El Festival Internacional de Poesía de Manizales celebra sus quince primaveras, marcadas por innumerables aventuras a bordo de la Nave de Papel, que ha surcado los océanos de letras, versos y composiciones de poetas y escritores de todo el país y el mundo.
Texto y fotos por Tatiana Guerrero
¿Cuánto puede resistir una nave de papel? Si te imaginas aquellos barquitos que los niños construyen y ponen a prueba en pequeños estanques, podrías pensar que hasta una hormiga puede hundirlos. Pero si llevamos esta idea al terreno de la ficción y la metáfora, esta nave es capaz de embarcar un cardumen de poetas de diversas latitudes, enfrentando un diluvio de versos que, lejos de naufragar, te sumergirán en el océano de las nostalgias.
Esa es la naturaleza de la Nave de Papel, una fundación independiente, que por decimoquinta vez surcó las tierras de la capital caldense. De la nave se desembarcaron los reconocidos poetas Rómulo Bustos, de Cartagena; Sheila Zayas, de Cuba; Luz Mary Giraldo, de Ibagué; Juan Carlos Acevedo, de Manizales; y Valeria Sarama, de Pasto, todos con la misión de celebrar los quince años del Festival Internacional de Poesía de Manizales, que se inauguró la semana pasada con un velada poética en el Banco de la República.
Poesía alada
El desembarco a esta ciudad, cuna de grandes poetas como Maruja Viera, Dorian Hoyos, Octavio Escobar, entre otros, trajo consigo una bruma mística que envolvió al escritor cartagenero Rómulo. Él describió su segunda vez en Manizales como un encuentro con el misterio y lo sagrado.
«Tengo una fascinación por las ciudades rodeadas de montañas, tal vez porque provengo del Caribe. En Manizales hay una especie de halo enigmático, vinculado a su neblina y al páramo, que revela y oculta a la vez, haciendo alusión a lo sagrado», reflexionó el poeta.
En su emotiva presentación, Bustos recitó tres poemas de la colección De la dificultad para atrapar una mosca. Cada composición estuvo atravesada por el acto del vuelo.
“En esa exploración de la metafísica me apoyé en la figura del ángel, y luego en animales que vuelan, que necesariamente no son prestigiosos como la mosca y el paco paco, que es un grillo”, explicó el escritor costeño.
Un paco – paco
El paco-paco canta con las patas traseras
Recuerdo un paco-paco que alegró la noche
a todos los niños de la cuadra
porque confundimos su canto con los crótalos
de una cascabel
Con palos y mochas la buscamos
entre los matojos
hasta que descubrimos el engaño
En realidad
él ya nos había descubierto antes
con sus grandes ojos de mirar el mundo
sin entender nuestra alharaca, y entonando
el más perfecto de los silencios
que alguna vez hubiéramos escuchado
Pero este paco-paco que ahora miro
sobre la ramita del matarratón
ha perdido una pata. Su ambigua pata
para el salto para el canto
Es curioso que la voz de un animal
esté en sus patas
Miro al animalito tratar en vano de frotar
la una con la no-otra pata
y me es inevitable evocar el conocido epigrama zen
que enigmáticamente se pregunta:
¿Cómo es el sonido
de una sola mano cuando aplaude?
¿Existe, acaso, ese sonido?
Y tú, Bustos, tratas también de frotar,
de desplegar tus dos patas traseras, tu ala única
y entonces escuchas (o imaginas o crees
o quieres escuchar)
ese otro insondable sonido que te responde
desde qué matojo
desde qué inescrutable esquina del paisaje,
desde qué silencio.
La voz de las nuevas generaciones
Sheila es la prueba de que entre la ciencia y la poesía no hay isla que separe estas disciplinas. Con apenas 23 años, esta joven profesora de Física Nuclear en la Universidad de La Habana, Cuba, también es actriz y ha escrito poesía desde que era niña; inspirada por su abuela, a quien describe como la poeta de la casa. Su voz lleva el ritmo del Caribe; su tierra natal, y su edad la convirtió en la participante más joven del Festival.
“Para mi es un honor compartir con poetas con una larga trayectoría artística. También tenía muchos nervios porque a veces uno se pregunta si estará o no a la altura de ellos. Pero el simple hecho de compartir, me nutre demasiado. Es una semilla que se siembra y queda allí para siempre”, señaló la cubana.
Los versos de Sheila son una respuesta a la cotidianidad que ella experimenta en la isla y el camino para empatizar con las realidades de otrora.
“Me gusta retratar en mi poesía o mi escritura lo que pasa a mi alrededor. A lo mejor hay algo que le duele a otro, pero a mí también me duele y la poesía es una forma de atravesar ese duelo”, confió la escritora.
Oda primera al reencuentro
Dice un hombre, tal vez arrepentido,
qué extraña a una mujer, tal vez aborrecida;
qué guarda en su cuello claro el dolor,
y la saliva que dejarán los recuerdos.
Clama mustio un colibrí tuerto
aleteando el sabor a sudores dormidos.
Y polinizan la sal y la lengua, latidos,
y ruborizan la fe y la calma, el amparo.
Posado en la lluvia, dice un vil pájaro
qué sufre escondido su tragedia verde,
confíanme el castigo, la ofensa perenne
pues su ombligo anda mudo, inerte, sumiso.
Ángel funesto a la piel de un abismo
donde abrazan las dudas el amor ya zanjado;
cómo viven sus ojos y ganglios, lejanos,
cómo lloran centellas a pacto de instinto.
Ya se va, corazón, a perder el prestigio,
la razón, la verdad, y la peste comprada;
cual entierro qué va, mujercita estafada;
cual fatiga qué ríe, hombre mundo finito.
El rescate de la memoria
La poesía local resonó en la voz de contralto del poeta manizaleño Juan Carlos Acevedo. Este escritor, cuyo compromiso con las letras es inquebrantable, ha dedicado gran parte de sus años a la promoción de la lectura y la escritura creativa en la región caldense.
De su antología La casa en el invierno, el público tuvo la maravillosa oportunidad de escuchar a través de la potente voz de Acevedo, su poema Conjuro.
Contra las aves
que destrozan los cielos de abril,
escribo tu nombre.
Para ahuyentar
esa bandada de sueños rotos
que oscurecen los días mejores,
pronuncio tu nombre.
Como antídoto
para espantar los pájaros de la angustia
que se despiertan en mis adentros,
canto tu nombre.
Al elevar una plegaria
para bendecir tu cuerpo,
amado bajo la fiebre de mayo,
subrayo tu nombre.
Para escribir, con la tibia luz de julio,
la palabra amor,
deletreo tu nombre.
Frente al furioso río de los días
que desdibuja el futuro
enuncio tu nombre.
Cada letra, cada sílaba
es un conjuro
contra la peste del olvido,
por eso hoy libero tu nombre
Adoptada por el Ruiz
Luz Mary Giraldo, reconocida poetisa, ha declarado a Manizales como su tierra adoptiva, recordando con nostalgia las visitas que, desde muy pequeña, realizaba a casa de sus abuelos que habitaban las tierras del Ruiz. Nacida en Ibagué, Giraldo ha forjado una destacada trayectoria en el ámbito literario como ensayista, poeta e investigadora. Sus versos han trascendido fronteras, siendo traducidos a múltiples idiomas e incluidos en diversas antologías tanto en Colombia como en otros países.
Durante el evento, Giraldo alzó su voz para declamar un poema que ha compartido en innumerables ocasiones, una pieza entrañable de su antología Postal de viaje.
La vendimia
Llegará el día de recoger la cosecha y seleccionar frutos.
Nos miraremos de frente y sabremos cuán dulce
o cuán amargo fue el sabor de la vida entre las páginas.
Llegará la hora de pedirnos cuentas
o saborear el vino de la tarde.
Veremos que llegó el otoño
y la historia subió paso a paso la escalera
o bajó uno por uno los peldaños.
Sabremos que el viento vino a sacudir las hojas
o a quebrar el tronco o nuestras ramas.
Entenderemos que medimos flaquezas
y estuvimos vivos.
Tal vez nos abracemos sin decirnos nada
y pensemos que valió la pena
que no nos sorprendió el invierno
que estuvimos juntos en primavera y en verano
que todo estuvo a la altura de los cuerpos
o en la debilidad de los corazones.
Los dioses dirán que no pasamos de largo
por ninguna estación.
Tal vez nos miremos a los ojos y con las manos en el pecho
aceptemos que la vida tejió hondas cicatrices
el bucle de las nubes en algún cielo perdido
borrones y certezas
y la pasajera felicidad.
Tal vez cerraremos el libro donde instalamos las palabras
y sabremos que en el fin del mundo siempre hay un abrazo nuevo.
Tal vez no existan peldaños o ascensores
pero levantaremos la copa y brindaremos
por lo vividoy lo que no.
Un Festival fragmentado
A lo largo de su historia, el Festival Internacional de Poesía de Manizales ha enfrentado numerosos desafíos, pero en la mente de sus organizadores, la idea de su desaparición nunca ha tenido cabida.
Cada año, este gran evento literario, que se despliega en diversos rincones de la ciudad, se hace posible gracias a la perseverancia y a la capacidad de adaptación de sus promotores. Según Carlos Mario Uribe Álvarez, director de la Fundación Cultural La Nave de Papel, la edición de este año cuenta con el respaldo del Ministerio de Cultura a través del programa de concertación.
Este año, el Festival se desarrollará en dos etapas: la primera, realizada en la segunda semana de agosto, incluyó talleres con los poetas invitados, una velada poética y un recital en Vinilo Bar.
La segunda parte tendrá lugar los días 28, 29 y 30 de agosto, con la llegada de otro grupo de poetas provenientes de diferentes regiones del país y de otras partes del mundo.
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