Carrozas de Nariño para descolonizar la Feria de Manizales (13)

Carrozas de Nariño para descolonizar la Feria de Manizales

Texto por: Rafael Santander Arias

Fotos por: Andres C. Valencia y Juan José Peñaranda

La Feria de Manizales empezó a trabajar este año para renovarse, y entre sus nuevos atractivos trajo carrozas típicas de los carnavales de Pasto para el desfile de las naciones.

El reinado del café, la cabalgata y la temporada taurina están en crisis. Estos tres emblemas deslucidos de nuestra fiesta anual corren el riesgo de desaparecer por decisiones políticas y factores culturales que han venido minando el interés y la viabilidad de estos eventos en la Feria de Manizales. Como consecuencia de este declive, la amenaza con una reducción de visitantes y por ende unas pérdidas económicas, los encargados del turismo en la región se han puesto en la labor de renovar la oferta cultural.

Manuel Mejía, coordinador de turismo de la Feria de Manizales, afirma que esta amenaza no es exclusiva para Manizales: “Este es un fenómeno que ocurre en el país, todas las ferias están buscando una nueva identidad. Por eso nosotros estamos trabajando con un concepto más cercano al de carnaval, haciendo más pulcros los desfiles y trayendo nuevos elementos”. Entre los elementos con los que se renueva y enriquece la oferta se encuentran las carrozas que desfilaron por la ciudad el pasado viernes 10 de enero en el Desfile de las Naciones —y de las que hubo una muestra pequeña en el desfile del lunes 6— realizadas por cuatro talleres de artistas provenientes de Nariño consagrados primeramente al Carnaval de Negros y Blancos, todos campeones de la modalidad de carrozas en diferentes versiones.

Mucho mejor que quejarse del gobierno, de la pérdida de los valores y las costumbres o de la embolatada juventud que camina directo hacia el abismo, las decisiones del jefe de Turismo de la Feria de Manizales, Mauricio Cortés, evidencian una conciencia del cambio de los tiempos y las generaciones.

Esta implementación de las carrozas del carnaval de Pasto en la Feria de Manizales representa un gesto de reapropiación de nuestra cultura colombiana en el que un pueblo hermano comparte sus tradiciones para enriquecer nuestra festividad y también comparte su conocimiento con el objetivo de que en el futuro los artistas de la ciudad creen sus propias carrozas.

Del taller Arlexor, a cargo de la carroza Un mundo de mitos y leyendas universales, la maestra Paola Rodríguez manifiesta su entusiasmo por llevar “un poquito del carnaval a otras festividades de Colombia y del mundo” y hace énfasis en el valor del intercambio cultural que implica la propia fabricación de la carroza. “Para hacer un buen producto hay que entender la fiesta de cada región y conocer bien su cultura, así podemos representarla mejor”, lo que implica un intercambio también con la gente de la ciudad y un permiso para maravillarse con lo que esta región tiene para ofrecer. La calidez de la gente es uno de los elementos que ella destaca.

La carroza que exhibieron el 6 de enero se hizo en un tiempo récord de 48 horas. “A veces ni dormimos”, dice Paola, “pero agradecemos que exista harto trabajo”. La razón detrás de tanto empeño y sacrificio declara enérgica ella, es “por gusto, por pasión y porque nos encantan los carnavales”.

Estos artesanos logran sus carrozas rápidamente, en parte, por los materiales que utilizan: el maestro Diego Jaramillo Gallardo del Taller Jaramillo explica que tradicionalmente se esculpía en barro, se forraba en papel y luego se pintaba, pero este material era pesado y vulnerable al agua, por lo que ahora el material más popular es el icopor. Este material se talla y luego se protege con una capa de papel piedra cubierto por un engrudo hecho de colbón, harina y agua. El otro factor que agiliza la producción es lo poco dividido que está el trabajo en los talleres. “Acá todos somos hombres orquesta: esculpimos, pintamos, soldamos, montamos, hacemos lo que haya que hacer”, afirma el maestro Jaramillo antes de hablar de la figura especializada que está surgiendo en los talleres: el ingeniero mecatrónico.

En el Taller del Abuelo, a cargo del maestro Diego Barrera, que hizo la carroza Sinfonía de colores y ritmos con orgullo dicen que fueron pioneros en implementar la robótica en las carrozas. La innovación constante parece la búsqueda de este taller en el que además de su trabajo en los carnavales, han diversificado sus labores dedicados también al diseño industrial.

Estos maestros artesanos, testimonio vivo del amor a un oficio tradicional propio de su tierra, manifiestan sentido de pertenencia, amor por el carnaval y deseos de compartir lo que son y lo que saben y, aprovechando el espacio de trabajo en las instalaciones del Jardín Botánico de la Universidad de Caldas -sitio que destinó la Feria de Manizales para esta labor-, invitaron a los estudiantes de Artes Plásticas a realizar un intercambio de saberes y a trabajar también montando las carrozas. “Queremos compartir algo de Pasto y enriquecer a los artesanos de Caldas”, afirma Jaramillo Londoño, agradecido con la ciudad.

Y aunque todos manifiestan un sentimiento positivo con su experiencia, también surgen algunas incomodidades: “Nos toca aguantar frío, trasnocho, lluvia” declara con un orgullo estoico el maestro Barrera, pero tras sus palabras se oculta también un reclamo. “Entendemos que es la primera vez que lo hacen y que por eso el espacio no sea el más apropiado”, declaró la maestra Paola Rodríguez, “esperamos que lo tengan en cuenta para los años siguientes”.

El ejército de artesanos nariñenses que se tomó el Jardín Botánico puede ser apasionado, orgulloso, diligente y eficiente, pero esta buena voluntad debe ser tomada en serio por la ciudad. “La calidad de una carroza también depende de la calidad de las condiciones de trabajo”, señaló la maestra. Puedo dar fe, por ejemplo, de que algunas piezas pintadas estaban al aire libre, vulnerables al sol, el viento y la lluvia sin tener donde almacenarse también y de la dificultad, fruto de esta misma estrechez, para maniobrar los camiones donde iban a montar las carrozas. Estos artesanos ya curtidos podrán ser inmunes contra el desaliento, pero si se pretende que regresen y si se espera que el desfile de las naciones se vuelva un atractivo por la exhibición de carrozas, es importante que se le ofrezcan mejores condiciones de trabajo a nuestros visitantes.

Y ya que estamos revisando y descolonizando esta festividad ¿qué tal si nos desvinculamos también del café —que ni siquiera es una planta endémica— y de una vez de las chapoleras —cuyo atuendo no representa realmente a las mujeres recolectoras?  ¿Qué tal si reinventamos el reinado y lo adaptamos para que de manera apropiada haga juego con las carrozas?

Con solo un par de años más de corridas, este es el momento de la renovación. Podemos aprovechar estas grietas que se van abriendo ante el desgaste de una tradición crepuscular y preguntarnos por nuestra identidad como manizaleños más allá de himnos, escudos, lemas y banderas. Tenemos la oportunidad histórica de repensarnos y de repensar la imagen que queremos proyectar al mundo y debemos aprovecharla.

Bienvenida la crisis.

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