de aquellos espacios que desde las disidencias intentan hacerse observables y presentes nos dan cuenta de que algo suena en el fondo de las estructuras sociales contemporáneas. Se les puede ver y escuchar en los nuevos movimientos estudiantiles y en la de los ciudadanos por una economía solidaria y puesta al servicio del desarrollo humano. Es este el reto: asomarnos a estos sonidos del tiempo mundial actual, que no es solo el de la revolución de la economía, sino el de un modelo de cambios significativos generados a partir de modelos colaborativos, del trabajo en red, de mirarnos en los otros.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]