Hoy domingo 5 de octubre se baja el telón del Festival Internacional de Teatro de Manizales (FITM), el más antiguo e importante del país y uno de los más reconocidos de Iberoamérica. Durante nueve días, la ciudad vivió una verdadera fiesta del arte escénico, con montajes de distintas latitudes, conversaciones con creadores, funciones en calle y sala, y un público que llenó los escenarios con su entusiasmo y respeto.
Las dos últimas jornadas, el viernes 3 y el sábado 4 de octubre, dejaron un sabor de diversidad, emoción y reflexión sobre el poder del teatro para seguir conmoviendo y transformando.
Viernes: clásicos, risas y poesía en escena
El viernes la jornada estuvo marcada por contrastes: desde la tragedia y la ambición del poder hasta el humor más contemporáneo y la ternura del teatro familiar.
El escenario principal, Teatro Los Fundadores, recibió a El Galpón, emblemática compañía uruguaya, con su versión de Ricardo III de William Shakespeare. La obra ofreció una lectura actual de la lucha por el poder y la corrupción del alma humana.
“Cada espacio transforma la puesta en escena, porque el teatro es un arte vivo”, mencionó Camila Durán, actriz de esta agrupación, quien además destacó cómo el paso de la sala Campodónico en Montevideo, al gran teatro Los Fundadores de Manizales, modificó la energía del montaje. La versión, adaptada al español con cuidado poético, logró transmitir la fuerza y belleza de Shakespeare en una puesta sobria, poderosa y profundamente humana.
El tono cambió en el auditorio de la Universidad Nacional con El Duplicado, del grupo Teatro Petra, una comedia de errores escrita y dirigida por Fabio Rubiano. Entre enredos, identidades confundidas y teatro dentro del teatro, el público disfrutó de una obra ágil, divertida y reflexiva sobre las apariencias y las máscaras cotidianas.
“El público de Manizales es culto, exigente y muy cálido”, señaló el actor Bernardo García, quien expresó su emoción por participar nuevamente en un festival que considera “el epicentro del teatro colombiano y latinoamericano”.
El cierre del día trajo una propuesta para toda la familia con Piedra a Piedra, del español Tián Gombau. En una playa mediterránea imaginada sobre el escenario, un coleccionista de piedras crea al “Hombre Lata” y enfrenta el rechazo de sus vecinos. La obra, que ha girado por más de cuarenta países y ha sido traducida a diez idiomas, cautivó a grandes y chicos por su poesía visual y su mensaje sobre la diferencia y la tolerancia.
“Queremos que los niños y los adultos disfruten el mismo teatro, con distintas lecturas según su edad”, dijo Gombau. En la sala, un público emocionado de niños y adultos por igual aplaudió una obra que recuerda que la empatía también se aprende jugando.
El viernes también tuvo presencia local con Pura Carreta, del Colectivo Teatral Infusión, y El Poder de la Palabra, de Ópalo Teatro, reafirmando el compromiso del Festival con las agrupaciones de la ciudad y su teatro de calle.
Sábado: danza, circo y reflexión para comenzar a cerrar con fuerza
El sábado, la ciudad volvió a convertirse en un gran escenario al aire libre. En el parque Antonio Nariño, contiguo a la torre de El Cable, se sintió la energía de Golo Volador, artista manizaleño que presentó La Carrera del Perdedor, un espectáculo de circo y teatro de calle inspirado en el deportista colombiano Mario Soto, del BMX.
“Mientras sigamos resistiendo en las calles, el teatro nunca morirá”, dijo el artista, quien agradeció al público por sumarse activamente a su función. Familias enteras participaron en la experiencia, riendo, aplaudiendo y recordando que la cultura une generaciones. “Es muy importante que el teatro siga en las calles, porque es tradición, identidad y alegría”, comentó Tatiana Guarín, una espectadora que asistió con su familia.
En parque Ernesto Gutiérrez, el movimiento tomó el protagonismo con Somos Médula, una colaboración entre Pasos Juntos Danza Contemporánea, el Semillero Cuerpo y Espacio y la Universidad de Caldas. Una pieza que exploró la fuerza del cuerpo como instrumento de resistencia y expresión.
Más tarde, la emotividad llegó con El Alimento de las Moscas, coproducción de Kabia Teatro y Teatre de l’Enjòlit, de España. Un espectador bogotano resumió la experiencia así: “Me hizo cuestionarme sobre mis acciones y las consecuencias que tienen en mi vida”. La obra, cargada de simbolismo, dejó al público conmovido y reflexivo.
El cierre de la jornada del sábado lo protagonizó el Ballet Metropolitano de Medellín con Botero, un homenaje en danza al pintor colombiano más universal. La propuesta combinó elegancia, color y precisión técnica para llevar al movimiento las formas y el espíritu de las obras del maestro.
“El espectáculo fue excelente, una verdadera joya para cerrar el día”, comentó Eduardo Guevara, profesor visitante de la Universidad Pedagógica Nacional, quien destacó la calidad artística y pedagógica de todo el Festival.
El cierre de la jornada del sábado lo protagonizó el Ballet Metropolitano de Medellín con Botero, un homenaje en danza al pintor colombiano más universal. La propuesta combinó elegancia, color y precisión técnica para llevar al movimiento las formas y el espíritu de las obras del maestro.
El público aplaudió de pie una puesta que conjugó la potencia física de los bailarines con la sensibilidad plástica de las pinturas de Botero. A través del movimiento, la compañía recreó la vida, los miedos y las pasiones del artista, evocando episodios como su fascinación por la tauromaquia o sus viajes por el mundo.
“El espectáculo fue excelente, una verdadera joya para cerrar el día”, comentó Eduardo Guevara, profesor visitante de la Universidad Pedagógica Nacional, quien destacó la calidad artística y pedagógica de todo el Festival.
Para el bailarín Juan Pablo Rodríguez, protagonista de la obra, interpretar a Botero fue tanto un reto como un privilegio.
“Tuve el placer de realizar el papel principal de la obra, que es Botero, el cual, por ayuda de la mosca —o mejor dicho, con la mosca— viaja a través de diferentes cuadros, diferentes piezas de arte creadas por el maestro. En ellas se nos cuentan ciertos contextos históricos del propio artista, como su afición y a la vez su miedo por la tauromaquia, entre otros aspectos de su vida”, explicó.
Sobre su paso por el Festival, Rodríguez expresó su gratitud y asombro:
“Para mí es una oportunidad muy grande. Sinceramente, no conocía este festival hasta este año, y me sorprendió todo: la organización, la historia, el entusiasmo del público. Es impresionante, porque a veces, como país, estamos muy descontextualizados sobre lo que ocurre en otras regiones. Ser parte de este evento ha sido una experiencia enorme, y más aún trayendo una propuesta dancística tan diferente y diversa. Es un honor poder compartir aquí nuestra danza”, concluyó el intérprete.
Domingo: el telón final
Hoy, el Festival se despide con tres apuestas imperdibles: desde España llega Alberto San Juan con Un Lorca en Nueva York, mientras Yellow Factory y Teatro Combo presentan Hay que Matar a Treplev, una reinterpretación contemporánea del clásico de Chéjov. “Queremos dejar el Festival en punta”, afirmó su director Juan Billis, quien promete una versión “profana y brutal” del texto ruso.
La jornada también incluye a Feeling Vocal, compañía manizaleña que presentará La Aventura de Leer, un musical sobre la importancia de la lectura, la amistad y la familia, pensado para público infantil y familiar.
En las calles, continuarán las funciones de Ópalo Teatro, Tambor Hembra y Rockadura con su espectáculo Percusión y Fuerza Femenina, y Yellows Blues y Rock, garantizando que la ciudad cierre su Festival bailando, cantando y celebrando.