El duplicado risas y violencia entre la ligereza y la densidad (2)

El duplicado: risas y violencia entre la ligereza y la densidad

Texto por: Rafael Santander

Fotos cortesía FITM Por: Andrés Camilo Valencia Chica

La compañía de teatro bogotana Petra es protagonista del festival de teatro de
Manizales. Además de ser notable su participación anual en el espacio, también lo es
el amor que le tiene el público manizaleño que llena la sala, ríe, disfruta, llora y se
conmueve acorde con las dinámicas del escenario y lo que corresponda al montaje de
turno.

Los años recientes la compañía ha traído a la ciudad obras con temas relativos a la
actualidad colombiana, siendo previos a El duplicado la adaptación y comentario de La
vorágine, la lúdica Perderse y el montaje realizado en conjunto con el departamento de
comunicaciones de la JEP Mantener el juicio. En estas, así como en montajes previos,
la compañía ha exhibido una posición, según palabras de su propio director, Fabio
Rubiano, neutral, aunque siempre ha gobernado también una apología a lo humano,
una toma de partido por las víctimas de injusticia y violencia, por lo que El duplicado,
presentada en el marco del 57° Festival Internacional de Teatro de Manizales, se siente
tan particular y tan amargo.

Para función de este comentario el argumento es prescindible, incluso dentro del propio
montaje el argumento parece más bien un McGuffin, un cebo que pretende
mantenernos al borde del asiento. La acción tangencialmente se ocupa de otros
asuntos, juega con esta idea de «la duplicidad» y «el doble» y a esto parece reducirse
la dramaturgia, a un juego, un divertimento o un descanso.

Petra decide dejar de hablar de temas de actualidad, de hablar sobre violencia, de
hacer una comedia ligera y divertida, pero la violencia se les cuela por el inconsciente y
termina haciendo parte de cada elemento de la puesta en escena. Mejor dicho, el
duplicado es una obra muy violenta.

Gritos, golpes, disparos y hasta defenestraciones abundan en esta comedia de aires
inocentes y espíritu ligero. Su espíritu es leve, algo muy característico de Petra,
quienes en nombre de la neutralidad y del “apartidismo inherente” del teatro, sacrifican
los señalamientos, los comentarios mordaces y cualquier compromiso político con tal
de ofrecer un montaje que apele a un público masivo sin alienarlo o incomodarlo. Y es
en medio de este divertimento inocente que florece la verdadera intencionalidad.

La tradicional fórmula de comedia, que hasta el día de hoy sigue aplicando es sencilla:
«Tragedia + Distancia». En este género siempre nos reímos de una desgracia ajena,
siempre nos burlamos de alguien. Hay un burlador y un burlado. Pero ¿de quién se
burla Petra en El duplicado? Se burla, por ejemplo, de la ineptitud y al tiempo del
exceso de seriedad de la policía, de sus fantasías bélicas, de cómo se babean por
apretar el gatillo.

En el papel suena muy bien esto, una sátira de la fuerza policial, pero esta se queda
corta ante su falta de realismo. Petra no se burla de la policía sino de una policía, de
algunos policías posibles, hipotéticos, en un contexto igualmente difuso, para no alienar
a la fuerza pública, ni a sus familiares, ni a sus simpatizantes. La burla tampoco la
dirige a una institución real, no se efectúa un lance contra la Policía Nacional ni sus
agentes, sino contra un cliché ficcional de policía que no ofende a nadie, pero que al
tiempo, hace menos graciosa la situación.

No es solo eso lo intencionalmente humorístico de la puesta en escena, también lo es
la violencia con la que se tratan sus personajes, otro mecanismo muy tradicional de
nuestra comedia: trabajadores que maltratan a sus subordinados, hombres que
maltratan mujeres. Estos abusos en la escena fueron recibidos con risas por el público,
estimulado por el tono ligero, pintoresco y festivo de esta puesta en escena. Es decir,
contraviniendo su tradición, en El duplicado Petra hace de la violencia un chiste y luego
hace que se riegue por la sala, literalmente.

Parece intencional la decisión técnica del sonido, que en la obra juega un papel
fundamental. Los gritos, golpes y disparos suenan fuerte, muy fuerte. No me refiero al
fenómeno en la diégesis ni en la realidad, me refiero a la forma como sonaron en el
espacio: con una presión sonora tal que aturdía y dolía en los oídos. Estos sonidos
atronadores de la violencia llegaron a nosotros con violencia.

Controversial, atrevido, quizás para algunos genial. A partir de esta decisión surge la
pregunta: ¿será que también Petra se ríe de nosotros? Violentados en medio de esta
obra, por el prodigio de la correspondencia entre forma y contenido, el dolor nuestro
también puede ser un chiste para otros.

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